Otra vez agua y ajo
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A las mexicanas y mexicanos: El pasado martes, Mexicana de Aviación entró en operación, iniciando con ocho destinos que incluyen Tijuana, Monterrey, Mazatlán, Puerto Vallarta, Mérida, Campeche, Tulum y Chetumal. Lo que para los detractores de siempre parecía “un sueño guajiro” para la mayoría es una realidad esperada y celebrada, ya que la decisión del presidente López Obrador fue acertada, pues al comprar una aerolínea para el Estado, benefició a las y los trabajadores de Mexicana y a las mexicanas y mexicanos.
Como lo señalé hace unos meses en este espacio, la estrategia fue comprar una empresa y el objetivo democratizar el sector aéreo al posibilitar que un mayor número de personas accedan a estos servicios con tarifas justas, así como ampliar las rutas para llegar a donde las líneas comerciales desdeñaron, lo que detonará el desarrollo en las diferentes regiones del país debido a una mejor y oportuna conectividad.
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La aerolínea estatal mejorará la competitividad del sector y abrirá una real competencia, lo que terminará con los múltiples abusos de las líneas comerciales, además de que posibilitará complementar la oferta de servicios a “Olmeca-Maya-Mexica”, encargada de operar el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Tren Maya y diversas instalaciones aeroportuarias en Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Sonora.
La línea aérea del Estado comenzó sus operaciones poniendo el ejemplo con descuentos para las personas adultas mayores, servicios especiales para pasajeros con discapacidad y mascotas de compañía sin costo adicional.
La compra de Mexicana es emblemática no sólo por su historia, sino por las acciones y ambiciones del poder político en torno a esta. Recordemos que en la década de 70 llegó a tener 100% de capital nacional y a ser la más grande de América Latina, por lo que en 1982 el gobierno compró 54% de las acciones, manteniéndose 23 años como una empresa de participación estatal mayoritaria; ah, pero la mano corrupta del gobierno de Vicente Fox en 2005 la vendió a Grupo Posadas y cinco años después, increíblemente, la empresa quebró, por supuesto las consecuencias no las pagaron sus accionistas sino las y los trabajadores.
Y es que los gobiernos neoliberales tenían manos de intestino, alma de ladrones y cultura de mafiosos, por eso dejaron al país arruinado. Si en lugar de crear una línea estatal el presidente hubiera decidido rescatar a los grandes capitales como lo hicieron una y otra vez las administraciones pasadas, las voces críticas hoy estarían aplaudiendo a rabiar la decisión. Afortunadamente no fue así.
Por quinta vez consecutiva el año cierra frustrando a los conservadores, Santa llegó sin moches. Ni modo, qué se le va a hacer, seguirán haciendo dieta de agua y ajo.
Mientras tanto la solidez y predictibilidad de las políticas económica y fiscal, así como la prudencia y oportunidad de la política monetaria permitirá un cierre sumamente positivo para nuestra economía, el cual se replica en materia social con la histórica disminución de la pobreza, la recuperación del empleo y el aumento del salario mínimo. Así lo reconocen el FMI, el Coneval, la OCDE, el Inegi y diversos organismos especializados, pero sobre todo el pueblo de México.
Los logros están a la vista, el país avanza, las obras insignes se concluyen y la ciudadanía confía en el presidente y el porvenir.
Este fin de año habrá cena en la mesa de las familias mexicanas, los reyes magos visitarán a las niñas y niños, en 2024 tendremos presidenta de la República y la transformación continuará para el bienestar de todas y todos.
Les deseo un feliz y próspero 2024 en compañía de sus seres amados.