Rescate del Instituto Registral y Catastral y del Notariado de Coahuila
Nos dice Ortega en “La Rebelión de las Masas” que la moneda falsa circula sostenida siempre por la moneda sana y verdadera. La moneda falsa carcome al Estado y sus efectos negativos son devastadores. Los nazis falsificaron dólares y libras esterlinas para socavar la economía de sus enemigos. La falsificación defrauda y daña la confianza en la moneda verdadera que sirve como medio económico de cambio y depósito de valor. Y lo mismo pasa con las falsas escrituras que emiten ilegalmente los notarios públicos que defraudan la fe pública del notariado. Y al respecto, aquí en Coahuila, hay mucha impunidad.
Porque es un hecho que un sector del notariado en Coahuila está socavando los principios de autenticidad, inmediatez, de unidad actoral, extraneidad, rogación y demás preceptos esenciales del notario. Y aquí encaja a la perfección lo que alguna vez cuestionó el escritor Jorge M. Reverte con respecto a los notarios corruptos: “Uno de los pilares básicos de nuestro edificio civilizatorio está en entredicho”.
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¿Y qué tiene que ver el Instituto Registral y Catastral de Coahuila en esta putrefacción? Pues sucede lo mismo que en un Estado donde su banco central falla en el rigor de celar la autenticidad de su papel moneda y relaja su función de dar certeza y seguridad facilitando que la moneda falsa circule arropada y confundida con la moneda verdadera, abonando a la incertidumbre e inseguridad y facilitando, por supuesto, la comisión de fraudes inmobiliarios, despojos y la proliferación de escrituras falsas que, como el dinero falso, devastan la economía personal y colectiva en una sociedad.
Es inadmisible que el Instituto Registral y Catastral de Coahuila tenga rezagos, que se le “caiga el sistema” que costó decenas de millones de pesos y que con esas deficiencias entorpezca la vital economía del sector inmobiliario, que es uno de los principales generadores de recursos fiscales para el estado y motor de la industria de la construcción y la transacción de los bienes raíces. Hay notarios –pocos– que se benefician con las fallas constantes en el “sistema” del Instituto Registral, ¿el Notario 47, por ejemplo?
Cuando estalla la crisis en el sector inmobiliario las consecuencias son impredecibles. Lejos de pretender comparar nuestra situación con la catástrofe de las hipotecas “subprime”, causada por omisiones en la supervisión de bancos y financieras, aquí la desconfianza la están generando dos entes que deben ser regulados por el Estado; el Notariado de Coahuila y el Instituto Registral. En ambas entidades está fallando la supervisión.
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Si bien es cierto que la seguridad pública en Coahuila es el mayor bien del gobernador Miguel Riquelme para los coahuilenses, también es cierto que el más pesado lastre del secretario de Gobierno, Fernando de las Fuentes, es el desastre existente en las notarías públicas de Coahuila.
Y resulta una paradoja que un notario público –como es el Diablito de las Fuentes– mantenga el caos, el abuso y el desorden en las notarías públicas a las que está obligado a supervisar. Y vea usted la sospechosa actuación de otro notario virtual (como si lo fuera en realidad de la Notaría 47, misma que está “quemada” con el Infonavit), Sergio Mier Campos y su nebulosa, omisa y conflictiva actuación en el Instituto Registral y Catastral de Coahuila. Ambos personajes son falsas monedas que no se deben repetir, que ya no deben circular carcomiendo los valores verdaderos que siguen vigentes es Coahuila.