Saltillo: ‘Calles completas’, una aspiración por materializar

“Las calles completas ayudan a reordenar el espacio público y hacerlo más democrático. Ofrecen espacios exclusivos a cada modo de transporte y destinan carriles confinados para el transporte público, permitiéndole mejorar sus tiempos y frecuencias en rutas establecidas”.

La anterior descripción está contenida en el Manual de Calles, Diseño Vial para Ciudades Mexicanas, publicado en 2019 por la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), y constituye una guía para perseguir el ideal de movilidad en zonas urbanas como la de Saltillo.

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Citar la descripción anterior es relevante porque nos invita a reflexionar sobre el tipo de ciudad que deseamos para nosotros y para nuestros hijos. Implica expresar con claridad una aspiración colectiva que pone el acento en lo relevante: lo que hoy tenemos no es lo que merecemos.

Insistir en el tema es obligado porque si un problema es evidente para cualquiera, hoy en día en Saltillo, es justamente el de la movilidad urbana. La forma en la cual nos desplazamos por la ciudad dista mucho de ser la óptima y eso hay que reconocerlo para comenzar a atender la problemática.

El transporte público está lejos de ser digno para quienes lo utilizan; la inexistencia de banquetas en múltiples tramos viales de la ciudad evidencia el poco −o nulo− interés que existe en los peatones; la inexistencia de carriles exclusivos para bicicletas deja claro que no nos han importado de manera relevante otras formas de movilidad.

No se trata de identificar, a partir del diagnóstico, quién o quiénes han tenido la culpa de la realidad actual. De lo que se trata es de asumir sin ambigüedades la necesidad de caracterizar el problema para avanzar en el proceso de construir soluciones y remontar los rezagos.

El reporte que publicamos en esta edición tiene ese propósito: señalar la existencia de alternativas, de soluciones concretas que han sido implementadas en otras ciudades y empujar en la dirección correcta.

El concepto de “calles completas” es un buen punto de partida en esa dirección, porque plantea una ruta de solución que se hace cargo de la problemática que padecemos y que no se resolverá construyendo calles más anchas o un mayor número de puentes o pasos deprimidos, porque esas “soluciones” desplazan a los seres humanos de la discusión y colocan en su lugar a los automóviles.

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Ya contamos, por cierto, con normas que plantean obligaciones a las autoridades gubernamentales en este sentido. Lo que necesitamos ahora es que surja la voluntad política −y la convicción ciudadana− para que tales normas se conviertan en soluciones palpables.

Todos aspiramos a que la ciudad donde vivimos sea un mejor espacio para crecer y desarrollarnos. El problema es que no hemos hecho lo suficiente para que tal idea se transforme en políticas públicas robustas. Ha llegado el momento de dejar de ignorar esta realidad y actuar.