¿Por qué los ajustes al gasto público y a la política monetaria?
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La fuerte depreciación del peso y la baja en el precio del petróleo han obligado a las autoridades fiscal y monetaria a tomar medidas. El ajuste del gasto es para mostrar que, al disminuir los ingresos, no se incurre en mayor endeudamiento público. Así se mantiene la disciplina fiscal y se respeta el techo nominal de endeudamiento autorizado por el Congreso de la Unión. Asimismo, el ajuste del gasto empieza a sentar las bases para la elaboración del proyecto de Presupuesto de Egresos de 2017.
Del cierre de 2014 a esta semana, el peso ha perdido casi 26% de su valor con respecto al dólar. Para ese mismo lapso el precio de la Mezcla Mexicana de Petróleo ha caído de 45.45 dólares por barril (dpb) a 25.61 dpb. Pese a la depreciación del peso, las exportaciones no petroleras no han podido aumentar y con ello contener el déficit de la balanza comercial petrolera. El mejor desempeño de los ingresos por turismo y las remesas de mexicanos en el extranjero tampoco han sido suficientes para compensar el deterioro de la cuenta corriente. Desde el cuarto trimestre de 2014 a la cuenta de capitales dejó de entrar inversión en cartera del sector privado, y desde el segundo trimestre de 2015 inicia la pérdida de reservas internacionales.
En cambio, las finanzas públicas federales sí pudieron compensar la caída del precio y producción del petróleo durante 2015 con el histórico crecimiento de la recaudación de ISR y de los IEPS en combustibles. El gobierno federal logró para el ejercicio fiscal de 2015 respetar el techo de endeudamiento que le autorizó el Congreso de la Unión.
Entonces, ¿por qué anunciar un ajuste al gasto público para 2016 si el gobierno federal contrató coberturas para amarrar un precio de petróleo de 49 dpb? ¿Por qué el Banco de México aumenta la tasa de referencia y suspende las subastas de dólares?
El motivo principal de estas medidas fiscal y monetaria está precisamente en contener la acelerada depreciación del peso que, de continuar, podría trasladarse de manera generalizada a los precios y, por ende, a una mayor tasa de inflación. Con este aumento inesperado en la tasa de interés de referencia, el Banco de México deja de seguir a la Reserva Federal. La intención es volver atractivas las inversiones del mercado de dinero en pesos con el pago de una prima para reducir la presión de la demanda de dólares.
Esta medida de política monetaria necesita reforzarse con un ajuste fiscal, entre otras razones, porque el gobierno federal pagará más intereses por su deuda interna. De esta forma se aprovecha el momento para que Pemex reduzca su abultado gasto de operación y le dé racionalidad económica a sus inversiones. Pemex se había tardado; los altos precios le permitieron posponer los ajustes necesarios desde fines de 2003, cuando empezó el declive acelerado de Cantarell. Durante las administraciones de los presidentes Fox y Calderón y hasta la semana pasada en la del presidente Peña, la palabra austeridad no se conocía en Pemex. Sólo basta ver que mientras reservas y producción caían, las plazas del corporativo de Pemex aumentaron de 16 mil 705 en 1996 a 26 mil 727 en 2014. En el resto de Pemex, el número de trabajadores pasó de 104 mil a 126 mil 671 para el mismo período. Son plantillas que ninguna de las petroleras de ligas mayores se atrevieron a aumentar en el auge y a sostener en el derrumbe.
¿A quién afectará el alza en tasas de interés? En primera línea, a todos aquéllos que tengan deudas con el sistema financiero. Ellos pagarán más intereses, salvo aquéllos que tengan tasa fija en sus contratos hipotecarios. Esto a su vez afectará adversamente el consumo privado que venía impulsando a la demanda agregada.
¿Qué sigue? Un debate serio y profundo del nivel, composición y destino del gasto público. Desde 2007 las finanzas públicas presentan un déficit primario, esto es que el gasto público sin intereses supera al total de los ingresos. El eslogan y cliché de reducir el gasto corriente y de aumentar el gasto de inversión ya quedaron rebasados. El debate serio consta en fortalecer la recaudación de ingresos recurrentes y en abatir el gasto estéril que no beneficia el crecimiento económico, no reduce la pobreza y no disminuye la desigualdad. De no hacerlo, la política fiscal no contribuirá a mejorar las expectativas de los mercados financieros que debilitan al peso.
Twitter: @jchavezpresa