Tuvo que separarse del cargo Andrés Manuel López para que lo viéramos cumplir al menos una de sus promesas: La de retirarse de la vida pública y guardar silencio.
Pero no nos engañemos. La presidenta Claudia Sheinbaum aún no tiene un mes en el cargo y el macuspano probablemente está consagrado de momento a su gran pasión. No, no hablo de joder al prójimo, me refiero a su otra gran pasión: el juego de pelota.
No descarte que al día siguiente de la conclusión de la Serie Mundial, el Tlatoani emérito se levante, ahora sí, con ganas de “ver qué pedo”.
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También hay que considerar que López Obrador podría estar justo ahora en una necesaria e insalvable curva de aprendizaje, agarrándole la onda a eso de ejercer el poder por proxy, a través de interpósita persona.
Sin embargo, lejos de lo que muchos habrían supuesto o imaginado, una vez entregada la banda presidencial (a costa de la vida de la pobre doña Ifi), el exmandatario inició el mutis más prolongado que le hayamos visto en más de 20 años.
Es como cuando un ruido molesto, persistente y prolongado cesa por fin y uno hasta siente que se quedó sordo de repente.
Pues así se siente cuando, a casi un mes de su relevo, no le hemos escuchado declarar nada con su acento socarrón y su vocecita chingaquedito.
Ya le digo, hasta parece como si hubieran apagado un viejo y ruidoso ventilador, a cuyo rumor constante ya nos habíamos acostumbrado.
Ese mismo Amlito, adicto a la adoración, a la cámara, al micrófono y a emitir opiniones sobre cosas que escapan por completo a su comprensión, ha preferido abstenerse y mantenerse a prudente distancia en el más absoluto silencio. ¡Wow!
Pero otra vez, no se equivoque. Si el peor pelotero de Tepetitán no ha asomado la cara, así como por casualidad, como sin querer queriendo, es porque sencillamente no ha hecho falta.
Y no ha habido necesidad porque la doctora Sheinbaum está haciendo un trabajo magnífico, formidable, inesperadamente impecable. Ya me explico.
Lejos de matizar −como muchos optimistas esperaban (esperábamos)−... Decía: lejos de matizar el tono, el discurso y alcances de la llamada Cuarta Transformación, la “científica” ha recrudecido no sólo las palabras, sino la saña con que se viene desmantelando al Poder Judicial y a los organismos autónomos, dando con ello al traste a muchas de las conquistas civiles de las últimas décadas y algunas de las más elementales garantías de los derechos humanos consagradas en la Carta Magna.
Entonces... ¿Cómo para qué ir a hacer bola, a exponer la cara y el carisma, a responder cuestionamientos difíciles, si Claudia está cumpliendo la voluntad de Andrés mejor que el mismo Andrés?
Una reflexión muy cierta decía que López Obrador se contuvo muchas veces porque en realidad no le gusta ser llamado autoritario o represor (pese a que lo es); mucho menos ser tachado como un violentador del derecho y las garantías de los ciudadanos.
Pero si hoy en día es su avatar la que ejecuta la parte más implacable, fría, criticable y siniestra de su plan, es una ventaja tan notable que ni el mismo AMLO sería tan asno para desaprovechar.
Alguien más está cumpliendo por él sus más mojados sueños de autoritarismo, de destrucción institucional y de remodelación de un marco jurídico a modo... ¿Como para qué interrumpirle interviniendo? Y más importante aún: ¿Cómo para qué atravesar la cara y el nombre del líder del movimiento mientras se ejecuta el trabajo sucio?
De que AMLO volverá a la escena, no tenga usted el menor atisbo de duda.
Sin embargo, sepa que el regreso triunfal de López Obrador estará reservado para tres escenarios concretos:
1) Enfrentar cualquier crisis de credibilidad. En el momento en el que el Gobierno afronte una caída en su buena percepción, o tenga que salvar el pellejo de alguno de los personajes consentidos de la 4T, seguro entonces volveremos a ver el angelical y sereno rostro de su Alteza Serenísima.
2) Para los procesos electorales. Si como gobernante no dejaba de ser bandera de los candidatos del partido oficial (cosa que constituye un delito), ahora en su calidad de “civil” y simple mortal nada le impide ir a apadrinar a cuanto suspirante morenista se ande postulando... incluso a aquellos que lleguen a contender para el Poder Judicial. No olvidemos que AMLO es la marca registrada de confianza del elector promedio.
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3) En el más complicado de los mundos posibles. En caso de que a la doctora le diera por tener iniciativas propias y se saliera del guion y de la ruta que le dejaron perfectamente marcada y establecida. En cuyo caso habría necesidad, primero, de jalarle las orejas tras bambalinas; luego de hacerle extrañamientos en público y ya, si de plano no aprende, de tacharla como traidora e invocar la tan temida bomba del día del Juicio: La Revocación de Mandato.
No parece probable que vayamos a llegar a ese extremo, pero en caso de que hubiese necesidad, jure que AMLO dejará su apacible y monacal vida en la jungla chiapaneca, le dirá a Chita y a Tantor “¡aguántenme las tlayudas, que ya vuelvo!”. Y, como en los viejos tiempos, comenzará una nueva campaña de vengador social sin más ideología que la fidelidad a su persona. Pero ya le digo, no parece de momento un escenario muy plausible.
Es más probable, al día de hoy, que lo veamos cuando se ponga nostálgico o esté deprimido o aburrido y necesite que le recuerden que es lo mejor que le pudo pasar a este País, que todo lo que toca es maravilloso y que la tiene de oro.
Es sólo cuestión de tiempo, pero de que llegará el día de la Segunda Venida de AMLO, llegará. No le quepa duda.