Revolución política
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Un aniversario más de la Revolución Mexicana llegó y en todas las escuelas hicieron actos para conmemorar la hazaña de unos hombres que lucharon por unos ideales
Véalos. Ahí van del brazo de su madre que los lleva al kinder. Son muy pequeños todavía como para entender el motivo por el que su madre les pintó un bigote. Están emocionados. El simple hecho de llevar sombrero y una carabina de juguete colgada al hombro los hace sentir especiales.
Véalos. Llevan los ojos llenos de luz y la frente en alto. El orgullo de verse vestidos así los invade y por sus mentes desfilan las aventuras que todo revolucionario hubiera querido vivir. Ellos no entienden de revoluciones, pero su simple presencia arma todo un alboroto. Los padres de familia se arremolinan para verlos mejor; los fotógrafos los agobian al exigirles que posen para sus lentes; las maestras, poseídas por el espíritu de Pancho Villa, les ordenan con energía que no volteen a ver a sus padres, que no le jalen las trenzas a las niñas que van disfrazadas de adelitas, que no saquen las pistolas, que guarden distancia, que no hagan nada fuera de lo ensayado.
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Un aniversario más de la Revolución Mexicana llegó y en todas las escuelas hicieron actos para conmemorar la hazaña de unos hombres que lucharon por unos ideales que ahora ya nadie recuerda. Unos niños se visten al estilo de Zapata, otros tratan de imitar a Pancho Villa, a Venustiano Carranza o a Francisco I. Madero. Sin embargo, ¿qué significan estos nombres para los niños? ¿Qué significan para nosotros?
En la escuela nos enseñaron que estos hombres entregaron la vida por un México mejor y más justo. Nos enseñaron que la Revolución fue una revolución de los campesinos sin tierra, una revolución de los trabajadores en busca de mayor justicia social, una revolución para alcanzar la democracia. Y ahora, cuando ya nadie me pinta bigotes ni me disfrazo al estilo Madero, me hago una pregunta: ¿los revolucionarios realmente triunfaron?
¡Viva Pancho Villa! ¡Viva Emiliano Zapata! ¡Viva Madero! ¡Viva Venustiano Carranza! Los mexicanos estamos muy acostumbrados a escuchar los vítores de nuestros políticos hacia las figuras de la Revolución, y, lo peor de todo, es que nosotros repetimos inconscientemente “¡VIVA!”, cuando en realidad su obra y sus ideales han quedado enterrados en el olvido desde hace mucho tiempo por culpa de un partido que se erigió en vocero, heredero y encarnación de la Revolución Mexicana: el PRI.
¿Los revolucionarios realmente triunfaron? Dudo mucho que así haya sido. Ellos lucharon contra una dictadura, e introdujeron a México una nueva y más dañina: la dictadura del PRI. Durante más de 70 años convirtieron al gran lienzo que era nuestro País en una serie de jirones que volaban al ritmo que les marcaba el viento de la injusticia, de la deshonestidad y de la impunidad. Para cortar ese bellísimo lienzo utilizaron el cuchillo de la corrupción, el cuchillo de la ambición desmedida por el poder, el chuchillo del totalitarismo.
¿Y dónde quedaron los frutos de la Revolución? La respuesta es muy sencilla: en los bolsillos de unos cuantos hombres que se repartieron a su antojo al País y a sus riquezas, sin saberlas distribuir entre los mexicanos.
Hoy vemos a los campesinos con las manos vacías, hoy vemos a más de 50 millones de mexicanos viviendo en la más cruel de las pobrezas, hoy vemos que la corrupción y la impunidad siguen siendo una de las características de un gobierno que ha regresado a las peores prácticas antidemócratas y de corrupción. ¿Y dónde está la mentada Revolución Mexicana?
Hoy, que recién celebramos un aniversario más de la lucha comenzada en 1910, cabe preguntarnos si en realidad hace falta una nueva revolución, aunque sea política y democrática. En la pasada elección presidencial, Morena gastó una bestialidad de recursos económicos con tal de garantizar el triunfo de Claudia Sheinbaum. Lo mismo sucederá en las siguientes elecciones. Por lo que es pertinente fundar un nuevo partido político que en un futuro arrebate el triunfo al partido oficial. El Movimiento Rosa surgido en defensa del INE, bien puede convertirse en ese nuevo partido que gane adeptos muy pronto, frente evidente al desgaste de los partidos opositores.