Conmovedor e inspirador
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Por Gerardo de la Garza Ortega
Conferencista, Motivador y Director de MOTTIVARE
¡…con la fuerza de la palabra!
¿Puede un ser humano común, volverse extraordinario? ¿Qué contenido habrá en las entrañas de este ser humano para transformar su vida y la de los que están alrededor suyo con sus acciones?
¡Hola! ¿Cómo te va, mi distinguido y amigo lector? Espero que esta semana sea excelente y maravillosa.
Hoy quiero narrarte una historia de un ser humano común -como tú, como yo-, que se convirtió en extraordinario. Dice así:
El 18 de noviembre de 1994, el violinista Itzhak Perlman entró a escena para dar un concierto en el Avery Fisher Hall, del Lincoln Center de la ciudad de Nueva York.
Antes, deja que te informe de algo: a los 3 años se le impidió la entrada al conservatorio, por ser muy pequeño para sostener un violín. ¿Te imaginas, amigo lector? Traía su vocación en las venas…
Además, de niño tuvo polio, por lo que trae aparatos ortopédicos y muletas para poder transportarse. Verlo llegar al escenario, conmueve e inspira.
Una vez instalado, que cada ocasión que lo hace, es todo un ritual, le da la señal al director que está listo para empezar.
Esa noche pasó algo totalmente inesperado. Justo al iniciar los primeros acordes de la obra que empezaba a desarrollar, se le rompe una de las cuerdas de su violín, provocando un ruido característico, y haciendo que toda la audiencia se diera cuenta de tal suceso.
Todo el público se imaginó que como era costumbre, tomaría las muletas para ir por la cuerda. Sin embargo, sucedió lo inimaginable. Perlman, permaneció en su sitio, esperó un momento, cerró sus ojos y luego le hizo la señal al director de orquesta para que continuara con el concierto.
La orquesta por indicativo de su director, tomó la nota que había quedado suspendida en el aire al momento de la rotura de la cuerda del violín de Perlman, y continuó con el concierto.
Perlman, tocó con tanta pasión, fuerza y esplendor, que el público se quedó maravillado al oír su interpretación magistralmente desarrollada. Se sabe que es imposible interpretar una obra con solo 3 cuerdas en un violín, pero esa noche, Perlman lo hizo posible, sin imaginarlo.
El público quedó absorto al escuchar cómo recomponía e interpretaba la obra a pesar de la cuerda ausente, obteniendo sonidos jamás escuchados, sin salirse de lo que le exigía la obra misma.
Cuando concluyó la obra, un silencio reinaba en el lugar, y de pronto, sin ponerse de acuerdo, todo el público se puso de pie ovacionando con un estruendoso aplauso a Perlman por su maravillosa interpretación, que llegó a ser mágica.
Perlman sonrió, se secó el sudor, detuvo a la audiencia como para que escucharan lo que les iba a decir, y sin presunción, en un tono de reverencia, humilde, pensativo y con mucha calma, dijo:
“Algunas veces, la tarea del artista es descubrir cuánta música puede hacer con lo que aún le queda...”
¡Qué hermosa historia! De veras que Conmueve e Inspira.
Cierro como siempre, ...y a seguir pataleando, ¡porque no hay de otra!
Bibliografía consultada:
www.wikipedia.com
http://www.buscabiografias. com/biografia/verDetalle/7743/ Itzhak%20Perlman
Historias que Hacen Bien, Daniel Colombo, V&R Editores.
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