Semana polifacética
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Alegra a muchos la semana puente.
En ella se deja el trabajo habitual y se ve su lapso como una página vacía. Con otros horarios, sin tensiones de tareas urgentes. Sin rutinas robóticas. Con nuevas relaciones y experiencias intersubjetivas recién estrenadas. Tiempo en que el personaje deja lugar a la persona y la máscara deja de ocultar el rostro y se escogen soledades y compañías reconfortantes.
Para muchos es una semana indiferente a todo lo que debiera ser primario en su vida de creyentes. No tienen peso para ellos ni las palmas ni las espinas, ni la cruz ni la piedra que queda removida. No hay ni esfuerzo para mejoría ni contemplación de misterios ni, mucho menos, conversión para vida renovada.
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No pocos ven esta semana como complaciente. Se hace el plano regulador de itinerarios placenteros, de experiencias lúdicas, de paseos aventureros, de paladeo refinado de sabores, en todas las gastronomías posibles, el plano de recorridos panorámicos de bellezas naturales y el costoso placer del despilfarro de “gástelo ahora y llórelo después”.
La semana estridente la anhelan y la buscan quienes tienen ataduras de sensaciones y de emociones, y hasta de ideaciones parásitas que entronizan el capricho e intentan notas desafinadas que les suenan como concierto. Subrayan lo disparatado, lo exagerado, lo extralimitado y hasta lo escandaloso, cometiendo en lugar de actuar,
Falta descubrir a quienes viven una semana reverente y consciente. De recesos inteligentes y calmados, de descanso auténtico en que florece la primavera interior de las mejores versiones de sí mismos. Y también se congregan a recordar el gran amor sacrificado del inocente que se ofreció para alcanzar misericordia para los culpables.
Y frente a los sufrimientos del redentor y también en su victoria sobre la muerte, se dicen internamente: “Todo esto... por mí”.
ADELANTAR VÍSPERAS
Madrugar mucho, intentando hacer amanecer. Señalar victorias y derrotas como definitivas en subibajas normales y cuando todavía no hay ni siquiera debates.
Todos quieren cocer el arroz antes de tiempo. Siembran maíz hoy y ya quieren asar mazorcas mañana. Son los que quieren que crezcan las plantas y les jalan las hojas todos los días. Cuelgan milagros antes de que se canonice al santo.
A una grieta le llaman derrumbe. A un tropezón le atribuyen porrazo letal. A todo se le quiere embarrar color de ideología y viven agarrados de una geometría obsoleta de zurdos y derechos. Se hacen conexiones históricas poniendo etiquetas deshilachadas de tiempos idos. Innumerables dicen “ya” en tiempos de “todavía”. Corean títulos victoriosos cuando apenas suenan las escaramuzas.
LLAMAR LA ATENCIÓN
Le está sucediendo a Saltillo.
Más miradas convergen en sus características y la ciudad se vuelve elegible para muchas iniciativas empresariales.
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Su situación geográfica, sus mejorables vías de comunicación, su crecimiento vertical, su aeropuerto cercano, su seguridad en aumento y diversidad, su régimen de alianzas y coaliciones, sus centros de preparación técnica, su comercio modernizado y popularizado, su circulación vehicular con grandes posibilidades, su limpieza progresiva digna de buen ver, su apertura norteña a la jovialidad hospitalaria, el interés de sus múltiples museos, sus manifestaciones de artes variadas, con un teatro de varios aniversarios. Su Catedral espléndida, sus montañas preciosas y el Cristo con su novenario y esa feria que ofrece tantos atractivos.
SIETE PALABRAS
Desde la cruz.
Desde el sufrimiento agónico. Filiación confiada, perdón a verdugos, madre para todos, sed de fe y amor, cielo para el bandido arrepentido, salvación consumada y entrega total al Padre.
Y su silencio frente a las burlas, ofensas y calumnias... Todo por ti para que tuvieras perdón, resurrección, vida eterna en gloria feliz...