El ‘sismo’ de Coahuila
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Así nos sentimos los coahuilenses después de la tragedia del pasado 4 de junio. Hoy tenemos procesos derrumbados por falta de confianza e instituciones severamente fracturadas, los daños son incalculables y el número de víctimas es muy cercano a los 2.7 millones de personas. El proceso de reconstrucción de nuestras instituciones y sistemas tardará seguramente muchos años, y se pronostican numerosas réplicas.
Me permito con todo respeto hacer uso de la alegoría como recurso literario para expresar el duelo que vivimos en mi querido Coahuila. La falta de confianza en las instituciones, las personas que las dirigen y la profesionalidad de los procesos se asemeja al desastre.
Y es que llevamos 146 días (4 meses y 24 días), debajo de los escombros, sin saber si las elecciones serán válidas o si será necesario repetir el ejercicio, la esperanza de tener instituciones rescatistas que nos den la oportunidad de confiar de nuevo se mantiene viva.
La razón que se llevó a juicio fue el rebase de los topes de campaña por parte de los candidatos, pero eso no está presente en la mente de las personas sino las irregularidades estructurales evidenciadas desde el mismo día 4 de junio por la noche con la suspensión del conteo rápido, y las imágenes que circularon al día siguiente de la elección por redes sociales en donde se evidenciaba el traslado inapropiado de urnas por integrantes de partidos, representantes de casilla suplantados, boletas tiradas en la calle; El reconteo de votos dos días después con urnas violadas, en fin, el mal sabor y el mal olor de una democracia en descomposición, “echada a perder”.
Extraño es que, dentro de este mismo periodo, en solo 127 días se consolidó en el Estado el Sistema Estatal Anticorrupción, ¡Todo el Sistema! ¡completito!, desde la presentación de iniciativa de reforma constitucional hasta las designaciones con toma de protesta de fiscales, magistrados, titulares de dependencias, la comisión de selección y el consejo de participación ciudadana. Una obra ejemplar en la agilidad con la que un Congreso, estudia, analiza, discute y aprueba la creación de leyes, reformas y designaciones tan importantes. Con todo y las prisas hubo muchos voluntarios ciudadanos que se ofrecieron a opinar y participar en los procesos, pero todo su esfuerzo fue descartado como si la sociedad civil no fuera necesaria en la construcción de este sistema. Tal pareciera que en Coahuila, el gobierno tiene la plena capacidad de ser juez y parte tanto en el diseño de sus leyes como en la implementación y los ciudadanos pueden ser espectadores y dormir tranquilos, para muestra tenemos los casos de corrupción de la “megadeuda” o las empresas fantasmas.
No importaron mucho los requisitos estipulados en las nuevas leyes para designar a las personas, la mayoría no cumple con lo establecido, pero eso no se considera acto de corrupción, sólo pequeñas faltas administrativas. La autonomía e independencia fueron totalmente ignoradas, pero se mencionan con orgullo desde la reforma que da origen a nuestro Sistema.
La destitución de Santiago Nieto se ha visto acompañada de múltiples manifestaciones de inconformidad, diferentes grupos ciudadanos han pronunciado su rechazo a esta decisión y diversas teorías de las posibles razones que llevaron a tomar esta polémica decisión se han enlistado. Para los coahuilenses representa la evidencia de fracturas irreparables en otra de las instituciones que podrían participar en el rescate. La Fepade tenía entre 50 y 100 carpetas de investigación por las denuncias presentadas el día de la elección. Y la destitución ocurre el mismo día que el Tribunal Electoral deshecha las impugnaciones del frente de oposición.
Ni a quien pedirle hoy ayuda, México carece de Procurador, Fiscal General, Fiscal Electoral y Fiscal Anticorrupción. Solo nos queda la esperanza de reconstruir nuestras instituciones con una solida participación ciudadana.