El Anuario de Portillo

Politicón
/ 12 febrero 2017
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Originario de un pueblo de Zacatecas llamado Real de Minas de Pinos, don Esteban L. Portillo nació el 26 de diciembre de 1860. Posteriormente residió en Saltillo. El profesor Arturo Berrueto González, en su “Diccionario Biográfico de Coahuila”, se refiere a él como “el cronista de Coahuila”. Portillo ha sido considerado precursor de los historiadores por su obra historiográfica. Escribió “Apuntes para la Historia Antigua de Coahuila y Texas”, “Catecismo Geográfico, Político e Histórico del Estado de Coahuila” y una obra de teatro, “Nobleza de Corazón”. Sin embargo, su obra más conocida es el “Anuario Coahuilense para 1886”, que publicó a la manera de los anuarios que en la capital del País publicaba Filomeno Mata. En 1883, Portillo era maestro en el Ateneo Fuente. El Diccionario del profesor Berrueto dice que el historiador llevaba el apellido de la misma manera que su padre, don Narciso L. Portillo, y que no se sabe qué significado tiene la inicial “L”.

El Anuario es un libro básico para la historia de Coahuila, es la recopilación de todos los datos imaginables sobre el Estado y cada una de sus poblaciones. Incluye una relación de la “Conquista de la Provincia de la Nueva Extremadura, hoy Estado de Coahuila”; una breve historia de cada una de las ciudades y poblados coahuilenses y la descripción geográfica de los principales lugares del Estado; la Constitución, leyes y reglamentos estatales y una “Galería de coahuilenses ilustres”. También menciona las instituciones, escuelas, negocios y comercios y las listas de las personas que ejercían profesiones y oficios en cada una de las poblaciones, y, en general, eventos, hechos y sucedidos significativos de cada lugar, especialmente de Saltillo. El Anuario de don Esteban es un libro obligado para quien busca datos de la época o quiere conocer cómo eran las poblaciones del Estado en esos años. Las páginas dedicadas a anuncios comerciales de diversas ciudades aportan datos curiosos sobre la población y sus habitantes.

No cita las fuentes de la información, pero se sabe que en 1881, a los 21 años de edad, Portillo era el jefe de la Sección de Estadística del Gobierno del Estado, una oficina que se dedicaba a recabar toda clase de información en toda la entidad. También era miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

A lo largo del Siglo 19, que se significó por su complejidad, Coahuila vivió las calamidades sufridas por la gran distancia que mediaba entre el Estado y el centro del País; las constantes luchas con los indios de la región por la posesión del territorio, la intervención norteamericana, la Guerra de Reforma, las luchas entre liberales y conservadores, la intervención francesa, la anexión a Nuevo León, el periodo de la República Restaurada y las interminables luchas por el poder político. Sin embargo, y a pesar de ello, según el Anuario de Portillo, en 1886 Saltillo era ya un pueblo en el que había profesionistas: abogados, médicos, ingenieros; escuelas de estudios preparatorios y un floreciente comercio, que entre las mercancías nacionales ofrecía un gran surtido de artículos importados de Europa, Estados Unidos y otros países de América.

Esas actividades de importación, permitían a los comerciantes ejercer actividades de banqueros y hacer las veces de agentes aduanales, al mismo tiempo que ampliaban los quehaceres de los artesanos y oficiales. Los plateros, por ejemplo, además de trabajar la plata, componían relojes, máquinas de coser, armas y teodolitos. Los abarroteros también hacían oficio de comisionistas, cobraban y vendían letras y hacían situaciones sobre plazas del País y del extranjero.
Unos 25 años después, la Revolución se encargaría de declinar la actividad comercial, y hoy, a más de un siglo de distancia, cuando el comercio empezaba a repuntar, se cierne la sombra de la recesión económica.

 

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