Margarita, AMLO y Osorio

Politicón
/ 27 noviembre 2016
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¿En cual de los tres frentes podría suceder lo improbable? ¿O, por qué no, lo inconcebible?

Tendrían que existir algunos imponderables, una que otra marrullería o una metida de pata monumental para que la boleta de elecciones en el verano del 2018 no incluya el trío formado por Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala o Miguel Ángel Osorio.

El primero de ellos, López Obrador, es ya candidato virtual de Morena y no habrá poder humano (aunque desde Los Pinos siempre pueden intentar el poder jurídico, como lo quiso hacer Fox en 2006) que pueda desplazarlo de la candidatura oficial.

Por su parte, Margarita Zavala, la ex primera dama, tiene dos enormes virtudes que la hacen poco menos que invencible dentro del PAN. Primero, que su nombre es infinitamente más reconocido que el de cualquier otro militante panista. Eso no significa necesariamente una intención de voto, pero se le parece mucho, al menos en términos de percepciones cuando llegue el momento en que un partido deba tomar una decisión. Que el ciudadano de a pie la reconozca y al mismo tiempo no tenga idea de quién es Ricardo Anaya, constituye una enorme ventaja cuando los militantes panistas deban hacer sus cálculos de las posibilidades de que su candidato pueda alcanzar la silla presidencial.

Desde luego que existen muchas resistencias dentro del partido contra el grupo político al que pertenece Zavala. Durante su mandato, Felipe Calderón hizo trizas la autonomía del partido e intentó convertirlo en un apéndice de la oficina de Los Pinos. En el proceso lastimó a buena parte de los cuadros nacionales y regionales a quienes hace muy poca gracia la extensión de la dinastía Calderón-Zavala.

El problema de estos grupos rivales es que carecen de un candidato competitivo. Pese a todos los recursos utilizados, Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla, ha fracasado en su intento de  hacerse de una reputación nacional. O para ser precisos, la reputación la ha conseguido pero en negativo y en detrimento de sus posibilidades. Y por lo que respecta a Ricardo Anaya, el joven presidente del partido, nadie duda de su talento político avalado por su fulminante encumbramiento. Pero enfrenta dos objeciones serias. Una dentro del partido y otra afuera. La primera es que muchos militantes consideran que mantener la presidencia del blanquiazul y al mismo tiempo trabajar por su candidatura rompe un principio de parcialidad elemental, pues lo convierte en juez y parte del proceso de selección interna. La segunda objeción, la externa, es que de cara al electorado proyectaría una imagen de fragilidad e inmadurez muy poco competitiva frente a cuadros experimentados como López Obrador u Osorio Chong. Y si asumimosel complejo panorama que enfrenta el futuro inmediato de México, es improbable que el elector otorgue su voto a un candidato con poca experiencia.

Osorio Chong, actual secretario de Gobernación, tampoco es el preferido entre muchos priístas o al menos entre los que forman parte del círculo presidencial. En Los Pinos preferirían proyectar a un cuadro con formación técnica y financiera, capaz de bregar con los duros desafíos que afronta el País, particularmente ahora que el gobierno de Trump, todo hace suponer, cimbrará las bases mismas del modelo de crecimiento por el que optó México en los últimos lustros.

El problema es que de los tres candidatos con este perfil sólo queda el último: José Antonio Meade. Las dos primeras opciones, Luis Videgaray y Aurelio Nuño, sucumbieron políticamente en el camino. Y Meade, actual secretario de Hacienda, pese al reconocimiento unánime sobre sus habilidades como economista, no logra proyectar una imagen solvente en términos de oficio político. Tiene un año para conseguirlo.

Así las cosas, hoy por hoy el PRI sólo tendría dos candidatos “vivos”. El ministro Osorio Chong y el gobernador del Edomex, Eruviel Ávila. Pero este último aún tendría que pasar la dura aduana de asegurar un triunfo del PRI en las elecciones de Gobernador del próximo año. Algo que la alianza entre PAN y PRD pone en predicamento. Si no consigue su objetivo y entrega su entidad a la oposición, se esfumaría cualquier posibilidad de Eruviel para disputar la candidatura presidencial a Osorio.

En resumen, la lógica remite una y otra vez a estos tres nombres para la batalla definitiva: Margarita Zavala, Andrés Manuel López Obrador y Miguel Ángel Osorio Chong. Dicho lo anterior, nadie puede ignorar lo que acaba de suceder en el proceso electoral en Estados Unidos. La lógica política sirvió para un carajo y terminó imponiéndose lo improbable, por no decir lo inconcebible. La pregunta de fondo es ¿en cual de los tres frentes podría suceder lo improbable? ¿O, por qué no, lo inconcebible?

@jorgezepedap

www.jorgezepedap.net

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