Pobres mexicanos, tan lejos de Suecia
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1.- Ya sé, que los suecos son 10.23 millones; que tienen uno de los sistemas de salud pública más eficientes del mundo; que su población es famosa por el orden y la disciplina; que gozan de alta calidad en servicios y obras públicas mediante el uso óptimo de los impuestos.
Que se distinguen por el “desprendimiento del ego”, pues tienden a decir, pensar y actuar más en beneficio colectivo que en el individual, y muchas otras características que los hacen ver como si fueran de otro mundo.
Y esto va a servir para que algunos de mis cuatro lectores reclamen que lo que funciona allá no tiene por qué jalar en México, pues no tenemos un sistema de salud pública que digamos sea eficiente; no somos así que digan muy ordenados ni disciplinados; los impuestos que pagamos sabrá el Dios de Spinoza que hace el gobierno con ellos porque desde hace muuuuchos años los servicios y obra pública que recibimos no concuerdan con la carga fiscal que afrontamos; y solemos pensar, decir y actuar más en lo individual que en lo colectivo, cuidando nuestras propias zonas de confort.
Les platico primero la anécdota del director de la Volvo en Gotemburgo, al oeste de Suecia, porque ilustra la cultura del “desprendimiento del ego” que caracteriza a ese pueblo:
A diferencia de lo que sucede en las empresas mexicanas, en esa compañía sueca, en los estacionamientos para los vehículos del personal no hay espacios exclusivos, ni techos para los chipocludos e intemperie para el infeliciaje. Todos los cajones son iguales.
Es proverbial la costumbre de que los empleados que llegan primero a sus plantas, estacionan sus carros en los cajones más alejados de las puertas, para que los que llegan rayando al cuaco recorran menos metros y les lleve menos tiempo entrar a sus trabajos.
Ni los extranjeros violan ese precepto, como tampoco se meten a la brava en filas de personas y vehículos. Si alguien se encuentra una cartera o un celular o cualquier otro objeto de valor, indaga por el dueño, lo buscan y lo encuentran.
En suma, no hay en Suecia indicios de la “cultura” del agandalle, que -aunque nos duela- impera en México. Sí somos solidarios, pero cuidando cada uno su respectiva zona de confort y cuando se trata de mostrar la cara ante algo que no nos parece del gobierno, esperamos que otros lo hagan primero, o nos ponemos máscaras de luchador.
¿Será por esa cultura del “desprendimiento del ego” que sin encerrarse ni parar los motores de su economía como lo hacen Europa y México, llamaron la atención de la OMS por los resultados que están obteniendo en el control de la pandemia?
Es el único país donde el gobierno permite que el virus se propague a su antojo buscando alcanzar la “inmunidad colectiva”, que consiste en que determinado número de personas de una comunidad contraiga el virus y produzca anticuerpos que inhiban la recurrencia de la infección.
Realizan un experimento observado por el resto del mundo. En ese país nórdico la vida transcurre como si nunca se hubiese declarado una pandemia y esto ha asombrado por su manera de controlar el virus sin aislamiento.
El gobierno sueco nunca implementó las severas medidas de “quédate en casa”, o usar tapabocas ni cerró sus fronteras.
Se concentró en pedir a su población que tome medidas voluntarias para evitar la propagación del COVID-19 y depositó en la gente la responsabilidad de cuidarse.
Ahora que ya llegó la primavera y a diferencia de lo que ocurre en otros países, los suecos disfrutan su vida normal y las aglomeraciones se ven todos los días en centros comerciales, tiendas, parques y lugares de esparcimiento.
Los deportes se desarrollan normalmente y en la población prevalece la idea de que el contagio del virus creará sus propias defensas.
Esta práctica no fue ocurrencia de ningún político, sino que es el producto de consultas que el gobierno sueco hizo a los epidemiólogos más acreditados del mundo que hicieron posible que este país sostuviera una curva bastante plana merced a que el sistema nacional de salud está otorgando sus servicios a todos los portadores del virus.
Según estos epidemiólogos, la enfermedad se detendrá cuando alcance al 60% de la población y luego descenderá rápidamente el contagio.
