Algunos dichos en el Derecho

Politicón
/ 22 septiembre 2019

A los dichos en México se les conoce como aquellas frases que se han hecho populares por expresar algún consejo u observación sabia en forma muy precisa en todos los apartados de la sociedad. En la política, en el trabajo, en el deporte y hasta en el Derecho se conocen estos enunciados que identifican de inmediato de una manera ilustrada lo que se pretende expresar.

Cuántas veces exigimos que las autoridades nos den un trato por igual a todos, es decir, que no se hagan diferencias por cuestiones de sexo, ideología, raza o condición social (igualdad ante la ley); a que nos escuchen y podamos hacer valer nuestros derechos (defensa ante las autoridades); a no ser objeto de torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes (integridad de las personas); a poseer un nombre, un domicilio, una nacionalidad y hasta un patrimonio (identidad y personalidad).

De esta manera, la igualdad ante la ley refiere al derecho con que todas las personas deben ser tratadas de la misma manera, que estén sujetas a las mismas leyes; en síntesis, se debe garantizar que ningún individuo o grupo de individuos sea privilegiado o discriminado por la autoridad por cuestiones de cualquier tipo; de ahí el dicho que narra: todos somos iguales ante la ley.

Por un lado, la posibilidad de defensa ante las autoridades menciona el derecho que tienen las personas o conjunto de personas para acudir ante las autoridades para ser oídas, defenderse y hacer valer sus derechos; a que un tribunal conozca de su caso, lo atienda, pero sobre todo que se le dé una solución conforme a la ley; de ahí el dicho o principio que establece: toda persona es inocente hasta que se le demuestre lo contrario.

Por otra parte, la integridad especifica el derecho que tienen las personas para su resguardo en toda su extensión, es decir, tanto física como moral. La preservación de la integridad física conlleva a la salud de las personas. La preservación de la integridad psíquica o moral conlleva al desarrollo de la vida de las personas de acuerdo a sus convicciones, de ahí el dicho que narra: nadie puede ser lesionado o agredido física o mentalmente.

Por su parte, la identidad y personalidad de los individuos representa el derecho de las personas a ser reconocidas mediante la asignación de diversos atributos, que no sólo lo harán único y diferente frente a los demás, sino que también lo van a integrar a la sociedad; el nombre, apellido y la nacionalidad son algunos de estos atributos; de ahí el dicho que cuenta: cada persona en esta vida es única y diferente a todos los demás.

Estos derechos de igualdad, audiencia y/o defensa, integridad, identidad y personalidad, así como muchos otros no menos importantes, como por ejemplo los derechos a la libertad de expresión, propiedad, educación y trabajo, por nombrar algunos, no serían posibles si no se tiene lo más inherente, por no decir importante, que pueda poseer una persona: su vida y su libertad.

Por tanto, hablar de la vida y la libertad de las personas es sin duda referirse a los valores más grandes que todo ser humano tiene y debe conservar. La vida representa la noción de existencia, la actividad que realiza el ser humano y a su capacidad para nacer, crecer, desarrollarse e incluso fallecer. En este sentido la vida es importante porque nos permite además desarrollar vínculos con otras personas, aprender, conocer el mundo, así como a realizar un sinnúmero de actividades con nuestro entorno biológico y con las demás personas. En términos más precisos, necesitamos vivir para poder realizar las actividades que nos permiten desarrollarnos y vivir dignamente.  

De esta forma, respecto de la libertad debe decirse que es la forma en que las personas eligen su actuar de acuerdo a sus principios, criterios, razones y voluntad, a no ser esclavo, así como a no realizar trabajos en contra de la voluntad o realizarlos sin recibir una remuneración justa.

Reconocidos, por supuesto, por nuestra Constitución como derechos humanos, el derecho a la vida refiere a que la existencia de cada individuo debe ser respetada por el Estado y los particulares, el primero en el ejercicio de sus funciones, y los segundos no privando de la vida a otro individuo. El derecho a la libertad, por su parte, representa la facultad de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de la sociedad, a no permanecer prisionero o sometido a lo que ordene otra persona.

Sí, es importante que nuestra legislación reconozca y las autoridades respeten y promulguen los derechos de las personas. Pero sobre todo los derechos humanos de vida y libertad son importantes porque necesitamos vivir y ser libres para poder acceder a una educación, un trabajo, una nacionalidad, un patrimonio, una igualdad, etcétera. En términos más precisos, debe decirse que la vida y la libertad de las personas son el referente del resto de sus derechos. Son la plataforma para todo lo demás. De ahí, para no variar, los dichos que rezan: sin vida no hay nada, y sin libertad no se puede hacer nada.

gerardo@molina-garza.com

Gerardo Garza Valdés

El autor es investigador del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia IDH

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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