‘En el paraíso…’
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TEMAS
Agradezco su atención, estimado lector. Siempre voy agradecer de su atención a estas letras. Y claro, usted manda. Siempre va a mandar en los temas aquí abordados. Dos señoras galanas, atentas y más sabias a mí, me han comentado, cuando las topo en el supermercado o en la hora del almuerzo, que la política harta. Tienen razón. Y han ponderado que a últimas fechas (de un buen tiempo a la fecha, en honor a la verdad) ando más “espiritual”, escribiendo cosas de mayor calado. Tienen razón el par de damas. En honor a ellas, aquí voy. Nuestra vida es sencilla. Siempre nos la complicamos. Harto. Nos preocupamos por el día de mañana… y no sabemos si vamos a llegar vivos a ese hipotético mañana. Lo anterior es una sentencia griega la cual ya luego usted la ha leído en el libro de “Proverbios”. Nos complicamos la vida todo el tiempo y como así ha sido y así va a seguir siendo siempre, existen los magos de la superación personal los cuales están graduados en universidades por lo general de EU y éstos tienen como finalidad arrancarle sus billetes, darle “terapia” y decirle por dónde debe de transitar, cuáles son las mejores palabras e ideas las cuales deben de cocinarse en su mente, cuáles son las mejores acciones (“pensamientos positivos”), cómo devolver el brillo a su vida en pareja y un largo etcétera.
Un día cualquiera, al pasar con mis bolsas de mandado de Soriana, las barras de alerta pitaron y me regresé, a lo cual el vigilante sólo me vio, me dijo: “No hay problema, puede irse señor” y luego agregó lo siguiente lo cual se ha quedado grabado y para siempre en mi pálida memoria: “Así es. Así ha sido siempre y así va a seguir siendo”. Caramba, este vigilante si tiene una filosofía e ideas propias y no puedo menos el halagar su pensamiento. ¿Buscamos a Dios, un Dios? Pues sí, lo necesitamos. ¿Él nos necesita? Lo más probable, no. Por eso el vigilante del supermercado fue claro: “así va seguir siendo”. Con nosotros o sin nosotros. ¿Busca usted ser eterno, estimado lector? Si usted dice sí, lo respeto. En mi caso, absolutamente no.
Nada más terrible, aburrido y absurdo: ser eternos. Por eso los merolicos del coaching, los líderes y conferencistas de este tipo de “conocimiento”, son especialistas en vender humo, sombra, polvo, nada. Buscamos obsesivamente a Dios por un motivo: tener un asidero tanto aquí en la tierra, como en ese estadio hipotético llamado cielo, paraíso o jardín del Edén. Avanzamos: ¿existe el infierno o paraíso? Pues es algo tan temerario afirmarlo, como el decir de la existencia de Dios. Pero esto del paraíso es como un estado, no como un lugar físico; lo han meditado por siglos los hermanos musulmanes, específicamente los llamados sufíes. Y hace poco di con un libro, “En el paraíso de los Sufíes” del doctor Javad Nurbakhsh, para Luis Cárcamo Editor, de España. Bello libro ilustrado con pinturas y miniaturas basadas en el Corán.
ESQUINA-BAJAN
Entramos de lleno al libro: ¿cuál es la temática de este volumen de filosofía oriental? Algo sencillo y complicado: comprometerse en ese viaje hacia la perfección, hacia la paz, hacia ese paraíso llamado Dios. El sufismo en palabras del autor es, “la senda hacia la verdad, su provisión el Amor Divino; su método mirar en una sola dirección, y su objetivo Dios”. Vaya, ese ser inasible llamado Dios o el Altísimo, pero al final de cuentas, somos nosotros mismos: buscar nuestro espacio, paz, nuestro Dios, estar en ese paraíso de tranquilidad tan anhelado pero siempre lejano. Hoy en los días en los cuales transitamos, hay una rapidez en todo, la inmediatez como condena. Aparejado, el signo de lo efímero. Comprar y “tener” cosas desechables las cuales caducan en días. Por eso en redes sociales no hay palabras eternas ni verdades; hay “memes”, ocurrencias, pasatiempos; cosas y palabras efímeras y triviales siempre. Para un sufí, nada más elevado al decir y buscar uno de los Nombres Divinos para así, tratar de llegar al Nombre Absoluto.
Situación imposible lo anterior. Usted lo sabe, en el momento de encontrar ese nombre único y divino, usted será como Dios. Así lo dicen los hermanos judíos (La Tora), los hermanos católicos (la Biblia completa) y los musulmanes (el Corán). Por eso Dios no tiene nombre, es el Innombrable. Él es Él que es. Es YHWH. Pronúncielo usted. Pues es imposible. Fonéticamente es imposible. Por eso su Nombre Absoluto es sólo para iniciados. En un bello poema sufí, Sadi Bustan, escribe: “Aquella zoleyjah llamaba a todo/ desde el incienso hasta el áloe,/ con el nombre “José”. // Ocultaba su nombre entre otros nombres/ para revelarlo sólo a los íntimos”.
El libro invita a meditar. Sólo a meditar y encontrar esa paz interior la cual se nos es negada en el tráfago de la existencia terrena la cual nos atosiga y lleva por derroteros ajenos a nosotros mismos. Se tiene la idea de esta filosofía como algo lejano al humano en sociedad. No. Los sufíes tienen y deben de estar en soledad en medio de la multitud, y aquí y no en otro lugar es donde se cumple su tranquilidad, su paz, bondad y reflexión con y para Dios (Alá). Hay un pasaje delicioso donde un aprendiz le pregunta a un maestro sufí, de su meditación tan profunda y perfecta, la cual observó y anota: “ni un pelo se le movía y nada lo perturbaba”. El maestro, al volver de su meditación, responde dónde lo aprendió: observando a un paciente y monolítico gato el cual esperó por días la salida de su presa, un ratón, el cual fue cazado…
LETRAS MINÚSCULAS
¿Meditar?, ya nadie lo hace. Todo es ruido, ecolalia (Andrés Manuel López Obrador en sus conferencias mañaneras, puf). Menos de esta forma tan perfecta.