Tengo dudas sobre la carrera de Azerbaiyán
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Me cuesta creer que el coche de Sergio Pérez haya tenido problemas en la configuración, me cuesta creer que un problema de comunicación para una parada en boxes vuelva a tener el impacto directo para marcar una diferencia específica en la pista que evite confrontaciones entre “Checo” y Max.
No quiero jugar a ser el “abogado del diablo”, pero la experiencia dicta que muchas de las cosas que suceden en la Fórmula 1 suelen no ser coincidencias, sino una serie de acciones interconectadas que generen -a corto o mediano plazo- un efecto placebo, conciliador, que permita el sano ambiente al interior de un equipo como el de Red Bull, que hoy tiene por primera vez en más de una década, a dos pilotos que pueden competir.
Durante todo el fin de semana, el coche que más problemas tuvo en el garage austriaco fue el de Verstappen. Desde el alerón flojo del DRS, la puesta a punto, el trompo que hizo Max... Todo era duda, mientras que en el de Pérez parecía todo más controlado, calculado, como suele hacerlo el tapatío, quien desde las prácticas libres se mete de lleno en la puesta a punto, tandas largas con neumáticos blandos, medianos, duros... Y de pronto ¿es justamente él quien tenga los problemas con la configuración? No me cuadra, ni qué decir de las dos paradas en boxes lentas. Una le pudo costar salir por detrás de George Russell. Parece una gran coreografía para, al final, evitar conflictos en una carrera descafeinada por el abandono de los Ferrari.
Porque este GP de Azerbaiyán fue decepcionante. El mejor rebase, el que valió el boleto y la desmañanada, fue justo en la primera curva. Magistral maniobra la de Sergio Pérez para quitarle la punta a Charles Leclerc, lo que obligó al monegasco a un cambio temprano de neumáticos, derivado del amarrón que hizo. ¿Qué pudo pasar? Porque si alguien podía influir para que Red Bull dejará competir a Checo y Max era justamente Leclerc.
Sergio terminó segundo y ahora también es sublíder del campeonato de pilotos, y no quiero sonar ingrato, pero tan grande es el nivel de Pérez este año que el podio en Bakú supo a poco. Nos quedamos con la sensación de que daba para más; aun así, debe seguir en lo suyo, inteligente dentro y fuera de la pista, con sus declaraciones punzantes, pero conciliador. Hombre de equipo, pero que lucha por lo suyo. Se viene Canadá y ahí veremos si hay tendencia, porque créanme, tengo dudas.