Los otros datos del miedo, entre López Obrador y el COVID-19

Politicón
/ 20 julio 2020

Hace poco leí una “cabeza” de una nota periodística la cual me dejó helado. Era de “dos pisos”, como solemos llamarle en la jerga a esto. Fue en un diario de la localidad: “Sin cambio, depresión podría ser permanente”. Pues sí, se eriza la piel y el esqueleto. El anterior encabezado informativo luego nos da los pormenores de lo cual reza en su cuerpo: todas las firmas bursátiles y de análisis financiero, tanto nacionales como internacionales (Credit Suisse, Citigroup, Citibanamex, Banco de México y otros), nos ubican en los peores pronósticos negativos en cuanto a crisis luego de meses de pandemia y aislamiento social y comercial. El PIB, la contracción del PIB es decir, el decrecimiento del país, va a andar por el dramático -11.2%. Siendo alegres, sería al menos -9%. De este tamaño va a ser nuestra tristeza, desolación y desesperación.

A nivel local, una voz autorizada como la del maestro y economista Antonio Serrano, lo ha dicho con todas las letras: “No saldremos del atolladero económico en el que nos encontramos, por lo menos, no durante los próximos cuatro años, ni será el nuevo T-MEC el tratado que venga a rescatarnos del marasmo en el que nos encontramos en materia económica”. La visita de Andrés Manuel López Obrador a Estados Unidos fue para legitimar a Donald Trump y sus aspiraciones presidenciales de reelección. En materia práctica y líneas duras de acción a favor de los mexicanos, no hay nada concreto. No hubo nada delimitado y al día de hoy, ni se ha visto ni se verá.

¿Miedo al bicho? Sin duda, el bicho existe. Tan es así, que la falta de protocolos, acción, planes y preparación del Gobierno federal de AMLO ante semejante reto, fueron nulas y hoy estamos pagando un precio muy alto por su incompetencia. En la semana del lunes 6 al domingo 12 de julio, cada dos minutos una persona murió por COVID-19 en México. En esta misma semana, cada 14 segundos una persona se contagió. Al momento de redactar esta nota, nos acercamos rápidamente a los 40 mil muertos (la cifra todo mundo lo dice, es al menos tres veces más). Cuando se lo he dicho y está perfectamente documentado: López Obrador y san Hugo López-Gatell al inicio de esta pandemia, hablaban chabacanamente de 800 a mil muertes, luego dijeron de una mortalidad de 8 mil mexicanos por el virus (26 de abril).

Vamos por más de 40 mil muertos y la cifra no va a parar. Estos, todos estos datos son ciertos, son los datos del miedo y del terror. Y lo que tenía que pasar, pues pasó. Ya lo habían advertido la alianza de gobernadores, los cuales han mostrado un liderazgo y cohesión envidiable: al trasladar la responsabilidad el gobierno federal de abrir o cerrar los negocios en cada entidad, junto con ello, el Gobierno federal de AMLO los iba a ser responsables de los contagios. Así ha pasado.

ESQUINA-BAJAN

En su momento, lo anterior lo advirtieron los gobernadores Miguel Ángel Riquelme (Coahuila), Jaime Rodríguez (Nuevo León), Francisco Javier García (Tamaulipas), Silvano Aureoles (Michoacán), José Rosas Aispuro (Durango), José Ignacio Peralta (Colima) y Enrique Alfaro (Jalisco). En estos días, san Hugo López-Gatell dijo que las medidas de prevención dependen de las autoridades locales y estatales, para luego reprochar y remarcar que en muchos casos no hay coordinación ni se toman las medidas del semáforo epidemiológico federal (sábado 11 de julio).

Ya se había advertido de lo anterior. Pero, enfático, el diputado, Secretario la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Jaime Ramírez, salió a la palestra pública: “Desde hace tiempo la epidemia está fuera de control, a las entidades no se les ha dado un solo peso adicional para atender el COVID-19, no hay atención al personal médico, los hospitales están hasta la madre…” Es diputado, sabe de lo que habla. ¿Recuerda usted un viejo libro, una vieja novela de Luis Spota, aquella de “Más cornadas da el hambre”? sus letras se cumplen cabalmente hoy. La gente no le tiene miedo al bicho, le tiene miedo a un futuro que no existe y que es hoy: la pobreza, las carencias, la falta de trabajo, de oportunidades… el hambre.

Un estudio reciente de la UNAM (Programa Universitario de Estudios del Desarrollo), ha advertido que hasta mayo, los pobres en México han alcanzado la cifra de 38 millones de personas. 16 millones más que en febrero del año pasado. Situación de pobreza extrema derivados de la pandemia del bicho asesino y sin control. La crisis sanitaria se convierte en crisis social y económica. La crisis social y económica tiene un denominador: hambre. La gente, los mexicanos tienen hambre. Y si tienen hambre, van a salir a la calle a buscar oportunidades de trabajo, pesos y comida. ¿Miedo al contagio? Pues esa es cosa de gente sentada en sus residencias, conectadas a su ordenador personal y “trabajando” desde casa; lo que eso signifique.

Los hombres en el poder, lo hemos visto históricamente, actúan de modo y manera de que el pueblo tenga miedo. Y el miedo es hoy sembrar intangibles con el bicho: ponte el bozal (el cubrebocas, pues), ponte pegamento una y otra vez en las manos (el gel, pues. Aunque, ya dijeron los gringos, es tóxico: AAA Cosmetica, Grupo Insoma, Soluciones Cosméticas, Transliquid Technologies, tropicosmeticos y un largo etcétera. Allá usted si hace caso de siempre ponerse pegamento una y otra vez), remoja tus zapatos en dos o tres tapetes (basura, no sirven para nada lo anterior. Aquí le voy a platicar de estos mitos en próximo texto)… en fin: miedo.

LETRAS MINÚSCULAS

“Se le teme a algo concreto. ¿Miedo? Jamás se le debe temer a algo invisible, como los sentimientos, sueños y visiones…”, dijo Phillipe Lowell. No le tema al bicho. Tenga miedo, mucho miedo de la incapacidad de AMLO y sus claques.

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