Responsum

Politicón
/ 18 agosto 2017

Es imperioso mencionar que las organizaciones de cualquier tipo (no sólo empresas mercantiles) requieren conciencia de su operación y enfrentar adecuadamente los efectos que su actividad genera entre la gente y el medio ambiente, así como evitar impactos negativos; en su defecto, deben atenuar y compensar lo ocasionado. 

Así, las empresas no deben otorgar ayuda exclusivamente desinteresada o amorosa a poblaciones en situaciones de vulnerabilidad, sino que es necesario primeramente, considerar todo aquello que su operación afecte a las personas, ya sea hacia su interior o su exterior, incluso al medio ambiente; y posteriormente, que sus acciones busquen impactos en beneficio de sus grupos de relación.  

Por tanto, podemos visualizar una forma de gestión administrativa y funcional empresarial, en la que se incorpore  de manera alineada al negocio la responsabilidad social empresarial, abarcando fundamentalmente los ámbitos de ética empresarial, calidad de vida en el trabajo, vinculación con la comunidad y protección al medio ambiente.
Igualmente que dentro de su gestión, considere las expectativas de sus grupos de relación o de interés, denominados como stakeholders, entre los que se encuentran: accionistas, inversionistas, empleados, proveedores, clientes, consumidores, competidores, autoridades, comunidad y demás grupos de personas, a las cuales su operación impacta o aquéllos cuyas actividades afectan al funcionamiento de la propia empresa. 

Sobre ello, el Centro Mexicano para la Filantropía —Cemefi—, fincado en su visión de “Promover y articular la participación filantrópica, comprometida y socialmente responsable de los ciudadanos, organizaciones y empresas, para alcanzar una sociedad más equitativa, solidaria y próspera”, ha sido desde 1988, el principal impulsor en este país de coadyuvar con las empresas en conciliar los objetivos de negocio y sociales de las empresas buscando el bienestar social. 

Al respecto, Buchholz y Rosenthal en “Responsabilidad social y ética en los negocios”, sostienen que la responsabilidad social empresarial es más que la producción de bienes y servicios, y que deben colaborar en la solución de problemas sociales apremiantes, muchos de los cuales han contribuido a crear.

De esta manera, entendemos que la responsabilidad social empresarial se refiere a que las empresas se vinculen con la sociedad más allá de las transacciones en el mercado, lo que implica modificar sus ideas acerca del bienestar humano y resaltar el interés en las dimensiones sociales de las actividades de su negocio tendientes a mejorar la calidad de vida de sus colaboradores y de la sociedad en general.

Adicionalmente, cabe resaltar que las empresas son creaciones humanas utilizadas para que las personas realicen actividades en su propio bien como a la sociedad en general. Todo lo que hacen las empresas es resultado de la mano de las personas. 

Por consiguiente, la actuación de las empresas desde la gestación hasta la conclusión de vida, pasando por su funcionamiento, es responsabilidad directa del hombre. Lo que significa, que estos entes jurídico-administrativos creados, operados, transformados, disueltos y extinguidos por personas, no tienen vida ni conciencia propia, sino de las personas quienes las constituyen y funcionan.

En este sentido, sobre las raíces etimológicas de la responsabilidad provenientes del latín responsum, que significa responder, del cual a su vez deriva la “habilidad de responder”, nos señala que todos tenemos responsabilidad de responder por nuestros actos y omisiones. Por tanto, la responsabilidad aplica a cualquier persona física y persona jurídica moral, no solamente a empresas, sino a todos, a todos nosotros. 

*Coordinador de Atención y Servicios de RSE en el Centro Mexicano para la Filantropía roberto.adame@cemefi.org
Este texto es parte del proyecto de Cemefi en coordinación con VANGUARDIA, para la difusión de la Responsabilidad Social Empresarial.
roberto.adame@cemefi.org

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