Robin sin Hood
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Un personaje del mundo actual, ansioso por entrar al ecosistema emprendedor... Robin Hood contaba con un arsenal de habilidades. Nuestro Robin sin Hood cree que con un ‘buen logo’ basta
Robin Hood. El mito, la leyenda, el héroe.
Ese arquero infalible, maestro espadachín, estratega nato, acróbata medieval versión parkour y, por si faltara algo, un caballero con educación de élite, cultura general y un enorme corazón dispuesto a redistribuir riquezas.
Robaba a los ricos para darle a los pobres, desafiaba los decretos reales y, de paso, nos mantenía entretenidos con aventuras que llenaron libros, teatros y pantallas. Un perfil completo, multifacético y... exitoso.
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Ahora avancemos unos siglos y demos la bienvenida a nuestro protagonista: Robin sin Hood.
Un personaje del mundo actual, ansioso por entrar al ecosistema emprendedor.
Pero, a diferencia del arquero legendario, Robin sin Hood no tiene ni arco, ni flechas, ni bosque de Sherwood.
Lo que sí tiene es una laptop con stickers de unicornios, una cuenta en LinkedIn recién actualizada, tres cursos de YouTube y una fe inquebrantable en que la suerte —o el pitch— lo salvarán.
Robin Hood contaba con un arsenal de habilidades. Nuestro Robin sin Hood cree que con un “buen logo” basta.
LAS HABILIDADES CRÍTICAS (QUE ROBIN SÍ TENÍA... Y ROBIN SIN HOOD NO)
1) Visión y estrategia.
Robin Hood sabía leer el terreno, anticipar jugadas, diseñar emboscadas.
Robin sin Hood confunde estrategia con el calendario de publicaciones en Instagram.
2) Ejecución y disciplina.
El forajido medieval entrenaba día y noche con arco y espada.
Nuestro sin Hood, en cambio, cree que disciplina es usar Notion y levantarse a las 10:00 con un matcha latte.
3) Conocimiento del entorno.
Robin Hood dominaba la geografía, conocía cada sendero, cada guardia, cada escondite.
Robin sin Hood se lanza a mercados que no entiende, compite en sectores saturados y todavía se sorprende de que el SAT exista.
4) Capacidad de negociación.
El héroe inglés convencía aliados, creaba pactos, ganaba lealtades.
Robin sin Hood piensa que “negociar” es pedir fiado a los proveedores y retrasar pagos hasta que se pueda.
5) Resiliencia y liderazgo.
Robin Hood inspiraba a su gente incluso en la derrota.
Robin sin Hood inspira a su equipo a renunciar antes de que termine el primer trimestre.
EL DESASTRE ANUNCIADO
El resultado es predecible.
El Robin original salía victorioso de enfrentamientos imposibles; Robin sin Hood termina derrotado por una hoja de Excel.
El primero repartía botines; el segundo reparte culpas.
Y mientras uno se convirtió en leyenda, el otro apenas será recordado como un caso de “qué no hacer” en un hilo de Twitter.
CONCLUSIÓN SIN ANTIFAZ
¿Cualquier persona puede emprender? Sí. Pero no cualquiera tendrá éxito.
El éxito no se logra con capa y capucha, ni con frases motivacionales, decretos o repeticiones frente al espejo.
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Se construye con autocrítica, humildad y la capacidad de reconocer lo que no sabes.
Se alcanza cuando tienes el valor de pedir ayuda profesional, invertir en asesoría real y dejar de pensar que todo se resuelve con una limpia, buena vibra y networking de café.
Porque en el mundo emprendedor los Robin sin Hood abundan.
Y aunque todos puedan lanzar la flecha... sólo pocos dan en el blanco.
Y después de haber dilapidado una buena cantidad de billetes y tiempo, lo único que les queda es ese inconfundible, persistente y conocido...
#SaborAMandrake