México en un solo corazón

Politicón
/ 24 septiembre 2017

Quienes fueron testigos del terremoto de 1957, cuando se cayó el Ángel de la Independencia, nos cuentan cómo fue la ira de la tierra que causó la muerte a unas 700 personas

Nos tiembla sobre temblado. Nos asustamos aún asustados, a la distancia. Quienes viven por allá, entre el centro y el sureste mexicano, ahora viven aterrados. Desde nuestro entorno les mandamos consuelo, ayuda, solidaridad y los abrazamos.

Otra vez en 19 de septiembre, muy cerca del también fatídico día siete del mismo mes, cuando el azote más drástico fue para nuestros hermanos de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, con quienes estamos, al igual que con nuestros connacionales de la Ciudad de México, Morelos, Estado de México y Puebla.

Quienes fueron testigos del terremoto de 1957, cuando se cayó el Ángel de la Independencia, nos cuentan cómo fue la ira de la tierra que causó la muerte a unas 700 pesonas. Después de ese movimiento sísmico de 7.7 grados de intensidad, muchos hemos sido testigos, ya sea presenciales o a distancia de los que han seguido.

Para algunas generaciones, lo ocurrido en 1985 son imágenes grabadas que no se borran. En aquella ocasión nunca nos pusimos de acuerdo en la contabilización de las víctimas mortales. A final de cuentas se concluyó que fueron unos 10 mil.

Hoy hablamos de unos 90 a consecuencia del terremoto del 7 de septiembre y poco más de 300 por el del 19 pasado.

Efectivamente las cifras son muy diferentes, pero al mismo tiempo nos habla de la vulnerabilidad de la Ciudad de México y en general la zona centro y la costa del Pacífico. Nos dice que las construcciones viejas se caen por los sismos, pero que también algunas nuevas no resisten.

Y ante la destrucción y el dolor, nos revela una sociedad muy solidaria, unida en un solo corazón, pero a la vez demandante.
El clamor que explotó desde un principio fue la exigencia de que los partidos políticos cedieran los cerca de 7 mil millones que les otorgarán para los gastos de las campañas políticas.

Al principio los políticos aparentaron tener oídos sordos, pero, ante el repudio ciudadano que se han ganado a pulso y por la presión que tuvieron en las redes sociales han optado por aceptar el llamado, aunque, fieles a su vocación, tratan de sacarle provecho.

La proyección de México hacia el mundo ha sido efectivamente de la tragedia y el luto que nos embarga, pero también del empuje y la solidaridad del pueblo mexicano.

Los especialistas dicen que los sismos no se pueden predecir, pero los mexicanos que hemos aprendido tras el dolor lo positivo que es la protección civil, tenemos que educarnos y reeducarnos en este tema.

Es tarea de los gobiernos velar por las reglas de las edificaciones, de los anuncios panorámicos, de todo cuanto se instale, porque ya lo vimos, somos vulnerables y son cosas de vida o muerte.

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