“Hoy sabemos que este virus no va a desaparecer y tenemos qué lidiar con él de manera sostenible”, dijo uno de ellos.
Algo duramente criticado por otros países fue permitir que los niños y adolescentes siguieran asistiendo a sus escuelas. Voceros del gobierno sostienen que no podían permitir que los planteles cerraran indefinidamente.
Según los portavoces del área de salud de Suecia, la inmunidad que están esperando podría darse a finales de este mayo.
El número de muertes provocados por este virus en dicho país, sobrepasa por mucho al de otros vecinos nórdicos. Suecia: 2,586. Finlandia: 206. Noruega: 207.
Pero si comparamos sus números con los de otras naciones europeos que han aplicado el confinamiento como estrategia, el resultado se carga a favor de los suecos: España: 24,275. Francia: 24,087. Italia: 27,682. Reino Unido: 27,000.
La apuesta parece haber sido exitosa para Suecia, sin cierre de fronteras, de empresas y sin provocar un descalabro económico como sí sucede en los otros países citados y también en México.
Ante la falta de una vacuna, funcionarios de la OMS han dejado entrever que la estrategia sueca podría ser el modelo a seguir en el futuro.
Al profundizar en dicha estrategia, un corresponsal que tengo en Corea del Sur -Armando Casas- directivo del de desarrollo tecnológico de una empresa líder en televisión, viajó a Estocolmo para documentar el modelo sueco y concluyó que aparejadas a las anteriores medidas, se cuentan las siguientes:
1.- Total desaparición de funcionarios políticos de la escena en el manejo del corona virus.
2.- Contratación de científicos de todo el mundo (no hay ni uno de Cuba) para coordinar en un equipo “task force”, las tareas de campo del personal de salud encargadas del tema.
3.- Información dura, real, sin maquillaje y transparente sobre los números reportados en todo el país en tres aspectos: Aplicación de pruebas; número, localización e identificación de infectados y decesos.
4.- Atención médica gratuita con calidad de los servicios privados de paga (los públicos son sin costo para todo asalariado) para todo ciudadano natural, emigrado, con estancia legal e ilegal en el país, en caso de contagio.
5.- No disfrazar con ningún tipo de “neumonía atípica” el padecimiento del virus y canalización inmediata a los centros de salud para su atención en caso de confirmarse o de que se descarte.
6.- Compra de los equipos más competitivos del mundo (no chinos) para dotar de sistemas de intubación endotraqueal pulmonar las camas de los hospitales.
7.- Coordinación estricta de la información pública sobre la pandemia por el gobierno nacional con cada una de sus provincias y ciudades. Está prohibido tomar decisiones y acciones unilaterales para evitar contradicciones o contraposiciones.
8.- Informar on line a la población con lujo de detalles el uso que se le da a los presupuestos para atender la pandemia.
9.- Castigar con cárcel de hasta 10 años cualquier actividad comercial que obtenga lucro indebido por la venta de insumos y equipos para la pandemia, a personas físicas, empresas y principalmente al gobierno. ¿Me estás leyendo, Bartlett?
CAJÓN DE SASTRE
En los comedores a donde la irreverente de mi Gaby va con su ejército de voluntarias, no se dan abasto ni con las donaciones de Bachoco, para dar de comer a tanta gente que se quedó sin chamba por la paralización económica en que estamos.
Todos los días llegan adultos y niños hasta con dos días sin comer. Es patético ver que el gobierno no apoya a la gente ni a las empresas, como sí lo hacen otros países que pararon.
La 4T no copia las mejores prácticas mundiales. Por eso mucha gente no confía en la improvisación y ocurrencias de López Gatell y otros improvisados que de científicos tienen solo sus títulos universitarios.
La información que sale de ellos es contradictoria. Incluso gobernadores -como el morenista Jaime Bonilla- han confrontado al sub secretario de Salud.
Para colmo, la emergencia sanitaria debió declararse antes del concierto “Vive Latino”, que congregó el 14 y 15 de marzo en la CDMX a 110,000 personas, cuando López Gatell y Claudia Sheinbaum lo autorizaron a sabiendas del grave riesgo de contagio que implicaba.