¡Urgente destierro!

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La persona que considera la puntualidad como una forma de vida sabe que ésta le brinda a su persona carácter, orden y efectividad, que además la hace digna de la confianza de sus semejantes. La impuntualidad, por otro lado, habla no solo por sí misma, sino se expresa muy mal y en voz alta de las personas que se conducen ignorando uno de los más sencillos actos de urbanidad y respeto.
Para evitar la informalidad hay que aprender a gestionar el tiempo, entonces conviene distanciarse para reconocer aquello que sí podemos dominar”.
Existe un valor en cuyas entrañas reside el respeto por uno mismo y por nuestros semejantes, que se basa en la previsión y la consideración, que se construye mediante el esfuerzo personal y la conciencia de estar con tiempo y a tiempo en el lugar acordado, de cumplir con la palabra empeñada, de entregar lo comprometido en tiempo y forma; me refiero al mismísimo valor de la puntualidad, hoy tan olvidado y vendido a menos, a esa disciplina que ilumina nuestra propia personalidad cuando se cumple con las obligaciones y los plazos voluntariamente adquiridos.
El valor de la puntualidad, es la disciplina de estar a tiempo para honrar las obligaciones pactadas: una cita del trabajo, una reunión de equipo o con los amigos, un compromiso a cumplir ya sea con los demás o con uno mismo (por ejemplo: en plazos acordados con uno mismo para terminar un libro, cumplir con algún objetivo, etc.)
Para: Carlota Abdala
A Sergio E. Rodríguez Gutiérrez ¡Felicidades!
¿Premiar la obligación?
Nunca he entendido la existencia de los premios por puntualidad y asistencia en México; es decir, si hay que estar en el trabajo o en la escuela a las 8 de la mañana ¿por qué dar un premio o reconocimiento por estar precisamente a las 8 de la mañana? Sospecho que esta clase de premios alimentan el desconocimiento de las obligaciones laborares, y en el caso de las escuelas - que hasta medallas dan por puntualidad o asistencia -, lo que provocan es que los alumnos nunca comprendan que hay que ser puntuales porque sencillamente es lo correcto y no por recibir aplauso o reconocimiento alguno.
Ciertamente…
Nuestra vida cotidiana, personal o profesional, muy a menudo se convierte en una carrera de obstáculos para hacer casi imposible obtener el tiempo que siempre nos falta. Esta frenética búsqueda ocasiona fatiga, insatisfacción, estrés y desánimo. Pero a pesar de todo esto no existe justificación alguna para llegar tarde a nuestros compromisos.
Desagraciadamente, los mexicanos hemos exportado al mundo la terrible fama de ser informales e impuntuales. Para personas de otros países hacer negocios con nosotros les implica entender la “cultura” que tenemos en relación al tiempo.
El significado que poseemos de cumplir en tiempo y forma con los compromisos adquiridos difiere bastante de los países asiáticos, de la comunidad económica europea, también de los canadienses y norteamericanos.
En México, son muy comunes las excusas por llegar tarde o para no llegar a los compromisos previamente establecidos. Y este pésimo hábito, para colmo, en lugar de erradicarse se extiende como cáncer en las prácticas laborales de un sinnúmero de ejecutivos y profesionistas en general.
La mayoría sabemos que, bajo muy escasas excepciones, los carpinteros, electricistas, plomeros, albañiles, jardineros y demás, dejan plantados a sus clientes o llegan frecuentemente tarde.
Sabemos que al solicitar un servicio, o hacer tratos comerciales con alguna empresa, frecuentemente hay que estar “taloneándole” para que se nos cumplan los tiempos y condiciones establecidas.
Nicolás Boileau sentenció: “procuro ser siempre muy puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera”, pero parece que esta sentencia a muchos mexicanos les tiene sin cuidado.
Hábito arraigado
Parece que esta actitud es nuestra segunda naturaleza. De hecho, cuando alguna persona conciente y valiente reclama ante tal o cual incumplimiento, suele suceder que los obstáculos para que le cumplan lo prometido se tripliquen.
