Procesos opacos que ponen en entredicho la democracia

Opinión
/ 27 agosto 2022
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El pasado 15 de agosto de 2022 los diarios locales anunciaron el fin del proceso de selección de candidatos a ocupar el cargo de Consejero (a) Presidente del Instituto Electoral de Coahuila, organizado por el Instituto Nacional Electoral. Todo había comenzado el 4 de febrero del presente con una convocatoria pública a la que respondieron 55 personas: 22 mujeres, 32 varones y una persona de género no binario.

Posterior a la convocatoria, hubo una verificación de los requisitos legales de los concursantes, se dio un examen de conocimientos donde en abril, se anunció que 9 mujeres y 10 varones aprobaron el examen, se solicitó posteriormente un ensayo que calificaron especialistas del Colegio de México y que aprobaron 12 personas (6 mujeres y 6 varones) que fueron entrevistadas y entrevistados por consejeros del INE, al final solo quedaron dos personas, aquí fue donde nos quedamos. De pronto, el 22 de agosto sorpresivamente se anuncia la asunción de un nuevo Consejero Presidente que no estaba contemplado en la nota.

Hablo de lo que aparece en los medios, porque es de lo que medianamente se entera la ciudadanía. De los dictámenes emitidos, en este caso por el INE el 22 de agosto que analiza la idoneidad de los aspirantes al cargo, se sabe poco. No porque no sea público, sino porque el porcentaje que sigue las notas del Instituto es poco. Para fines prácticos antes que el actual elegido, los anunciados en la nota eran dos, una mujer que tenía el promedio más alto y un joven doctorado en política pública. La determinación, el Consejo en forma unánime, eligió al nuevo consejero presidente, tercero en los promedios y qué de acuerdo al proceso, no tenía ya porque figurar, su puesto hasta ese día, Vocal Secretario de la Junta Local de Coahuila, del Instituto Nacional Electoral.

Lo primero que brinca es: ¿Eso marca el protocolo de selección? Y si no lo contempla: ¿en dónde quedan las reglas que se expusieron de forma pública, los procedimientos aprobados, los lineamientos que debían seguirse, pero sobre todo la invitación a través de la convocatoria a la que respondieron 55 personas?

¿Qué lectura debe darse al proceso? ¿Concurso predeterminado, normas que fueron violentadas, práctica de opacidad de un organismo que tiene la obligación por esencia de ser transparente, conflicto de intereses, fraude o imposición? Conceptos muy agresivos, que son hipótesis que comprobar para quien levante la mano.

Todo lo anterior fue la forma ¿y el fondo? Ese debe de ser más rudo seguramente. ¿Se preguntaría el Pleno del Consejo General sobre el mensaje que se le envía a la ciudadanía, por una parte, y por la otra a los ciudadanos que participaron en el proceso de selección en virtud de una convocatoria?

El sabor de boca que ha quedado, después de lo ocurrido, no es el mejor, porque ha quedado en entredicho los principios de certeza y legalidad de los procesos electorales ¿no le parece? ¿O acaso la democracia solo tiene como marco las elecciones tradicionales en las que se presentan candidatos por parte de los partidos y que son, en las que ordinariamente participamos? ¿O este tipo de procesos ésta condicionado por la voluntad de los consejos y consejeros y no por las reglas establecidas?

Efectivamente como decía Norberto Bobbio, una cosa es la democracia ideal y otra la real. Lo ideal sería la transparencia, los procesos limpios, el que no existan suspicacias, el respeto a la dignidad de los contendientes y a una convocatoria hecha para ciudadanos, 55 que inocentemente o en un acto de fe, siguieron creyendo en un Instituto que al final del día, colocó al tercero en la calificación final y con una liga íntima con el Instituto, aludiendo a falta de idoneidad cuando ni siquiera se visualiza el ejercicio del derecho de réplica por parte de los que estaban a la punta.

¿Cómo podría explicar el INE la situación en la que queda el proceso? ¿Cómo le explican a la ciudadanía la forma como eligieron a un candidato que no se había mencionado como finalista en la parte final del trayecto? Lo otro, sería poner en la mesa la seriedad de la convocatoria ¿ciudadana? Cuando los que ordinariamente, así ha sido, resultan triunfadores de los procesos, aunque ese es otro tema, para un ciudadano de a pie, esto no huele bien.

Al momento no se ha visto ninguna investigación, postura, discurso o palabra al respecto en los medios, los partidos, los organismos de la sociedad civil, las cámaras empresariales y los diferentes actores políticos en torno al proceso de selección ¿será que no les interesa o de plano les da lo mismo, porque en el proceso hubo uso de recursos públicos, o no?

Se asoma inevitablemente la figura de violencia política en razón de equidad de género, el tema del derecho de réplica que no se permitió y por supuesto la impugnación del proceso como una medida para frenar los cotos de poder que imponen y condicionan una democracia tan demeritada como la mexicana donde voluntariamente se pone en riesgo quien tiene la obligación de promoverla.

Lo anunciado en los medios el pasado 22 de agosto, es la evidencia de un proceso manoseado, desaseado y opaco que sigue poniendo en riesgo la honorabilidad de quien debe de ser el primero en seguir los protocolos, los procedimientos, los lineamientos y la normatividad que está determinada para su uso en un caso como él presente. El INE nacional tendrá, seguramente, muchas preguntas que responder, ante un estado que próximamente tendrá elecciones para gobernador. Así las cosas.

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