Desempleo y pobreza, los legados que no está dejando la pandemia
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Días de angustia y abandono. Lentos, letales, lerdos. Las afecciones mentales afloran. Los dardos clavados en el corazón, se agigantan. Así se ve la vida. Se ve pasar la vida desde la ventana. Encerrados los humanos, no sólo en México, sino en el mundo. En tiempos de “comunicación en tiempo real”, ha triunfado la peste y la lejanía, la soledad obligada y el temor al contagio y no amor de la pareja, del familiar, del buen vecino. Toser causa escalofrío. Una araña recorre nuestra espina dorsal cuando vemos a un ser humano contiguo en el camión colectivo, toser dos o tres veces seguidas. El miedo al contacto, el pavor al bicho nos hiela la espalda y todo mundo quiere salir huyendo. No sin antes darle muerte segura a quien osó toser en público.
País de ignorantes, gente estúpida y preñada de espanto. Las cobardes acciones y agresiones a médicos y enfermeras en el país, hablan de un virus peor que el chino, el cabrón virus de la ignorancia que en México siempre ha existido y ahora se manifiesta de nuevo, con renovada fiereza. Usted y yo y todo mundo lo sabemos y lo repetimos como caja de resonancia: lo único que nos va a sacar adelante y siempre como comunidad y como país, es la educación. Pero en la educación, es en lo que menos quiere invertir Andrés Manuel López Obrador, presidente de Morena, no de México. Seamos francos, tampoco invirtieron en educación de calidad ni Enrique Peña Nieto y menos Felipe Calderón y Vicente Fox. Incluso, en el Gobierno mojigato y de golpe de pecho y confesionario de Felipe Calderón, se llegaron a eliminar las materias filosóficas a partir de la Educación Media Superior. Se necesitó de toda una estrategia nacional y en foros internacionales, para que dichas materias de pensamiento regresaran a las aulas mexicanas.
Días de angustia y abandono. Lentos, letales, lerdos. Las afecciones mentales afloran en un país de mexicanos sin rumbo fijo ya. Habitamos la pobreza. Eso llamado clase media, nos dicen los analistas, va a desparecer. Si no desaparece, poco le va a faltar. Según la consultora Bain & Company, el mercado para la clase media o media alta tendrá una caída de hasta un 30%. En cristiano: no va haber dinero para gastar en lo que resta del año. Para el Banco Mundial, México en este 2020 tendrá una contracción (vamos a decrecer) de su PIB entre un 6 a un 8%. No es opcional: es la realidad. Hace unos días el Gobierno federal dio sus cifras oficiales: se perdieron y sólo en quince días de marzo (inicio de la contingencia sanitaria), poco más de 346 mil 800 empleos. Es decir, todos los empleos creados en 2019. Todos. Avanzamos: por estos días pensaba ir a airearme a mi ciudad adoptiva, Zacatecas. Marqué a mi posada favorita: cerrada. Marqué a otros hoteles: cerrados. Marqué para platicar a un amigo escritor: crisis total. Por miedo, por falta de clientes, por ausencia de empleados, por todo junto, pero crisis total.
ESQUINA-BAJAN
Los días de tedio, angustia y soledad van a seguir. Se otean en la distancia. Más desesperación y miedo al lecho ya ardiente de la inacción. La angustia se cura con la acción. No se cura pensando ni divagando. Eso es bueno para mí, para los escritores, para los poetas los cuales nos atamos a nuestra soledad y melancolía como se ata uno al mástil de una embarcación, “una barca de esqueletos… (y) sudarios como velas…”, para decirlo con John Keats. La melancolía, la angustia y la tristeza son nuestro sino, nuestra pareja cotidiana; así vivimos la mayor parte del tiempo. Pero esto para un ser humano normal, es la agonía y el tránsito hacia la nada.
Sobran los datos hoy en día de cuantos empleos se han perdido y cuántos se perderán por motivo de la pandemia del miedo provocada por el virus chino. Pero, hay uno que me acaba de impresionar. En quince días, sólo en quince días de marzo en Quintana Roo y sólo en ese bello pasaje llamado Riviera Maya, 63 mil 800 personas se quedaron sin empleo (diario El País). Por eso, se agigantan las acciones que han tomado regionalmente los actores políticos que son líderes de la comuna. Perdido el “liderazgo” de Andrés Manuel López Obrador, apenas inició esto de la contingencia sanitaria, Manolo Jiménez (Alcalde de Saltillo) y Chema Morales (Alcalde de Ramos Arizpe) iniciaron recorridos por las zonas vulnerables y de pobreza tanto urbana como rural y repartieron despensas. Lo siguen haciendo al día de hoy. Lo básico y algo más, para poder sobrevivir a los días de angustia y zozobra de confinamiento en soledad en casa.
Usted, yo, el vecino, ya estamos agobiados. Sin duda. Pero ¿esto se puede poner peor? Sí. Desgraciadamente sí. En Estados Unidos el virus chino ha sido igual de fiero como en Italia o España. La situación del clima ha jugado un papel preponderante. Y creo usted ya se imagina a quienes va a golpear enormemente: a la población de mexicanos avecindados allá. Con papeles o sin ellos. Vamos a los datos duros en voz de la Embajadora Martha Bárcena, afincada en Washington: México en el 2019 recibió alrededor de 32 mil millones de dólares de remesas, dinero enviado a México por los trabajadores que allá viven. Sólo de entrada, anticipa una caída por el orden de los 3 mil 200 millones de dólares. 5% de los hogares mexicanos reciben remesas y viven de este flujo de dinero de sus parientes trabajadores en EU. ¿Qué va a pasar ahora? Dice la embajadora: “Los mexicanos indocumentados serán los más afectados por el desempleo y eso afectará a la vez al flujo de las remesas”.
LETRAS MINÚSCULAS
Días de angustia y abandono. Lentos, letales, lerdos. Sí, se puede poner peor… se va a poner peor.