El anarquismo feminista

Politicón
/ 11 febrero 2020
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En los últimos días 11 planteles de la UNAM se mantenían en paro de actividades con 161 mil alumnos afectados, sin olvidar los intentos por tomar la Torre de Rectoría a martillazos. Se llevaron a cabo diversas marchas respaldadas por encapuchados, como Colectiva Valkirias Negras, autodenominado “feminista radical y anarquista”, y por Colectiva Ácrata Feminista, del CCH Azcapotzalco para exigir acciones efectivas contra la violencia de género, acabar con la represión estudiantil y evitar la presencia de porros en los planteles.

¿Cómo hacerse escuchar en un País de machos? ¿Cómo negar el indiscutible derecho de las mujeres a ser respetadas sin ser agredidas sexualmente por cavernícolas impunes? Los hombres debemos sumarnos a su defensa civilizada para no resolver nuestras diferencias con las manos o las armas. ¿Pero no se encuentran francotiradores encubiertos en ese justificado movimiento feminista?

El anarcofeminismo mundial, al oponerse a todas las relaciones de poder coactivas, pretende la autonomía de cada mujer, su emancipación y su realización como individuo. Aquí el lema antiguo de las anarquistas: “Ni Dios, ni Patrón, ni Marido”, a lo que yo agregaría ni gobierno, tampoco. Ellas se oponen con cocteles molotov y otras armas al Estado y a todo orden coercitivo, al cual identifican como parte de un patriarcado supresivo, el origen de su desigualdad. Para las anarco-feministas cualquier estructura jerárquica de derecha o izquierda es de extracción masculina y, por lo tanto, implica autoritarismo, dominación y explotación, por lo que, ante una incapacidad histórica de ser respetadas, echan mano de la violencia para imponerse en el seno de una sociedad que ignora sus derechos.

Lo anterior intenta exhibir las respuestas feministas ante la histórica desigualdad y las agresiones padecidas por ellas, así como las herramientas panfletarias a las que recurren para conquistar sus justificados objetivos.

Llama la atención localizar en el Cono Sur, así como en otras latitudes, la presencia de encapuchados vestidos de negro, como ocurrió en Chile, donde esos siniestros personajes aprovecharon una marcha civilizada de protesta por el régimen de pensiones para incendiar buena parte de la red del metro de Santiago, quemar iglesias, universidades, viviendas, sedes de partidos políticos y edificios gubernamentales, ocasionando pérdidas por 4 mil 500 millones de dólares. Otros encapuchados armados irrumpieron en la sede de Voluntad Popular, el partido de Juan Guaidó en Venezuela, de la misma manera en que similares comandos bien organizados, movidos por intereses extraños, atacaron plazas en Bogotá, Quito y La Paz, al igual que lo hicieron en México al destruir comercios e intentar quemar la puerta Mariana en Palacio Nacional y el monumento a la independencia. La diferencia entre AMLO y Piñera es que éste arrestó a miles de personas acusadas de vandalismo. Los “abrazos y no balazos” hubieran conducido a la desintegración de Chile.

¿Existe un plan urdido por Caracas y La Habana (¿Y Moscú.?) para desestabilizar a los gobiernos aliados con Washington? ¿Ya se olvidó la intromisión electrónica de los expertos del Kremlin en los procesos electorales europeos y en el norteamericano? El presidente Lenin Moreno denunció una conspiración urdida por Venezuela, en tanto Sebastián Piñera señaló a “infiltrados” extranjeros, en tanto Colombia y Bolivia expulsaron a venezolanos y cubanos. Alemania, prohibió desde 1985 las marchas de protesta con el rostro cubierto. ¡Gran idea! ¿Por qué en Chile arrestaron a 17 mil incendiarios, en Francia a 8 mil chalecos amarillos y en México no hay un sólo detenido, mientras intentan paralizar a la UNAM y crear un conflicto mayor aprovechando un supuesto movimiento anarco feminista?

¿Andrés Manuel López Obrador será un anarquista camuflado que propicia la destrucción de México al no aplicar la ley, liberar al Chapito, no encarcelar a los grandes capos ni a los integrantes de la mafia del poder, ni a los encapuchados, ni a los miembros de la delincuencia organizada, además de empeñarse en desmantelar nuestras instituciones? ¿AMLO, anarquista? No lo había pensado, pero es lo que parece.

 

@fmartinmoreno

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