Sequía: el campo está siendo afectado también

Opinión
/ 31 agosto 2022

El sector agropecuario está siendo fuertemente afectado por la sequía. La producción de este sector es vital para la subsistencia de las ciudades y por ello debe recibir apoyo también

Hace ya algunos meses que el fenómeno de la sequía constituye una de las preocupaciones generalizadas de las comunidades del noreste de México, en particular de Coahuila, entidad donde cerca del 80 por ciento del territorio se reporta con sequía severa, extrema o excepcional.

Sin embargo, el análisis del fenómeno y la discusión inherente se ha centrado, sobre todo, en la menor disponibilidad de agua registrada en los hogares de las zonas urbanas, planteando como solución a esta problemática el que se limite el uso del líquido para otras actividades, como las industriales e incluso las agropecuarias.

El razonamiento suena lógico en primera instancia pero, como se ha señalado en otras ocasiones, la producción de alimentos, así como las actividades productivas que implican la existencia de fuentes de trabajo, no pueden ser dejadas de lado de forma acrítica. De hecho, sin la producción del campo, o sin la actividad industrial, las zonas urbanas más importantes de la región no podrían subsistir, aún cuando sus habitantes tuvieran agua suficiente.

No se trata entonces de optar entre el consumo doméstico y el resto de las actividades que requieren agua para su operación, sino de equilibrar la disponibilidad de líquido con las necesidades presentes, a partir de una visión integral de la realidad.

El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo a la crítica situación que reporta el sector ganadero de Coahuila debido a que no se han registrado lluvias y eso ha propiciado, de acuerdo con cálculos de la Unión Ganadera Regional de Coahuila (UGCR), la pérdida de entre el 20 y el 30 por ciento del hato ganadero estatal.

Una parte de esa pérdida, ha dicho Fernando Cantú González, presidente de la UGRC, se debió a la muerte de animales y otra a la venta obligada que debieron realizar sus propietarios ante la imposibilidad de sostener el 100 por ciento de sus hatos.

La situación es a tal grado crítica que, de acuerdo con Antonio Neira, ganadero local, “lo importante es que venga un huracán o una tormenta tropical fuerte. Por más lluviecitas que nos caigan, no nos vamos a poder recuperar, pero si no nos llueve fuerte para diciembre vamos a estar tronados”.

La situación actual, más allá de lo que la naturaleza haga en materia de lluvias, demanda la confección y puesta en marcha de proyectos que, basados en el conocimiento y la ciencia, nos permitan eficientar el uso del agua de la cual disponemos y garantizar que con ella logremos satisfacer todas las necesidades de la vida moderna en las ciudades y en el campo.

Hacer esto, desde luego, pasa necesariamente por reconocer los errores que hemos cometido en el pasado al no controlar el crecimiento de las zonas urbanas, obviar la necesidad de una cultura de uso racional del agua o soslayar el uso intensivo de la tecnología en el manejo de nuestros acuíferos.

No podemos vivir sin agua, pero tampoco podemos hacerlo sin la producción agropecuaria, pues de allí vienen los alimentos que satisfacen nuestras necesidades cotidianas. La situación actual nos obliga a utilizar todos nuestros recursos –materiales e intelectuales– en la búsqueda de soluciones inteligentes.

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