Recuerdo de Gilberto Duque y las librerías saltillenses

Opinión
/ 22 mayo 2022
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El primer día de abril de 2013, el aviso “Cerrado al público” en la puerta de la Librería Zaragoza sorprendió a muchos saltillenses, noble empresa que apoyó la cultura de la ciudad por más de tres décadas. La Zaragoza apuntaló la formación académica de niños, jóvenes y adultos, brindó alimento al espíritu y nutrió la inteligencia con elementos para el solaz intelectual de chicos y grandes.

Dos años antes habíamos elevado un réquiem por el cierre de la Librería de Cristal y en 2012 nos preguntábamos si debíamos cantar un réquiem por la Librería Julio Torri o un Te Deum por la Carlos Monsiváis, que la desplazaba. Meses después y muy a nuestro pesar, cantamos el réquiem por la Librería Zaragoza. Treinta y tres años dio servicio a los saltillenses en el local que ocupó desde que se fundara en la calle de la cual tomó el nombre. La clausura de la única librería sobreviviente en dicha arteria cerró la tradición librera de la calle de Zaragoza que, por usanza de larguísimo tiempo, fue alojando a las principales librerías de Saltillo. Quizás desde los primeros años del pasado siglo, cuando Isidro Fornés Sol, afamado librero
de origen español avecindado en la ciudad, estableciera la Antigua Librería de Fornés en el número 17, para ser precisos enfrente del local que ocupó la Librería Zaragoza.

Caló muy hondo el cierre definitivo de tan entrañable librería. Como en su momento apesadumbró el cierre de las librerías Martínez, Selecta y de Cristal, establecidas en la misma cuadra, la primera de la antigua calle del Comercio, en el corazón del Centro Histórico de Saltillo, que quedará para la memoria como la calle de las librerías.

Cosas de los tiempos. La desaparecida Librería Martínez funcionó ahí casi 60 años. Inició como librería en los años treinta en la calle de Aldama. En 1944 se mudó a la de Zaragoza, al parecer en la acera oriente justo enfrente de la Librería Fornés, y tiempo después se instaló en su propio edificio en la acera poniente. La Librería de Cristal trabajó muchos años en un local de la esquina en Zaragoza y Aldama, y poco tiempo antes de cerrar se instaló en uno más pequeño hacia el sur de la cuadra y más cerca de la calle Ocampo. También cerca de esta última y en la acera oriente, funcionó algunos años la Librería Selecta, con un inventario más reducido y más especializado. La Librería Zaragoza abrió sus puertas en 1980.

Hablar de la Librería Zaragoza es traer a la memoria al profesor Gilberto Duque. Su don de gentes iluminó el negocio y ayudó a cimentar la cultura de sus clientes. Al frente de la librería durante muchos años, hasta que la edad se le vino encima, su trabajo de librero fue como una extensión de su cátedra, impartida por más de 30 años en diferentes escuelas y principalmente en el Ateneo Fuente. Tanto en el aula como en la librería siempre estuvo contento de ayudar a los demás en su búsqueda de un mundo mejor. Le hacía feliz el poner sus conocimientos al servicio de los otros.

Quijotista hasta las cachas y junto a Sergio Verduzco como socio principal, luchó contra los gigantescos molinos para que la ventolera de sus aspas no se llevara los libros. Su figura inconfundible recorría mañana y tarde algunas calles del centro en su camino a la Librería Zaragoza, el feudo más amado de sus últimos años. En octubre del año pasado cruzó la Puerta del Sol del “Libro de los Muertos” y los dos leones guardianes se inclinaron a su paso. Quienes lo visitábamos en la librería para comprar libros y escuchar su amena charla, quienes fuimos sus colegas en la noble tarea de la enseñanza y todos cuantos gozamos de su amistad, lo recordamos con cariño y gratitud.

Hombre de fidelidades perdurables, siempre renovadas hasta la conclusión de su vida. Con sus altibajos y reveses, supo vivirla como la quiso vivir, la gozó como quiso gozarla, la amó como quiso amarla y, al final, la sufrió con entereza y con algo tan suyo como la sonrisa de su rostro, que igual ponía en sus ojos que en sus labios.

Paz y descanso para Gilberto Duque Medina, entrañable librero, cervantista, andariego, maestro, taurino y saltillense.

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