La profecía se agotó
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¿Qué sucede cuando se agota una profecía? Peor aún, cuando se cumple y llega la incertidumbre. Si antes los priístas se aferraban a la clarividencia de una señora en el Estado de México, para el 2017 ya no les queda nada.
La leyenda es bien conocida: la vidente Francisca Castro Montiel citó en Atlacomulco, a inicios de la década de los 40, a los personajes más influyentes del pueblo, les quería enseñar el futuro, lo que había visto: “seis gobernadores del Estado de México serían originarios de esas benditas tierras y uno de ellos sería Presidente de la República”, así lo narran en el libro “Negocios de Familia”, Jorge Toribio Montiel y Francisco Cruz. Es 2017, seis gobernadores han provenido del grupo Atlacomulco y uno de ellos ocupó la silla presidencial, ¿y qué sigue?
Esta semana, una encuesta del diario El Universal ya ponía de manifiesto el escenario incierto al que el PRI tanto le temía: un empate técnico que por primera vez no les permite vislumbrar un triunfo seguro. De acuerdo con esta primera medición, de cara a las elecciones para Gobernador en junio, no hay aún un claro candidato aventajado.
Alfredo del Mazo, el priísta del grupo Atlacomulco, no tiene ni un punto de diferencia con una opositora panista que hasta hoy ni siquiera se ha registrado como precandidata: Josefina Vázquez Mota. La holgada ventaja que durante décadas disfrutó el PRI ya no existe, al menos en el arranque de las campañas.
¿Será que necesitan de una visión que les permita a los priístas tener la seguridad de una victoria segura?
Esta encuesta no sorprende sólo por los 17 puntos de preferencia electoral que comparten el PRI y el PAN, sino por los 16 puntos con que les pisa los talones Delfina Gómez, una exoperadora de Antorcha Campesina –un movimiento históricamente ligado al PRI– y que hoy es el rostro que Andrés Manuel López Obrador eligió para el avance de Morena.
Hace 12 años, cuando Enrique Peña emprendió la lucha electoral contra el panista –y fallecido– Rubén Mendoza y contra Yeidckol Polevnsky en el PRD tampoco había una ventaja marcada. De hecho, la primera encuesta lo colocaba en segundo lugar detrás del panista Rubén Mendoza. Una distancia que superaría muy pronto para dejarlo hasta 40 puntos atrás. La profecía de que uno de Atlacomulco llegaría a los Pinos aún no se cumplía.
Aquella fue la elección “del guapo”, del priísta educado para escalar el Edomex y brincar a la Presidencia.
Hace seis años, el escenario del PRI en esa entidad también era cómoda: Eruviel Ávila, de un grupo distinto, del Valle de México y no del mítico Atlacomulco, mantuvo desde el día uno la preferencia electoral que dejó fuera de la contienda al entonces perredista Alejandro Encinas y al panista Luis Felipe Bravo Mena. Nada comparado con la reñida competencia que hoy enfrenta un poco carismático Del Mazo.
Y aunque la presencia de Vázquez Mota en la contienda causa incomodidad, la que más le preocupa al PRI es Morena, es Andrés y Delfina, quienes pasaron de ser la quinta fuerza electoral en las elecciones del 2015, donde sólo consiguieron uno de los 125 municipios, a acercarse con un 16 por ciento de la preferencia electoral.
Pierda o gane, Morena es el gran enemigo del PRI, uno que lo sigue de cerca en el Edomex y rumbo al 2018, uno que ninguna profecía parece anunciar que quedará en el camino para regresarle al grupo Atlacomulco la certeza de mantener el poder.
@jrisco