El otro ‘rotundo fracaso’

Politicón
/ 10 marzo 2021

Este fin de semana, durante el recorrido de inspección a los trabajos del Tren Maya en el tramo que va de Palenque, Chiapas a Escárcega, Campeche, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró vehemente que “sería un rotundo fracaso” no terminar la obra a finales de 2023. Y es lógico, ya que al tratarse de uno de sus proyectos insignia no quiere heredarle la patata a la siguiente administración para que, si es amigo, no le quite el relumbrón o, si es adversario, no le cancele y después le cobre políticamente el juguetito. Tanta es la urgencia, que el mandatario pidió que se trabaje a marchas forzadas mientras él, autoerigido como el eje rector de la vida nacional, aumentará la frecuencia de sus visitas de supervisión de 3 a 2 meses o cada 15 días si es necesario. Prioridades son prioridades.

Pero existe otra obra que comparte más o menos el mismo plazo de terminación con ese faraónico trazado ferroviario que tanto obsesiona al Presidente y que también sería un “rotundo fracaso” no concluir: el proyecto Agua Saludable para La Laguna, del que aún no se coloca ni una piedra y ya empezó a tener desfases en su cronograma original. El ambicioso plan implica la construcción de una compleja infraestructura y la rehabilitación de líneas de conducción a través de 9 municipios de la Comarca Lagunera tanto de Coahuila como de Durango para ofrecer agua de mayor calidad a 1 millón 650 mil habitantes de la región y disminuir la grave sobreexplotación del acuífero, que cada año aumenta de 1 a 2 metros su nivel de abatimiento (con los consecuentes problemas de contaminación que causa una perforación cada vez más profunda) y que ya sólo tiene vida para 30 años, producto también de las nocivas voracidades industriales y un sistemático e impune huachicoleo del agua.

El 26 de agosto de 2020, el presidente López Obrador anunció que para el proyecto habría una inversión total de 11 mil 641 millones de pesos. Para febrero ya tendrían qué haber iniciado los primeros trabajos de construcción, sin embargo ello no ocurrió. El proyecto en este momento está en fase de licitación para la construcción de dos líneas de presión de acero de 44 y 62 pulgadas a lo largo de 11 kilómetros del Río Nazas hacia el sitio donde, eventualmente, se construirá la planta potabilizadora. La licitación se publicó apenas el 5 de febrero y el fallo debe darse el 15 de marzo. Posteriormente se publicará la licitación para construir una presa derivadora que lleve el agua a una planta de bombeo, de allí a una planta potabilizadora para que a través de un acueducto el líquido llegue a los tanques de almacenamiento y corra por los ramales de distribución hacia los 9 municipios en cuestión: Torreón, Matamoros, Viesca, Francisco I. Madero y San Pedro en Coahuila; y Gómez Palacio, Lerdo, Tlahualilo y Mapimí, en Durango. Toda la zona recibiría por año 200 millones de metros cúbicos de agua.

Pero además de construir toda esa infraestructura, hará falta que los organismos operadores de agua de cada municipio inviertan, a ver de dónde, en la modernización de sus deficientes líneas de conducción para disminuir al menos de un 50 a un 20 por ciento el de por sí ya grosero volumen de agua que se desperdicia a lo largo de las viejas tuberías. El problema es que la mayoría de los organismos enfrentan serias deficiencias técnicas y operativas, amén de los problemas económicos y carteras vencidas casi incobrables. ¿De dónde saldrían los recursos para medio atender los problemas de todos los días y encima modernizar de un jalón sus redes de conducción, en buena medida carcomidas por los años, para que se garantice el funcionamiento pleno del proyecto? Y eso sin contar los ulteriores mantenimientos.

Del total de 11 mil 641 millones de pesos destinados a todo el proyecto, hay para pura infraestructura unos 8 mil millones, de los que se deben ejercer mil 270 millones este mismo año. Las obras deberán arrancar durante este primer semestre para que se cumpla el plazo de que esto sea una realidad en 2023. El plan es tan ambicioso como urgente: durante años se han evaluado y reevaluado distintos planes que buscan dotar a la región de agua de mejor calidad, reducir los graves problemas de hidroarsenicismo y disminuir la sobreexplotación de los mantos acuíferos. No obstante, las opiniones están divididas: para algunos el Agua Saludable para La Laguna es un proyecto quizá no perfecto, pero al menos aceptable; para otros resultará muy caro en comparación de los limitados beneficios que a la postre representará. Lo cierto es que no alcanza con entregar un parche, la eterna problemática del agua en La Laguna requiere una solución integral y para ello no basta sólo la modernización de la infraestructura o promover una cultura más responsable de consumo, sino acciones contundentes en contra del lucro político y económico que se ha hecho del agua. El tiempo avanza, como en una clepsidra que se va vaciando poco a poco.

Manuel Serrato

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