¿Por qué se vota como se vota?

Opinión
/ 29 septiembre 2025

Lo que ocurre en Estados Unidos es considerablemente menor respecto a lo que sucedió y sucede en México con el obradorismo, porque nunca ha arraigado la democracia liberal

En un diálogo reciente entre el Nobel Paul Krugman y el encuestador G. Elliott Morris, de Strength in Numbers, se pregunta por qué perdieron los demócratas en la pasada elección presidencial. Refieren que fracasaron la narrativa y la percepción sobre inflación e inmigración, es decir, la baja aprobación del gobierno de Joe Biden abrió el camino a Donald Trump para ganar la presidencia.

El encuentro muestra que la situación es compleja. Entender al votante requiere interiorizar en el mundo de las emociones. Los encuestadores tienen la inclinación, por la manera como se realizan los estudios cuantitativos, de entender al respondiente en términos racionales. Por tal consideración, siempre es mejor asociar el estudio cuantitativo con el cualitativo, incluso crear reactivos proyectivos o de respuestas abiertas, como lo hace Morris, que ofrezcan posibilidades para incursionar en estos complejísimos territorios. Las encuestas suelen equivocarse de manera reiterada, a veces con consecuencias dramáticas, como fue el caso del gobierno británico de David Cameron, que concedió el referéndum sobre el Brexit bajo la idea de que la salida de la Unión Europea, según los encuestadores, sería ampliamente rechazada.

TE PUEDE INTERESAR: La vejez, enfermedad incurable

Pero la sociedad ahora, por muchas razones a considerar, es diferente. No se trata sólo del considerable descrédito de la democracia representativa y sus instancias, del descontento derivado de la desigualdad, la falta de oportunidades o del rechazo a la inmigración por razones económicas; también tiene que ver con la manera en que hoy la sociedad se informa, participa, entretiene y convive. Por ejemplo, el mundo digital, que recrea formas de identidad distintas a las del pasado, y el cambio social, que abre exigencias y anhelos, no todos materiales y no fáciles de satisfacer. Además, la sociedad no es un todo homogéneo: la agregación sociodemográfica convencional no es suficiente, se requiere segmentar por emociones y reconocer las complejas identidades de la sociedad contemporánea.

Las explicaciones de los encuestadores seducen porque casi siempre ofrecen, a escenarios inciertos, respuestas sencillas, convincentes, pero con frecuencia insuficientes y, a veces, francamente falsas. En el diálogo de dos personas de excelencia intelectual, como el del Nobel y el encuestador, revela la dificultad para entender la manera en que el populismo se apodera del colectivo, no sólo para ganar la elección, sino para destruir bases de la democracia representativa, con elevadas cuotas de consenso y una marginal indiferencia social.

Lo que ocurre en Estados Unidos es considerablemente menor respecto a lo que sucedió y sucede en México con el obradorismo, porque nunca ha arraigado la democracia liberal, como se advierte en las élites, en el debate público, el arraigo social de los partidos y en los medios de información. Una democracia que no se aprecia, no se cuida, esa es la diferencia.

Las explicaciones para inferir el sentido del voto son diferentes respecto al tipo de elección. Más allá del voto diferenciado, en toda contienda nacional el efecto del candidato presidencial tiene una fuerza simbólica mayor respecto a los partidos o las contiendas locales. En una elección intermedia la situación es diferente. Las elecciones locales cobran mayor fuerza respecto a consideraciones nacionales. Los partidos ganan más en la medida en que se articulan a la elección local, particularmente la de cargos municipales y de ejecutivos locales.

Desde luego, el descontento o adhesión respecto al partido gobernante cobrará impacto, pero se procesará con más fuerza en el ámbito local, siempre a partir del juego de símbolos que se asocian al candidato, partido y programa de gobierno.

TE PUEDE INTERESAR: Las pesadillas del séptimo año... las padece hoy AMLO

Esto tiene claras implicaciones prácticas. En EU, para la elección de noviembre de 2026, la situación es adversa para los republicanos y difícilmente tendrán mayoría, no sólo por la percepción sobre la economía, sino también por lo que representan Trump y los republicanos para los electores, más allá del sentido económico.

En México, el reto monumental para Morena será obtener más de 38 por ciento de los votos, a pesar del notable deterioro de las oposiciones, de la parcialidad del gobierno y de las instituciones electorales, así como de la ausencia del efectivo escrutinio social. Los gobiernos locales y municipales de Morena, en su mayoría, son un desastre, y nada hay en el horizonte para que cambie. Al final de cuentas, sobre el homo œconomicus, habrá de prevalecer la tesis de que, al menos para la elección intermedia, como dijera el legendario Tip O’Neill Jr., toda política es local y, agregaría, en el juego de las emociones.

Licenciado en Derecho Facultad de Jurisprudencia UAC. Maestría y Estudios de Doctorado en Gobierno por la Universidad de Essex, Inglaterra.

Ha sido Catedrático en el ITAM; en el ITESM; en el CIDE; y en la Universidad Anáhuac.

En 1997 a 2000 titular de la Asesoría Política en la Presidencia del doctor Ernesto Zedillo.

Desde 2005 director general del Gabinete de Comunicación Estratégica

Columnista Juego de Espejos en Milenio Diario, Bloomberg-El Financiero y en SDP Noticias, Código Libre y en la Revista Peninsular. Coautor de varios textos en materia electoral y estudios históricos.

COMENTARIOS