Adelantándose al futuro poco promisorio que nos espera en la Tierra, en el año 2009 la Administración Espacial de los Estados Unidos de América lanzó al espacio la misión Kepler, un ambicioso proyecto en la búsqueda de planetas del tamaño aproximado de la Tierra, que estuvieran orbitando alrededor de otras estrellas o soles y con la posibilidad de albergar vida. La NASA, honrando al alemán Johannes Kepler, astrónomo, matemático y físico que inició la revolución científica, equipó esta misión con un potente telescopio que busca planetas fuera de nuestro sistema solar y que reúnan las siguientes características: formados de roca y con la posibilidad de tener agua líquida sobre la superficie. El agua en forma líquida es esencial para la formación de la vida y clave para descubrir si nuestra Tierra es única. Esta aventura científica pretende responder a una de las preguntas más antiguas que nos hemos hecho: ¿Hay otros como nosotros en el Universo? Y yo agregaría: ¿Tenemos algún lugar a donde ir cuando destruyamos todo?
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Nuestro Universo es tan vasto, eterno e infinito que se cree sus límites estén ubicados a 46 mil 500 millones de años luz y que en toda su inmensidad existen cerca de 100 mil millones de galaxias cada una de ellas con millones de planetas con posibilidades de tener elementos como carbono, nitrógeno, oxígeno, azufre y fósforo. Durante los últimos años, los astrónomos han encontrado estrellas similares al Sol con planetas orbitando alrededor de ellos. Incluso hace unos meses, la NASA hizo un impresionante anuncio con el descubrimiento de 715 exoplanetas que orbitan alrededor de 305 estrellas que nos revelan sistemas planetarios similares al nuestro. Hace 10 años, el mundo científico se cimbró, pues se localizó un planeta del tamaño de la Tierra con posibilidades de albergar vida. A este astro se le llamó Kepler-186f y los físicos teóricos aseguran que puede estar compuesto de hierro, roca y hielo, y que tendría temperaturas ni tan calientes ni tan frías; tal y como la Tierra.
Haciendo poco caso al gran Carl Sagan, cuando decía que “hemos hecho un trabajo tan pésimo en lo que respecta a administrar nuestro planeta que deberíamos tener mucho cuidado antes de tratar de administrar otros”, en medio de la vastedad cósmica hemos encontrado un lugar similar al nuestro, lo que a algunos dio esperanzas sobre a dónde huir una vez que terminemos nuestro trabajo de destrucción con la Tierra. Pero con el planeta Kepler-186f existe un pequeño inconveniente, pues está localizado a 500 años luz de distancia de la Tierra.
Como sabemos, un año luz no es una unidad de tiempo, sino de distancia, la que recorre la luz en 365 días. Hoy gracias a la ciencia podemos saber que la luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo y que en ese segundo, da casi ocho vueltas completas alrededor de la Tierra, que tarda poco más de un segundo en llegar a la Luna, que le toma 8 minutos en viajar desde el Sol a la Tierra y que le toma 5 horas y media en salir del sistema solar. Nada ni nadie puede viajar más rápido que la luz, y los científicos han dicho que un año luz es alrededor de 10 mil millones de kilómetros y la estrella más cercana es Alfa Centauri, a sólo 4.22 años luz.
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Para darnos una idea clara de las distancias cósmicas, lo más lejano a donde un objeto humano ha llegado es a la heliósfera (apenas afuera de nuestro sistema solar) y fue con la sonda no tripulada Voyager I que, a una velocidad de 62 mil kilómetros por hora durante 47 años, ha recorrido apenas 24 millones de kilómetros. Por lo que si hace 100 millones de años, tiempo en que apenas nacían los dinosaurios durante pleno periodo Cretácico, hubiéramos despegado hacia el planeta Kepler-186f en una nave espacial con la capacidad de viajar a la velocidad de la luz (lo cual es imposible), estaríamos apenas aterrizando.
Así que el descubrimiento de todos los astros, soles y planetas que puedan seguir revelándose y que tengan la capacidad de albergar vida humana, quedarán sólo para la historia de la astronomía, pues están demasiado alejados, y en términos prácticos los humanos no vamos ni iremos a ningún lado fuera de esta tierra. Cuidemos nuestro planeta, pues aquí nos tocó vivir... y morir.