Tres años, seis apuntes
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Hoy, la administración de Enrique Peña Nieto llega a su punto medio ¿Cómo evaluar estos tres años en materia de seguridad y justicia? Van algunos apuntes tentativos:
1. En su campaña presidencial, Enrique Peña Nieto prometió “ajustes”, no cambios a la política de seguridad de Felipe Calderón. En sentido amplio, ha cumplido: son muy marcadas las líneas de continuidad con la administración previa. Las fuerzas armadas siguen participando activamente en tareas de seguridad pública. Persisten los operativos federales de mandato amplio y término indefinido. La estrategia de decapitación de grupos criminales ha continuado. Por último, se mantiene una cooperación intensa, aunque más discreta, en materia de seguridad con Estados Unidos.
2. Uno de los principales “ajustes” de la administración Peña Nieto no ha sido muy exitoso. La concentración de funciones en la Secretaria de Gobernación tuvo el efecto paradójico de reforzar el autogobierno de los cuerpos de seguridad. La Comisión Nacional de Seguridad se ha vuelto una silla con clavos: su titular es el responsable político de la Policía Federal y el sistema penitenciario federal, pero no controla el presupuesto, los nombramientos o las plazas en esos organismos. No es casualidad que, desde 2012, se cuenten ya tres Comisionados Nacionales de Seguridad distintos.
3. La otra presunta innovación del actual gobierno --la coordinación-- se ha desmoronado en el último año. La relación entre el gobierno federal y los gobiernos estatales se ha vuelto crecientemente ríspida. Desde Presidencia o Gobernación, es cada vez más común el llamado a las autoridades estatales y municipales a no “nadar de muertito”. Entre dependencias federales, se ha vuelto también más visible la tensión entre la Policía Federal y la PGR, por ejemplo.
4. Sobre homicidios, hay buenas y malas noticias. La disminución del número de homicidios en los dos primeros años de la administración fue muy significativa. Pero, en el último año (y por más que el Secretario Osorio quiera pelearse con la aritmética), se ha registrado un ligero repunte en el número de asesinatos. Y, a pesar del descenso de 2012-2014, el nivel de violencia sigue siendo elevadísimo. La tasa de homicidio sigue siendo el doble de la registrada en 2007. El total acumulado de víctimas mortales llega ya a 65,000 en lo que va de la actual administración. Sobre secuestros y extorsiones, han disminuido las denuncias desde 2013, pero no está claro que haya sucedido lo mismo con los delitos: la información de la Encuesta Nacional de Victimización arroja un paisaje mixto, por decir lo menos.
5. La administración Peña Nieto tiene muy poco que presumir en materia de transformación institucional. La Gendarmería resultó ser apenas una ocurrencia: a un año de creada, ya le recortaron el presupuesto. La reforma policial se ha quedado varada en una discusión estéril sobre el mando único. La PGR estaba devastada en 2012 (Murillo Karam dixit) y sigue devastada en 2015. Las prisiones siguen siendo zona de desastre y, en su mayoría, los estados no se encuentran aún listos para el nuevo sistema de justicia penal.
6. El intento de sacar los temas de seguridad y justicia del centro de la agenda pública fue infructuoso. Desde Ayotzinapa, el delito y la violencia han acaparado reflectores y la fuga de El Chapo acabó de liquidar la “nueva narrativa”. La percepción de seguridad entre la población empeoró y la violencia sigue siendo un elemento central de la imagen internacional del país.
En resumen, estos tres años no han sido catastróficos, pero tampoco han dejado muchos motivos para la celebración. Y nada apunta a que los siguientes tres años serán muy distintos.
@ahope71