Saltillo: La Plaza de Armas, histórica y permanente

Opinión
/ 6 febrero 2024

Atardece. Único y especial el vuelo en redondo que hacen las palomas en la Plaza de Armas. Un niño, como tantos en tantos años, viene persiguiéndolas y ellas se dejan querer. Primero se alimentan de las semillas que se disponen para ellas. Luego viene la emoción de remontar el vuelo, y lo hacen a la par que viene el viento.

Los niños, en su algarabía, se arrancan de un lado para otro. Sostienen pelotas de hule que lanzan también a los cielos, y así, el espectáculo se colma de colores.

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Vibraciones en el agua que brota de la fuente de las Ninfas. El abanico del arcoíris, fugaz y feliz. Un instante nada más, el que el sol se coloca sobre los chorros que son lanzados con fuerza.

El tiempo parece detenido en este instante. Pareciera la fotografía de los años del pasado. Pero no es la misma. Se renueva con pasos distintos, con rostros diferentes. Aunque sean graciosas risas provenientes de una garganta infantil, no es el mismo niño. Ni la misma vendedora de semillas, ni el mismo cantante o músico amparado a la sombra de los arcos.

Hay ahora personajes que se han ido agregando al paisaje urbano. Las maletas cargadas de ropa de jóvenes que intercambian o venden a otras muchachas. Niños muy pequeños que las acompañan y que para ellos la Catedral les debe de resultar un edificio imponente y cargarán con su imagen a través de los años, cuando al centro iban de la mano de su madre.

También hay nuevos elementos añadidos: los que configuran el ahora Paseo Capital, con sus muy rústicos pisos, con sus macetones y árboles, con sus también nuevos rostros que se agregan al paisaje, ofertando notas musicales, a veces clásicas, a veces románticas.

Sigue respirándose un ambiente de lo que hace muchos años se conocía como “la provincia”. Hay en esta parte de la ciudad una atmósfera que la dota de tranquilidad, sin los ajetreos de otras zonas decididamente urbanizadas.

El tiempo de invierno lanza llamaradas de sol combinadas con un viento gélido. Sus caminantes, los de esta plaza, se protegen del aire y buscan, al igual que los músicos del lugar, guarecerse en los arcos.

Espacio testigo de hechos importantes para nuestra población, desde la misma fundación; la repartición de mercedes; la toma de agua en el centro de la plaza por parte de habitantes de los primeros tiempos; el paso de los carruajes fúnebres hacia el templo, así como los momentos gozosos: bautizos, bodas, primeras comuniones, graduaciones.

Espacio especial en el que se dieron las primeras noticias de la Independencia de México y en donde se declaró también la autonomía de Coahuila frente a Nuevo León.

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El último fusilamiento militar de que se tenga registro en México, en el centro de la plaza, y las serenatas en los años mediados del siglo pasado. El tránsito vital, también en el centro de la plaza, del entrañable creador de la Universidad Universo, Adrián Rodríguez García.

Vuelan alto las palomas. Se atraviesan en su camino con los rostros esculpidos en la dovela central del arco, desvaídos por el tiempo, que conmemoraban con su efigie, de españoles y tlaxcaltecas, el 400 aniversario de la ciudad.

Pequeñas figuras que, como alguna placa desvencijada, le dan triste marco a un lugar tan cargado de historias y relatos.

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