En Nuevo León se manejó la estrategia de la frivolidad
COMPARTIR
TEMAS
Minimizar este tipo de poderes, se puede volver catastrófico y evidenciar el pueril pensamiento de una sociedad, como las muchas que existen en el norte de México. Para algunos, a golpes de likes y de tendencias, Mariana Rodríguez -la esposa de Samuel García- hizo ganar a su esposo y revolucionó la forma de hacer la política. El pasado 6 de junio, se eligió simultáneamente a diputados federales y nuevos gobernadores en 15 Estados de la República Mexicana.
Como si fuese una tragicomedia que llevara apuntes en su guion, lo escrito por Giovanni Sartori en su libro Hommo Videns o la sociedad teledirigida, fue como sucedió; se diseño a un candidato a base de likes, vacío y lleno de estereotipos de a lo que aspira y respira cualquier neoleonés. Por otra parte, con una replica más absurda, los demás candidatos, trataban de aterrizar forzosamente a las redes sociales como analfabetas. “La vieja política” (slogan del candidato victorioso) y sus leyes tatuadas en su militancia por años, se daban de bruces, ante un escenario desconocido.
La televisión en México ya había hecho lo suyo en el 2012. Como difusor de la cultura mexicana y parapeto de una partidocracia excesiva que existía, no lo vieron venir y como dicen: “nadie aprende en cabeza ajena”. Por otro lado, pese a lo que muchos argumentan sobre nueva forma de hacer política, marketing en la práctica, sociedad global y una nueva forma de llegar a las nuevas generaciones, NO, yo creo lo que solo algunos opinan. Nuestro país adolece de un vicio llamado machismo y SÍ, ganó en Nuevo León porque es un gran representante de la sociedad que lo votó. La típica pareja que es conservadora, rica, de piel blanca y por supuesto machista. Mariana Rodríguez contribuyo a reforzar el estereotipo con el que consciente e inconscientemente se identificó el electorado. Otros factores tradicionales influyeron, pero en nada fueron determinantes.
“La chavacana” con más de 1.7 millones de followers y 25 años, sin conocerlo ni saberlo, movía masas como lo planteó Sartori, que lo hacía la televisión en el año de 1997. La idea de un ser humano que solo entiende lo que ve y para el solo existe lo que mira, lo sabían o eran ambos pacientes de ese experimento, que llevaron del terreno teórico a la práctica. Esa es una formula infalible como hábito de comunicación, para poder llegar a nuevas generaciones. Gracias a la incapacidad de raciocinio y de juicio fue que ganó Samuel.
Así han citado a Diana Marenco, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM algunas plumas. “No es la figura de ella la que sobresale en las redes. Es el tipo de relación que ambos representan y que a los mexicanos nos es muy familiar (…) sobretodo con los regiomontanos que se identifican con una sociedad católica, conservadora y profundamente machista”. Mujer ingenua y sumisa que obedece a su marido, es la imagen con la que muchas sociedades en nuestro país, se identifican y respaldan.
De lo que alcancé a leer sobre el candidato naranja, -y vi en muchos otros candidatos- fue la ausencia de ideas con más imágenes y fragmentos de un rompecabezas; además, el caso de la campaña de Samuel García es que su campaña se alejo de la política y lo acentuó en su modo de vida y estructura familiar, tipo reality show. Los medios de comunicación, hicieron las veces de revistas del corazón, y dejaron de lado las propuestas y plataformas políticas.
No dejemos de lado, la calculada intervención de su pareja, que todo lo hizo, como es, pensando en su propio beneficio, más que en el colectivo de mujeres que la siguen. Sin ser experto, recomiendo tener cuidado cuando se refiere a ella como mujer empoderada. Es solo en búsqueda de un empoderamiento individual, un poder personal, y no visto ciertamente, dentro de un espectro feminista, el que busca impacto en todas las mujeres. Finalmente y lamentablemente, la figura de Mariana es para Samuel el de un ser accesorio. Creo que no hay que equivocarnos de lectura y pensar en la sobredimensión, en todo caso, preocupémonos por las ideas y por otros balances que hagan idóneo a un candidato, receptor de nuestro voto.