El amor platónico de Torri
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En el Museo del Desierto se inauguró el Festival Internacional de las Artes Julio Torri 2015. Cada vez que veo impreso el nombre de Julio Torri, leo algo sobre su vida y obra, y luego me dan ganas de escribir del tema.
Julio Torri —el autocorrector insiste en que es “Tórrido”, y tiene razón— en uno de sus cursos de verano tuvo como alumna a Esther R. Brown, con ella mantuvo correspondencia durante varios años.
En una de sus cartas, Esther le dice a Julio: “…Es así como el amor ha sido para mí hasta ahora —y me gusta—, es como una fruta madura —un limón—, sólo un poco amargo, ácido, para endulzarlo al gusto; después, cuando ya acabaste con él, ¡por qué no tirarlo un lado! Si simplemente puedo conservar esa idea estaré bien.
Debo recordar siempre que, en realidad, el amor es sólo el señuelo para la trampa del matrimonio, y si recuerdo que para mí es realmente un limón, entonces no puede ser un señuelo, porque nadie pone como señuelo de una trampa un limón, ¿o sí? ¿Ves a lo que me refiero? Suena bastante tonto ahora que lo leo de nuevo, pero justo a eso me refiero.
“Por supuesto que se tiene que pagar un precio por este paraíso de limón: una no puede disfrutar de la consumación final y el clímax del amor porque es aún tan puritana que todavía se aferra a su virginidad tenazmente. Pero, ay, el amor puede ser dulce de cualquier forma, pienso, ¿tú no? Julio, quisiera saber qué piensas del amor, ¿no me escribirías y me lo dirías francamente como yo lo he hecho?
“Te he amado de forma un tanto distante -debido a nuestra separación- ya hace algunos años. ¿Ya sabías eso? Una especie de amor platónico, ¿sabes? Quisiera que realmente pudieras venir al principio del año próximo para que pudiera conocerte de nuevo...”
No se sabe si Julio le respondió que pensaba acerca del amor, no existe evidencia de las cartas de Julio “Tórrido” hacia Esther Brown, lo que sí se conserva es un texto: “Anywhere in the south”, basado en experiencias autobiográficas. Su fuente de inspiración fue claramente Esther, Julio se refiere a ella como “Miss Smith”.
En este texto él se imagina como sería su vida de casados: “Yo que… podría contribuir con más de una a las 100 peores poesías líricas mexicanas; y ella: largos ojos oblicuos, tez finísima, cuerpo de nadadora. Bebe Coca-Cola y forma parte de una fraternidad universitaria. ¿Es inteligente Miss Smith? Tal vez no; pero no importa porque es femenina con femineidad perfumada, con suave intimidad de compañera sumisa.
“En el cinematógrafo, ante mis malévolas dudas y mis fingidos celos retrospectivos, poniéndose en pie y extendiendo el brazo, jura por su Dios, anabaptista y cándida. Entreveo por un instante el interminable rosario de domingos, yo cantando himnos a su lado en un templo de paredes desnudas; o la caravana de semanas, alimentando preocupaciones crematísticas bajo el ventilador insomne, o me represento contristado ante sus iracundas miradas, en una abrasada carretera de Arizona, mientras el Ford —no del todo pagado— se niega a caminar y persiste en crearme conflictos conyugales.
“La tentación pasa como una banda militar, conturbando al alma, incorregible prisionera que se deleita en el espejismo de las vidas posibles. De mis divagaciones aterrizo con una de sus preciosas manos entre las mías. ¡Pobre orquídea texana a quien no arredra lo incierto de mi porvenir! Porque en resumen: no soy más que un profesor adjunto que en los cursos veraniegos de este año explica en mangas de camisa la Quijotita y el Periquillo”.
Torri nunca se casó. Si escribió que pensaba del amor: “…Si quiere ser dichoso un año, cásate. Si quieres ser feliz toda la vida, no te cases”. Citaba a Luis Lara Pardo: “Las mujeres ganan las discusiones con tres argumentos únicamente: si porque sí; no porque no; y sí pero no”. “En amor sólo hay dos situaciones: persigue uno a uno mujer o trata de librarse de ella. Pero dentro de esta seca fórmula general, que variedad cabe de rollos…”. Así escribió el solitario Torri.
jesus50@hotmail.com