Sucesión 2023: inicia la cuenta regresiva

Exactamente dentro de un año los coahuilenses acudiremos a las urnas para elegir a quien asumirá la titularidad del Poder Ejecutivo estatal el 1 de diciembre de 2023. La sucesión, como puede notar hasta el observador más distraído, está en marcha desde hace tiempo y, al menos puertas adentro de los partidos, las decisiones parecen ya tomadas.

¿Quiénes se disputarán la posibilidad de suceder en el cargo a Miguel Ángel Riquelme? Aunque el abanico de nombres parece muy amplio la realidad es bien distinta, pues en los dos ejércitos con posibilidades reales de alzarse con la victoria todo parece ya definido.

En el primer caso, el del PRI, hace mucho tiempo está clara la candidatura del exalcalde saltillense Manolo Jiménez. Si acaso, está en duda la posibilidad de ver al panismo coahuilense de cepa abrazar al hoy secretario de Inclusión y Desarrollo Social como su candidato y sumarse con fervor a su campaña.

El todavía priista Jericó Abramo, aunque ha forzado al dirigente estatal de su partido a realizar el anuncio de una “consulta interna”, en realidad no tiene ninguna posibilidad de conquistar la candidatura y solo le quedan dos opciones al frente: disciplinarse y alzarle la mano a Manolo, o renunciar a su militancia para buscar otros horizontes. La segunda opción es la más probable.

En el segundo caso, el de Morena, cada día es más evidente la decisión asumida en Palacio Nacional: Ricardo Mejía Berdeja se perfila -a despecho de quienes tienen más tiempo haciendo fila en el morenismo comarcano- para ser quien termine en la boleta electoral.

Pueden, todavía, ocurrir cosas en el partido del Presidente. Pero se antoja muy difícil ver a perfiles como Armando Guadiana, Luis Fernando Salazar o Reyes Flores Hurtado, “rebelarse” ante los designios presidenciales y desafiar la decisión de impulsar al lagunero.

En torno a las candidaturas del priismo y el morenismo se construirán, eso es seguro, coaliciones cuyo propósito será, en primer lugar, disminuir el número de contendientes y, por otro lado -pero consecuencia de lo anterior-, cerrarle la puerta a las disidencias. En ambos casos la construcción de las alianzas tiene sus bemoles, porque a la hora de subirse a un ladrillo todo mundo se marea.

La parte más compleja para el PRI es el acuerdo con el PAN. Los agravios históricos son muchos y no son pocos a quienes se les atraganta, en uno y otro lado, la idea de abrazarse en público.

Para Morena, en cambio, el problema es interno y tiene más de una arista. Quienes vienen de la izquierda conservan el ánimo suicida según el cual es preferible perder antes de ceder. Para quienes vienen del priismo la disciplina no es un problema en primera instancia, pero cometen un error de fondo: esperan un comportamiento sumiso de sus hoy correligionarios.

Habrá más nombres seguramente en la boleta pero, salvo la posibilidad de ver a Jericó Abramo construir un tercer polo atractivo -de la mano de Movimiento Ciudadano y, quizá, UDC-, capaz de dividir en tercios las preferencias electorales, todas las demás opciones están condenadas a ser candidaturas testimoniales.

Seguiremos -desde luego- en el tema.

Aristas

Mañana domingo se definen seis gubernaturas: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Anotemos desde ya, como gran triunfador de la jornada, a Morena, pues no gobierna en ninguno de esos estados y eso implica solo una cosa: sumará más entidades a su lista de territorios conquistados.

Y, a partir de la siguiente semana, pues concentrémonos en el 2023 y las elecciones de Coahuila y Edomex, los últimos bastiones con los cuales contará el PRI después de los comicios de mañana.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

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