Rosalind Franklin, la mujer que no ganó el Premio Nobel
COMPARTIR
A lo largo de la historia existen fotografías que han cambiado su curso, otras que han inspirado a generaciones enteras y otras más que han denunciado hechos trágicos y mortales. Ahí, para la memoria colectiva, está la fotografía de Robert Capa en el momento justo de la muerte del miliciano anarquista Federico Borrell García, durante la Guerra Civil española. Otras más denuncian las atrocidades cometidas durante la guerra de Vietnam, como fue la instantánea de Eddie Adams durante la ejecución de Bay Lop, un miembro del Viet Cong, o la del fotógrafo Huynh Công Ut que captó la famosa imagen de la niña Kim Phuc huyendo desnuda del infierno del napalm lanzado por el ejército de los Estados Unidos; imagen con la que obtuvo el Premio Pulitzer.
Alberto Korda tomó una fotografía de Ernesto “Che” Guevara en el homenaje a los caídos en el barco La Coubre, imagen que ha inspirado a millones y que ahora se le encuentra en murales, camisetas y libros. Por su parte el fotógrafo inglés Iain Macmillan retrató a cuatro jóvenes ingleses cruzando la avenida Abbey Road en Londres, en la portada de uno de los mejores álbumes de Los Beatles.
TE PUEDE INTERESAR: Keane: 20 años del disco Hopes and Fears
Pero ninguna de ellas se compara en importancia y trascendencia como la fotografía 51, obra de la biofísica y cristalógrafa inglesa Rosalind Franklin, científica cuyo trabajo e investigación condujeron a la comprensión de la estructura del ácido desoxirribonucleico: el ADN, la sustancia que contiene el secreto de la vida.
El ADN es la molécula que guarda y transmite, por generaciones, la información biológica de un organismo. El ADN contiene toda la información genética de un ser vivo y una serie de características morfológicas y fisiológicas. Cada uno de nosotros lo contiene y es único, aunque existen rasgos que nos identifican con nuestra familia o nuestra raza, ni uno solo de los más de 100 mil millones de personas que han vivido o viven en este planeta a lo largo de la historia tiene o va a tener el mismo ADN.
Ahí reside la importancia de la fotografía y el trabajo científico de Rosalind Franklin, una fisicoquímica que obtuvo el grado de doctorado en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, quizás el mejor centro de estudios superiores del mundo, y que trabajando en el laboratorio con entonces técnicas de difracción de rayos-X obtuvo la famosa fotografía de la doble hélice del ADN que llevó a los científicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins a descubrir un día como hoy, pero de 1953 la estructura del ADN y, años después, gracias a este trabajo obtener el Premio Nobel de Medicina en 1962, un suceso considerado como el más formidable evento científico de la historia moderna, pues pudimos entender la reproducción de los seres vivos, la información hereditaria de padres a hijos, de qué manera puede cambiar esa información por mutaciones y dar origen a enfermedades hereditarias, cómo participa en la evolución biológica y por qué todos los seres vivos evolucionamos a partir de un ancestro común.
Rosalind Franklin por sí misma estuvo muy cerca de resolver la estructura del ADN e incluso ha existido por años un acalorado debate en la comunidad científica por considerarse que Maurice Wilkins, entonces su compañero en el laboratorio, jamás dio a la científica el crédito, pues el artículo que publicaron él y Crick en la revista Nature no hacía referencia al origen de la información.
Franklin enfermó de cáncer y murió cuatro años antes de que les entregaran a los científicos el Nobel, y como este reconocimiento no se otorga jamás post mortem, se le ha llegado a conocer como “la mujer que no obtuvo el Premio Nobel”.
TE PUEDE INTERESAR: Lo oscuro del ADN
La fotografía 51 es una radiografía borrosa que muestra una cadena de ADN extraído de un tejido de una pantorrilla humana y que mostraba de una vez por todas la estructura de doble hélice de ADN, algo que nos hace únicos e irrepetibles.
Así que si hoy o alguno de estos días siente que no soporta a alguno de los seres humanos que le rodean, téngale un poco más de paciencia y recuerde la frase de otro gran científico, el astrofísico Carl Sagan: “En la perspectiva cósmica, cada uno de nosotros es precioso. Si alguien está en desacuerdo contigo, déjalo vivir. No encontrarás a nadie parecido en 100 mil millones de galaxias”.