Temores: Claudia, una mujer de izquierda y radical
COMPARTIR
Pepito, de unos cuantos meses de nacido, fue puesto en una cuna junto con una bebita. En el lenguaje de los bebés la pequeña le preguntó a Pepito: “¿Eres niño o niña?”. “No lo sé” –respondió él–. Le explicó la niñita: “Si traes calcetincitos de color rosa eres niña. Si traes calcetincitos de color azul eres niño”. “Ni aun así lo sé –manifestó Pepito–. Tengo los éstos tan grandes que no me dejan ver si traigo calcetincitos azules o de color rosa”. (Bien se advierte que desde bebé Pepito era Pepito, si me es permitida la reiteración. (Hubo un ilustre historiador, de gran talento y expresiva pluma, llamado don Antonio Pompa y Pompa. A propósito de su nombre comentó mi travieso paisano Valle Arizpe: “No molesta la pompa. Lo que molesta es la insistencia”)... O Claudia Sheinbaum se deshace de López Obrador o López Obrador deshace a Claudia Sheinbaum. Esa frase no aspira a ser lapidaria, sino verdadera, y será aplicable en el caso de que la candidata gobiernista obtenga el triunfo en la elección de junio. La señora se ha conducido hasta ahora como sumisa corcholata de AMLO; afectísima, atenta y segura servidora del caudillo, espejo fiel de sus palabras y obras; albañil de su segundo piso y continuadora de su transformación, aunque sea inexistente. Al hacer eso ha actuado con astucia que yo diría femenina si no temiera caer en estereotipos e incorrección política. En efecto, mientras sea candidata doña Claudia no puede mostrar ni un ápice de independencia personal frente al cacique, pues conoce de sobra sus rabiadas y no se expone a ser objeto de alguna de sus corajinas, con efectos quizá extremos. Colosio cometió el error de desmarcarse de Salinas de Gortari antes de tiempo. Lo hizo en el discurso que pronunció en el Monumento a la Revolución, y eso le costó la vida. Claudia Sheinbaum no incurrirá en un yerro igual, pero tengo la esperanza de que si llega a la Presidencia hará lo que hizo Cárdenas con Calles, y mandará al caudillo a su rancho de sonoro nombre, pues no es mujer que se avenga a ser títere, pelele o marioneta de nadie, aunque ahora, por fuerza de las circunstancias, lo parezca. Su trayectoria de activismo y lucha es larga, y en ella ha mostrado carácter y propia personalidad. Por esa trayectoria no oculto mi temor de que la señora llegue al Palacio Nacional. Recuerdo en este punto una frase de Dalí, aunque quizá la cita esté un poco jalada de los pelos. Dijo una vez el extravagante artista: “Picasso es español. Yo también... Picasso es pintor. Yo también... Picasso es comunista. Yo tampoco”. Pues bien: López Obrador tiene de izquierdista lo que yo de astronauta o maratonista olímpico. Durante muchos años fue priista, y no se le ha quitado. En cambio, la señora Sheinbaum sí es de izquierda, y radical. Bien puede sucedernos lo que a la sardina, que cayó de la sartén al fuego. Quiero decir que AMLO, pese a todo, actuó con moderación en cuestiones tales como el respeto a la propiedad privada, a los fondos de los ahorradores, al capital, etcétera, temas en los que quizá la señora de la cola de caballo podría dar algunos coletazos, a juzgar por sus antecedentes ideológicos desde la juventud. Pero advierto que estoy cantando vísperas, o sea adelantándome a los acontecimientos. Todavía está por verse si doña Claudia llega a ocupar la ansiada silla. Meses faltan para la elección, y muchas cosas pueden cambiar en ese tiempo. Como dijo Yogi Berra, gran beisbolista y gran filósofo: “Esto no se acaba hasta que se acaba”... Don Firolito comentó: “Mi esposa y yo estamos bien sincronizados. A mí se me acabó el impulso sexual, y al mismo tiempo a ella se le acabaron aquellos dolores de cabeza que le daban por la noche”... FIN.
TE PUEDE INTERESAR: Elecciones presidenciales: La amenaza de una terrible plaga en EU y México