Mayab

Politicón
/ 24 septiembre 2017

Los mayas han estado presentes en estas tierras por casi tres mil años. Han vencido adversidades de todo tipo, han sido creativos para adoptar estrategias de resistencia ante los más variados desastres

Ha sido una semana de gran intensidad, plagada de emociones encontradas y borbotones de información. Inició el domingo al mediodía con el periplo de Saltillo a la “blanca” Mérida. Los taxistas dicen que el mote se debe a la limpieza de sus calles y la blancura de sus fachadas, pero las evidencias antropológicas y el diseño urbano de la ciudad por parte de los conquistadores, indican que era la parte central de la urbe, aquella en la cual habitaban los españoles. Su perímetro se delimitaba por una muralla, en tanto los ingresos y salidas de bienes y personas se controlaban mediante siete arcos, de los cuales solo tres subsisten en el presente. En los alrededores habitaban los mayas y la población negra.

En la época precolombina, lo que hoy conocemos como península de Yucatán se denominaba Mayab, cuyo significado en lengua maya es: “lugar donde hay poca gente o de gente escogida”. Yucatán, el nombre impuesto desde la colonia y que permanece hasta nuestros días, se atribuye a un malentendido en la comunicación entre españoles y nativos. Los conquistadores inquirían acerca del nombre de esas tierras y los mayas respondían en su lengua: “no te comprendo”, “oye cómo hablan”, o “no te entiendo” (Ci u t’ann).

El propósito central del viaje fue atender la convocatoria para participar en la séptima edición del Congreso de la Sociedad Hispanoaméricana de Insumo-producto, la cual se celebró del lunes al miércoles en las instalaciones centrales de la Universidad de Yucatán, en el corazón del centro histórico de la capital yucateca. Como este verano no disfruté de vacaciones, pues impartí cátedra en el Centro de Investigaciones Socioeconómicas de la UAdeC, decidí tomar unos días para tan siquiera atisbar la grandeza, resistencia, vigor y capacidad de adaptación de la civilización maya.

Al término de las sesiones matutinas del martes, comenzamos a recibir las inquietantes noticias del terremoto en el centro de la república. Por la tarde prosiguieron los trabajos y tuve oportunidad de disfrutar la presentación del ensayo de un joven economista de la UNAM, Jesús Manuel García Ramos. Su investigación, la cual hace un seguimiento de las cadenas globales de valor de las exportaciones manufactureras entre 1995-2011, fue merecedora del premio Emilio Fontela, distinguido economista español que fue discípulo de Wassily Leontief (estadounidense de origen ruso, Premio Nobel en 1973 y autor de la formulación inicial del modelo de insumo-producto). Su trabajo muestra que los grandes ganadores del proceso de globalización han sido los Estados Unidos, China y Alemania. Si bien, México se ubica en una posición de mucha menor importancia, registró avances durante este periodo. 

Contra las afirmaciones de la ignorancia interesada de Donald Trump, estos resultados respaldan la visión de que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido una pieza clave en el sostenimiento y fortalecimiento de la posición competitiva de los Estados Unidos frente a los gigantes de Asia (China) y Europa (Alemania). La posición de liderazgo estratégico de los Estados Unidos en la economía, las finanzas y la geopolítica, será seriamente afectada por la arrogancia y voracidad del Agente Naranja. 

Con las preocupaciones de los efectos tangibles y potenciales provocados por la naturaleza y por el Gobierno del Imperio del norte en manos de un megalómano (condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una hinchada autoestima), el jueves emprendimos una excursión a Chichen Itzá e Izamal. Lo que vieron nuestros ojos fue la expresión arquitectónica de una cultura magnificente, construida sobre una cosmogonía (ciencia o sistema que trata del origen y la evolución del universo) respaldada por conocimientos matemáticos y astronómicos que aún hoy día sorprenden a propios y extraños. También visitamos el Gran Museo de la Cultura Maya y el de Antropología Regional de Yucatán y conocimos otra joya de la cultura Maya: Uxmal.


Los mayas han estado presentes en estas tierras por casi tres mil años. Han vencido adversidades de todo tipo, han sido creativos para adoptar estrategias de resistencia ante los más variados desastres provocados por la naturaleza o las decisiones de los hombres. Su sabiduría y tenacidad les ha permitido conservar una cultura que late vigorosa en la vida cotidiana de la península. La riqueza de su cultura es fuente de inspiración ante las adversidades contemporáneas de la república mexicana: prevaleceremos y saldremos adelante. 

adavila_mx@yahoo.com.mx

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