Revocación de mandato, Ley Eléctrica y Ley Minera. ¿Quién ganó o quién perdió?
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Y la pregunta del millón estas semanas es si ganó o perdió López Obrador; entre la famosa consulta del domingo 10 de abril sobre la revocación de mandato y las votaciones de la Ley Eléctrica y la Ley Minera que siguieron en San Lázaro parecería que no fue lo que esperaba. Para mi la consulta no fue más que la antesala del espectáculo final de Litiomex. Más de uno pensará que son hechos que no tienen relación entre sí. Mi opinión es que fue todo planeado con alevosía y ventaja, estratégicamente para que se creara la nueva paraestatal.
Ahora me explico. La consulta de ratificación de López Obrador, porque eso fue, nadie pidió que se preguntara si queríamos que se fuera o no, lo hizo él solo para que salieran. Muchos comentaron que López Obrador fue el gran perdedor porque no sacó a votar a los 30 millones del 2018. Para mí, es el gran ganador, sacó 13 millones de personas a votar en pleno Domingo de Ramos y pudo medir la fuerza de sus opositores internos y ponerle la vara a sus gobernadores para las elecciones del 2022, 2023 y estar listos para el 2024. Fue un ejercicio electoral para Morena, pagado por nuestros impuestos. Muy bien, señor Presidente.
Hablando de la Ley Eléctrica y el trabajo que hizo la oposición de organización y comunicación, quedarse a dormir en la sede de la Cámara de Diputados, así como el cabildeo político para tener los votos necesarios, nos demostró que cuando se ponen de acuerdo, las cosas salen bien.
Si bien la Ley estaba mal y salvar CFE no es la solución a los problemas de energía que tenemos como país, aunado a la crisis (real) de cambio climático que vivimos ya; pareciera que a López Obrador no le importa tanto su gran derrota, como algunas personas pensaríamos con lo que ocurrido. Para mí, era parte de la estrategia para ahora sí comenzar con el número final, y el que realmente le importaba.
Es decir, cuando la oposición creyó que ya había acabado todo, pasó en “fast track” la Ley Minera que aprueba, en resumen, la creación de un organismo estatal (así como CFE, PEMEX) para nacionalizar toda la cadena productiva (es decir desde la exploración, producción y hasta comercialización) del litio. Más de una persona no sabía que era el litio hasta que empezaron a hablar de ello. El litio es el elemento principal con el que se hacen las baterías.
La propuesta del Presidente en ideal no está mal, las baterías son parte estratégica del futuro. Justo esta semana, también, el gobierno de Québec (la provincia canadiense) declaró que promoverá la inversión de litio y le interesa ponerse como referente en América. La apuesta es buena. El problema es el siguiente: la exploración es carísima, necesita muchísima tecnología y por ende, inversión. Hacerlo como siempre: sin inversión, sin conocimiento y con los mismos vicios de siempre de la burocracia mexicana, producirá los mismos resultados. Aparatos estatales carísimos y sin capacidad de generar desarrollo.
Mientras López Obrador está ocupado creando Litiomex, su estructura organizacional, su sindicato, sus inmuebles, ahora sí, su juguete nuevo que le permitirá movilizar recursos humanos y financieros de manera más sencilla (sí, aún más, aquí no necesita al ejército) de cara al 2024. Se observó un aumento considerable en la petición de visas de trabajo hacia Estados Unidos, se están yendo ingenieros, abogados, fuga de talento calificado. Entonces, ¿por qué nadie se quiere quedar a trabajar en México? ¿y los megaproyectos? ¿Tren Maya? ¿Refinería de Tres Bocas? Y ahora, ¿Litiomex?
No se trata de quién es el litio o el petróleo, se trata de la cantidad de empleos que puede generar, de la capacidad que tiene de generar riqueza en las comunidades involucradas, y por ende, desarrollo. Está bien, usted ganó Señor Presidente, perdimos todas y todos los mexicanos.
Señor Presidente, si queremos una sociedad más honesta, menos corrupta, más desarrollada, con menos pobres. Para que esto ocurra necesitamos invertir en nuestra infancia y juventud y crearlas las oportunidades necesarias para que puedan ser arquitectos de su propio destino. Si no lo hacemos, se seguirán yendo y un país sin niñas, niños, adolescentes y jóvenes formados de manera integral (académicamente, emocionalmente, artes, cultura, deportes, tecnología) está condenada al fracaso.