Y qué decir de la mayoría de los funcionarios públicos que tienen la insultante costumbre de castigar a los puntuales y premiar a los impuntuales.
Inclusive personas supuestamente “formadas” en las “mejores” instituciones educativas del País padecen también este mal, parece increíble que estos “profesionistas” también se enreden en la trampa de la informalidad.
Es lamentable observar que este nefasto hábito también ha invadido a un número creciente de jóvenes estudiantes quienes, aún sabiendo con antelación sus horarios y compromisos escolares (como por ejemplo las juntas con sus equipos de trabajo) con la mayor tranquilidad - y sin vergüenza alguna - , llegan tarde o sencillamente buscan excusas para no asistir a la reunión, dejando muy mal paradas al resto de sus compañeros que esperan para emprender un determinado trabajo o proyecto. ¡Qué falta de respeto y consideración!
Imagen internacional
Afortunadamente no todos los mexicanos son impuntuales, existen infinidad de excepciones que confirman la regla; sin embargo, a nivel internacional, como lo comenté, estamos etiquetados como informales y para muestra un botón, la consultora estadounidense Executive Planet sugiere, a los ejecutivos de ese país que tienen la intención de hacer negocios con mexicanos, seguir estas recomendaciones:
> Las citas deben hacerse de dos a cuatro semanas antes de su arribo, y debe reconfirmarlas una semana antes de la cita.
> Antes de anotar una cita debe preguntar si será “en punto”, o “más o menos”, en este último caso debe calcular que dispone de media a una hora antes de encontrarse, en realidad, con su contacto.
> En ocasiones, la puntualidad no es una prioridad en la cultura de los negocios en México, aunque ellos esperan que los extranjeros sí llegarán a tiempo.
> En los eventos sociales, en las cenas y las fiestas, no se espera que los convocados asistan puntuales.
> Una palabra importante a tener en cuenta es “mañana”, la cual significa dos cosas, una el día siguiente, y la otra en la mañana, antes de la tarde. De cualquier modo, el sentido esencial de la palabra es “después”. Así que si alguien le promete algo para “mañana”, en realidad dice que es para “después”, en el futuro cercano; de hecho, “mañana” es una manera de decir “no”.
> Producir resultados “instantáneos”, no forma parte de la cultura mexicana de negocios, así que no se muestre muy optimista ni guarde altas expectativas en relación a la eficiencia y las fechas de entrega.
Estas encomiendas muestran la pésima imagen que los mexicanos tenemos en el exterior en relación a la formalidad, esta virulenta enfermedad en el fondo denota ausencia de competitividad.
Recuperar la vergüenza
Las dificultades de la vida moderna no deben eclipsar la palabra comprometida, la formalidad, la palabra de honor. No es correcto que tanto talento se encuentre al servicio de la informalidad.
Creo que el incumplimiento que nos identifica en parte se debe a que hemos perdido la vergüenza. Vergüenza que es necesario recuperar por el bien del País. Si queremos un País competitivo hay que ser gente formal; para eso la vergüenza nos tiene que llegar para trabajar y cumplir a tiempo sin excusas.
No más
Para evitar la informalidad hay que aprender a gestionar el tiempo, entonces conviene distanciarse para reconocer aquello que si podemos dominar y de qué manera debemos hacerlo. Se trata de un aprendizaje que incluya conocer las herramientas para gestionar el tiempo, desarrollar la habilidad adecuada, pero sobretodo tener la actitud de querer hacerlo.
Urge desterrar la cultura de la impuntualidad e informalidad, que pasó de ser una indisciplina personal, de un vicio privado, a un estigma internacional que identifica los quehaceres cotidianos de los mexicanos.
Personalmente me avergüenza que el mundo vea en nosotros esta clase de actitudes, me entristece saber que en el País se paga por la puntualidad y asistencia. Me apena que la informalidad sea asociada con el nombre de México.
Insisto: Si realmente deseamos aspirar llegar a las ligas mayores de la competitividad, la impuntualidad e informalidad urgentemente deben ser desterradas de nuestra cultura laboral.
cgutierrez@itesm.mx
Tec de Monterrey
Campus Saltillo
Programa Emprendedor