No más valemadrismo, por favor…

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“La indiferencia, la falta de respeto, la ignorancia auto inducida y el relajo, provocan que nos hagamos pendejos e impiden que nos transformemos como sociedad”; Guido Lara, fundador y director general de Lexia Investigación Cualitativa, dice que son los cuatro jinetes del valemadrismo. Y tiene razón. Han sido un lastre y tristemente forman parte de la idiosincrasia de millones de mexicanos. Pero ya va siendo hora de que nos deshagamos de ellos, bastantes males nos han acarreado a título personal, y ya sumados, como país.
Nos quejamos de que tenemos un asco de gobernantes, de que todos son rufianes y sinvergüenzas, de que los partidos políticos son lo más indecente e inútil que existe en nuestro país, de que los servicios de salud valen una pura y dos con sal, de que la educación está por la calle de la amargura, de que los ricos son unos depredadores, de que los pobres lo son por culpa de los ricos, de que la inseguridad se está adueñando de cada calle, de cada plaza, de cada colonia de nuestras ciudades, de que cada día hay más pervertidos violando mujeres de cualquier edad, de que la violencia en todas sus versiones nos está comiendo a tranquilidad a dentelladas, de que la corrupción y la impunidad gubernamental sumada a la que ya permeó hasta el tuétano en la sociedad, están pudriendo a México, de que la superficialidad está de moda igual que mandar al diantre principios y valores… de que… usted agréguele al listado lo que estime que está provocando este dolor inconmensurable que debiera estremecernos hasta el fondo del alma y compelernos a no seguir viviendo montados en el limbo de la nada, de cuanto nos arrebató hasta la capacidad de asombro.
Pero… aquí va el pero… ¿qué hemos hecho nosotros, de manera contundente, en nuestra condición de individuos, de parte de una familia, de integrantes de una sociedad, de trabajadores, de profesionistas, de maestros, de periodistas, de burócratas, de deportistas, de empleado, de empresario de cualquier tamaño, de desempleado, de viejo, de joven, de mujer, de hombre, de rico, de pobre, de clasemediero, de ser viviente, de lo que usted guste y mande, pero al final del día, habitante de este país, para impedirlo, o de perdida para que no alcance los niveles a los que ha llegado nuestra debacle? Sí, nuestra, porque todo esto no sucedió por obra y gracia de la casualidad, en ella participamos todos, unos activos y otros pasivos. Nada de lavarse las manos y empezar a repartir culpas a lo López Obrador. Nos vendría muy bien que nos echáramos un clavado al interior de nuestras vidas para pasar revista a lo que hemos hecho bien o mal y a lo que hemos dejado de hacer, pero sin contarnos mentiras, ni decir que si se vale a lo que no se vale, nomás porque lo hicimos o lo dejamos de hacer nosotros. Es un ejercicio que debiéramos imponernos de vez en cuando, para no perder la brújula y tomarnos una buena ración de “ubicatex”, es decir de “sinceramiento” con nosotros mismos para ver donde estamos parados, y si no nos hemos ido al precipicio, o si ya nos fuimos, pues para poder salir. Un buen baño de humildad nos haría bien, hay momentos en los que se tiene que entender de plano que no somos el ombligo del mundo, si no un simple mortal, aunque se tengan títulos académicos, inteligencia asombrosa, muchos billetes, etcétera. Todo eso es perecedero. Cuando te mueres no te llevas nada y con las incineraciones te reducen a montoncillo de cenizas. ¡Nada!
No es posible continuar con esta parsimonia. Tenemos que reaccionar, tenemos que activarnos por los niños y los jóvenes y por cuantos vendrán después que nosotros. El País no puede seguir por donde lo llevan los miserables que dizque nos gobiernan, ya estaba mal, pero ahora está peor. Empecemos por nuestro entorno, el 18 de octubre tenemos elecciones en Coahuila, vamos a elegir un nuevo congreso, entérese de las propuestas de los partidos ofertadas por sus candidatos, no se guíe por lo que oiga en la calle o por lo que le cuenten los amigos. Revise su hoja de vida, usted, conozca su trayectoria. Ya basta de votar a ciegas. Su voto sí hace la diferencia y no es cierto que todos los candidatos sean indignos de su confianza, ya abandone esa triste manera de eludir responsabilidades. Votar es un derecho que costó mucho que fuera universal, no lo tire a la basura, y además es una obligación que tenemos como mexicanos y como ciudadanos. Necesitamos que llegue gente capaz y honesta.
La fracción III del artículo 36 constitucional federal, y la II del 18 local son contundentes, léanlas por favor, la participación de cada uno de nosotros en las elecciones populares es la que permitirá que tengamos un Coahuila diferente. Desde el Congreso se genera el contrapeso que se traduce en políticas gubernamentales a favor del bienestar de los gobernados. En Coahuila no tenemos esa experiencia. Ya es hora de dárnosla y depende del voto consciente, informado, razonado, de usted, de usted que tiene el derecho de elegir y el deber de hacerlo posible. La cultura cívica se construye en los hechos, es el mejor ejemplo de amor a nuestra tierra común.