Es verdad, no hay nada malo con nuestro planeta; lo ha hecho muy bien y ha estado aquí más de 4 mil 500 millones de años, enfrentando catástrofes naturales, como caídas de meteoritos, erupciones de volcanes y dramáticos cambios climáticos, y siempre, siempre prevaleció.
En ese proceso se dieron extinciones masivas que acabaron con todo sobre la tierra, pero la vida siempre se abrió paso. Mucho antes de la aparición de los seres humanos, otras especies reinaron todo cuanto sucedía sobre la tierra. El Anomalocaris, el Orthoceras, el Brontoscorpio, el Dunkleosteus hasta llegar al Tyrannosaurus rex, todos fueron monstruos que, al igual que nosotros, estaban hasta la cima de la cadena alimenticia y todos desaparecieron.
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La diferencia es que carecían de pulgares oponibles, los cuales gracias a la evolución nos convirtieron en la única especie pensante sobre el planeta. Fue hace apenas 1.6 millones de años que evolucionamos de los monos, luego cazamos y recolectamos como nómadas hasta que desde hace 100 mil años fuimos y somos la especie dominante del planeta, y hace alrededor de 12 mil años que empezamos a desarrollar lo que conocemos como humanidad. Desde entonces, de las primeras civilizaciones –sumerios, egipcios, chinos, indios y europeos– hasta llegar a los griegos, hace sólo 2 mil 400 años, nos hemos dedicado a matarnos y perseguirnos por cualquier razón y causa que se nos ocurra, algo que nos ha salido a la perfección.
Por eso la ruta de extinción está marcada. Es la del periodo Holoceno, un hecho lo suficientemente grave como para que muchos científicos crean que el planeta está en medio de su sexta extinción en masa y ahora no es causada por eventos naturales, se trata del hombre que ha sobrepoblado el planeta, depredando el entorno y acabando con sus recursos naturales. El sello distintivo de los humanos es que no podemos parar de destruir y unos cuantos miles de años han sido suficientes para demostrar de lo que somos capaces.
Guerras, religiones, pobreza, avaricia y ambición de poder es lo más sobresaliente que pudimos hacer con el más grande de los avances de una evolución que ha tomado cuatro mil 500 millones de años: la mente y su extraordinaria capacidad para razonar. Así que piénselo de nuevo e imagine: ¿cuántos años más estaremos en la tierra dominando lo que quede de este planeta?
Una probable respuesta llegó hace unos años, la dio Stephen Hawking, el gran científico inglés, doctor en Física por la Universidad de Cambridge, misma institución en donde ocupó entre los años de 1980 y hasta el 2009 la “Cátedra Lucasiana”, la misma que impartió Isaac Newton, con el que hoy descansa en la Abadía de Westminster, una mente brillante que toda su vida trabajo desentrañando los secretos del universo y las leyes que le gobiernan y mostró que la Teoría de la Relatividad implica que el espacio y el tiempo tuvieron un principio, y que existirían millones de miniagujeros negros formados por la fuerza del Big Bang, la explosión origen del todo.
El famoso físico dio un discurso en la Universidad de Oxford, en el que promovió el objetivo de buscar y colonizar exoplanetas similares a la Tierra. Hawking aseguró que debemos desarrollar la tecnología para permitir que los seres humanos viajen y vivan en mundos extraterrestres lejanos, pues los peligros que enfrentaremos en el planeta, como son el cambio climático, las armas nucleares y los virus genéticamente modificados, podrían plantear amenazas existenciales a nuestra especie. Fue más allá poniéndole fecha de caducidad a nuestra sobrevivencia en la Tierra: mil años, no queda más opción que migrar a otros planetas.
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Así que con algunas diferencias de tiempo, todas las especies duraron periodos superiores a los 50 millones de años, una cifra muy alta teniendo en cuenta que ninguna de ellas tenía la capacidad de pensar. Así que cuando todo esto acabe, los humanos habremos durado apenas 100 mil años desde el momento en que el primero de nosotros levantó su cara al cielo, se erguió y decidió controlar su destino.
Recordé entonces la frase de Carl Sagan cuando dijo que en la historia de la Tierra “la extinción es la regla. La supervivencia es la excepción”. ¿Seremos los humanos esa excepción?