Los placeres de la carne
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-Acúsome, padre -se confesó una beata-, de que cometí un pecado de la carne.
-¡Alabado sea el Santísimo! ¡Tú, que hiciste voto de pureza en el octavario de Santa María Goretti! ¿Qué pecado de carne cometiste, desdichada?
-Un viernes obligaba la abstinencia, y comí huevos con chorizo.
Pecados de la carne hay muchos, afortunadamente, y muy variados. De diez mandamientos que tiene el decálogo mosaico, dos, el sexto y el noveno, se refieren a esos pecados. El 20 por ciento. No está mal. Una copla del siglo XVII, posiblemente compuesta en Oaxaca, aludía a esos dos preceptos:
Si no se quita el noveno,
y el sexto no se rebaja,
ya podrá Diosito bueno
llenar su Cielo con paja.
Quiere decir esa copla que en mayor o menor medida casi todos los hombres –y las mujeres también, dicho sea con el mayor respeto- pecamos o hemos pecado alguna vez en lo relativo a las tentaciones de la carne. Tomen ustedes por ejemplo al poeta Amado Nervo, el de “Gratia plena” y otros poemas llenos de gracia como el Ave María. Era un místico, y sin embargo don Federico Gamboa dijo de él que dirigía a las mujeres “miradas resbalosas”.
Afirma un dicho antiguo: “De la cintura para arriba todos somos santos”. Yo tengo para mí que el pecado original fue culpa cárnea. Por desgracia en nuestros tiempos ese pecado, el original, ya ha perdido toda su originalidad. Me dicen que hay un cuantioso premio para el que invente el octavo pecado capital.
Alejandro Casona, comediógrafo español, jamás se había fijado en cosas de cocina: era parco y austero en plato y copa. Empezó a comer y a beber bien cuando frisaba ya en los 50 años de su edad.
-Me estoy preparando -explicaba- para el tiempo en que la gula será el único pecado de la carne que podré cometer.
Sabrosa es la carne, ciertamente, en todas sus manifestaciones. La carne codicia a veces contra el espíritu, es cierto, pero el espíritu puede esperar. En cambio cuando tocan a carne no hay quien no acuda con presteza, a menos que sea un San Antonio. Cierto sujeto era padre ya de 15 hijos. Una trabajadora social le aconsejó que cuando le vinieran las ganas de “aquello” pensara que tenía ya 15 bocas que alimentar.
-Señorita -respondió el prolífero señor-, cuando me vienen las ganas de aquello me siento capaz de alimentar a toda la República Mexicana.
Tenía razón en esa sinrazón. Una leyenda apócrifa asegura que el Creador le dijo a Adán:
-Te tengo dos noticias, una buena y una mala. La buena es que te voy a dar dos partes muy importantes: el cerebro y otra. La mala es que no te podrán funcionar las dos al mismo tiempo.
Hay que escoger, es cierto. El problema es que llegado el caso casi todos escogemos lo mismo. Decía Woody Allen: “¡Qué maravilla es el cerebro! Es mi segundo órgano favorito”.