Salud mental: Frente al estrés diario urgen espacios más beneficiosos para el estudio y el trabajo
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La salud mental en nuestros días se ve acosada por la cantidad de cosas que nos hemos propuesto en obligarnos a hacer y en obligar a los demás a emprender las rutas y las formas que cada cual considera importantes.
La presión que se recibe cotidianamente desde las redes sociales, desde los medios de comunicación, las áreas laborales, las amistades y familia, llegan a saturar a quienes más vulnerables se encuentran. Estos, catalogados entre quienes tienen propios ritmos de trabajo, únicas y particulares maneras de andar por la vida.
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Metidos en el maremágnum de la cotidianidad que exige tanto en tantos ámbitos, obligamos a correr al otro que se encuentra frente a nosotros. “Apúrale, que era para ayer”, se bromea. “¿No lo tienes listo aún?”, “Únicamente te estamos esperando a ti...”, y frases así por el estilo.
Cada cual tiene su forma de organizarse, de planear, de pensar en cómo realizar sus actividades. Pero no hay comprensión en esta época de vías rápidas y recompensas inmediatas.
Cuando a un niño se le obliga a cumplir con sus tareas diarias, y se le insta a que cumpla con un rol determinado, a que estudie de tal o cual forma, la presión se pone en marcha. Mucha presión en muchas ocasiones, que lo están invitando a conocer el mundo en el futuro. “Es así, y es de esta manera como te encontrarás a tus jefes”, se les amenaza desde pequeños.
Hace poco leí una inusual carta de un docente, dirigida a los padres de familia diciéndoles que comprendía la preocupación que podrían tener ante la próxima aplicación de los exámenes. Pero que entendieran ellos también si su hijo no se llevaba bien con las matemáticas porque una vocación en la que no son determinantes es la que tiene en las venas. O aquel que quisiera ser químico y no se llevara con materias más alejadas de sus inclinaciones u orientación de vida.
Por supuesto que no se trata, y no trataba el docente, de que los niños dejaran de estudiar para los exámenes, pero que se comprendiera al niño desde sus propias circunstancias, sus características, cualidades, inclinaciones.
Y es que la presión se sabe aplicar a los críos y con ellos a los maestros a su cargo y, en el mismo tenor, a los padres, en un entorno agobiante.
Esto, en medio, además, de que cada vez más empresas contratan por habilidades y experiencias, más que por títulos académicos. Entendamos esta parte con sus implicaciones en los métodos de estudios, con sus consecuencias.
La competencia, que se vuelve insana muchas veces, funciona como un motor en la vida de esos niños y en la vida en general de los adultos. Muchos de los problemas con que nos topamos en la actualidad con respecto a la salud mental tienen que ver con la presión, con el estrés, que se producen unos a otros, empujando en todas direcciones, a fin de conservar estatus, de mantener a toda costa formas de vida.
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Este tema impacta en el de la salud física. Cuántos problemas de salud física se relacionan, en la actualidad trepidante, con la salud mental.
Conservemos la ecuanimidad en las formas de relacionarnos. Inauguremos nuevas maneras de establecer conexiones laborales, a fin de conseguir para todos una mejor atmósfera y más aptos y beneficiosos ámbitos para el estudio y para el trabajo.