Cuando se desata la barbarie

Politicón
/ 21 agosto 2019
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Todo ese deseo de agredir, destruir cosas materiales, incluyendo monumentos nacionales como el Ángel de la Independencia, lesionar por impulso irracional a 34 personas, como lo hicieron las mujeres encapuchadas en su marcha feminista el pasado 19 de agosto, está basado en la impotencia y el resentimiento acumulado por años. Hasta que la olla explota.

La agresión es una energía biológica que normalmente se usa para “desestructurar” algo que ya no soportamos más; para vaciar la zona media de un sentimiento tóxico, en este caso (cobrar venganza llamando la atención para hacerse ver y oír) para experimentar una sensación fugaz de triunfo en el anonimato que garantiza impunidad. El contagio mental y la escasa inteligencia emocional son ingredientes muy peligrosos.

En busca de un recurso explicativo que nos ayudara a comprender un poco la acelerada descomposición social de una ciudadanía desesperada que, cuando deja de ser individuo para convertirse en masa, actúa por instinto y replica en automático lo que ve hacer a los demás en el grupo compacto al que se suma, encontré la investigación sobre cerebro-mente-comportamiento, que en 1995 llevó a cabo un equipo de neurólogos italianos de la Universidad de Parma dirigidos por Giacomo Rizzolatti. El resultado fue un gran descubrimiento para la neurociencia, equiparable a lo que la decodificación de la estructura del ADN significó para la biología.

Los neurólogos investigadores descubrieron que en el hombre, a diferencia del mono, el sistema de neuronas espejo es capaz de codificar sus actos motores.

Las neuronas espejo. Estas neuronas se activan cuando un individuo realiza una acción, pero también cuando observa una acción realizada por otro individuo. Forman parte de un sistema de redes que integra las conexiones que hacen posible en sus circuitos neuronales: percepción-ejecución-intención.

Cuando un ser humano realiza acciones en contextos significativos, tales acciones van acompañadas de la captación de las propias intenciones que motivan a llevarlas a cabo. La lectura que alguien hace de las intenciones de otro es en gran medida atribución desde las propias intenciones.

El movimiento, al ser observado, genera movimiento similar latente en el observador. Las neuronas espejo no son puramente motoras, ni puramente emocionales, sino ambas a la vez. En automático se multiplica la fuerte sensación: “tú sientes lo que yo estoy sintiendo”.

En otro orden de ideas. Los sociólogos señalan que cuando en el medio ambiente predominan factores que impulsan el desarrollo evolutivo de la gente, se logran condiciones de desarrollo en ese país: seguridad, educación, respeto por la Ley, respeto interpersonal, civismo, cultura general, deporte, negocios, apreciación del arte, orden, limpieza personal y habitacional. Se logra tener ciudades limpias, escuelas limpias, respeto interpersonal y Honor (con mayúscula) que es el valor principal en Japón.

Podemos concluir por lo tanto que la barbarie replica barbarie y la cultura replica civilidad y desarrollo.

Referencia: García, E. (2008). “Neuropsicología y Educación. De las neuronas espejo a la teoría de la mente”. Revista de Psicología Educación, 1(3) ,69-89.

¡Decídete a ser feliz hoy!

@_A_lfonsina 

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