Y el Oscar fue para…

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LA MEJOR IMPROVISACIÓN ES PERFECTAMENTE PLANEADA 1974 era el año de los streaker y los productores del Oscar estaban preocupados de que uno de esos se las fuera hacer en plena ceremonia.
Para mis lectores que en ese entonces no estaban ni siquiera aún en las promesas amatorias de sus padres, les platico lo que fueron los streakers:
Se puso de moda de pronto en esos años, que aprovechando las grandes audiencias de eventos públicos o transmisiones televisivas de alta audiencia como el Super Bowl, la Serie Mundial de beisbol, el Tour de Francia y la entrega de los Oscar, activistas de muy diversas causas se desnudaran por segundos y tras ser detenidos por la policía o los guardias de seguridad declararan cosas como ésta: “Esto fue para llamar la atención sobre la matanza de focas en Alaska y la caza de ballenas en Japón”.
Tenían sus minutos gratis de publicidad masiva hacia sus propósitos, pasaban unas horas o unos días en la cárcel, pagaban las multas y tan tan.
Pues bien, estando David Niven a punto de presentar a Elizabeth Taylor para que entregara el Oscar a los ganadores de la mejor película de ese año -que a la postre fue “El Golpe”, dirigida por George Roy Hill y protagonizada por Paul Newman, Robert Redford y Robert Shaw- a sus espaldas, un hombre completamente desnudo apareció corriendo con la señal de la Victoria en su mano izquierda.
Al escuchar el rumor del público, el actor inglés hizo gala de toda la flema característica de los súbditos de la reina y viendo solo de reojo al streaker, con una sonrisa que parecía nerviosa, soltó ésta frase para la posteridad: “Qué lástima da ver que un hombre, para llamar la atención, tenga que exhibir sus miserias”.
Al escuchar esto, la audiencia se levantó como tocada por un rayo y arropó con una estruendosa ovación de pie la gran habilidad de improvisación de la que hizo gala David Niven.
El tiempo pasó. El actor regresó a su país y tres meses después, al salir al lobby después de un concierto en el Royal Albert Hall -al norte de South Kensington, en Westminster- la nube de periodistas que estaba ahí, se volcó sobre David y uno que NO era reportero, le soltó a quemarropa: “Señor, todavía seguimos admirados en el mundo por su gran habilidad para improvisar”.
Entonces, el actor inglés levantó la mano y pidió que lo dejaran hablar, y dijo más o menos lo siguiente:
“Creo que ya es hora de que les diga la verdad. Soy el actor más desmemoriado que existe y también el más distraído. Batallo mucho para aprenderme mis guiones y tengo qué repasarlos una y otra vez, y en mis actuaciones, nunca improviso. Siempre me apego al guión, porque además creo que es una muestra de respeto al talento de los guionistas.
Por lo tanto, me están colgando una medalla que no merezco y por eso, les voy a contar lo que realmente sucedió en Los Ángeles cuando la entrega de los Oscar:
Como los streakers estaban de moda, los productores de la ceremonia contrataron a uno de los mejores guionistas del momento, a Mario Puzo.”
Aquí, abro un paréntesis para complementar lo dicho por David: (Sí, Puzo, el autor de “El Padrino” y ganador de un Oscar como mejor guión adaptado en 1972 y el año del incidente que les narro lo volvió a ganar por la segunda parte de esa laureada película).
Ahora sí, retomo lo dicho por Niven en el lobby del Albert Hall londinense:
“Le dijeron a Mario: Es la época de los streaker y tememos que uno de ellos quiera lucirse en la ceremonia. Va a estar difícil porque hemos redoblado las medidas de seguridad, pero todo puede pasar.
Escribe una frase de no más de 20 palabras que David pueda decir al micrófono si se topa con un incidente así.
Mario aceptó la encomienda, se fue a un acogedor chalet que tenía en las montañas de Colorado, y a los 15 días entregó a los productores un sobre lacrado que en su interior llevaba una hoja de papel doblada a la mitad.
Los productores me entregaron ese papel diciéndome: David, apréndete ésta frase. Si se aparece un streaker, la dices al micrófono y si no -que es lo más probable- la guardas en tu memoria.
El streaker se apareció; yo leí la frase, le arrebatamos el show (a Robert Opel, el encuerado), Mario cobró sus $250,000 dólares por lo que él llamó después ´el guión mejor pagado y más corto de la historia´ y todo salió bien”.
Tiempo después, ésta anécdota la mencioné muchas veces en mi trabajo como consultor y remataba siempre mis intervenciones diciendo: “La mejor improvisación es perfectamente planeada”.
¿Qué tan cierto es lo que David dijo en el Royal Albert Hall? Totalmente cierto, porque el NO reportero que le hizo esa pregunta… fui yo.
Meses después de ese incidente, regresé a Monterrey y entré a trabajar al periódico El Norte… como reportero.
Nunca publiqué ésta historia, hasta hoy…
CAJÓN DE SASTRE
“Qué entrañable lo que nos acabas de contar; por eso te quiero”, dice la irreverente de mi Gaby.