¿Tiene futuro el PRI?
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Me gustaría y deseo que sí. El México de hoy difícilmente se entiende sin reconocer lo mucho que el PRI, en sus diversas etapas, ha aportado al desarrollo nacional. Sin embargo, el futuro del PRI luce sombrío.
La elección de 2018, un tercer lugar en la elección presidencial, ganadas unas cuantas diputaciones de mayoría relativa y en un sólo estado la de senadores de mayoría, mandaron al PRI y a los priistas de todo el país un claro mensaje: basta de corrupción, impunidad e inseguridad; basta de soberbia y desapego de las necesidades populares; basta de políticas de desarrollo que sólo benefician a una minoría, que se hace cada vez más rica y que excluye a grandes segmentos de la población de dichos beneficios.
La situación exigía una reflexión autocrítica de las dirigencias partidistas y un programa acorde al mensaje recibido de la ciudadanía. Ello exigía construir una nueva narrativa que empezara por reconocer errores, aun pedir perdón al pueblo de México por los abusos y delitos de dichos personajes que le habían fallado en cumplir el juramento del cargo conferido en las urnas. Exigía también, apoyado en las lecciones que dan los mejores momentos de la historia del PRI, plantear un nuevo rumbo para superar los retos del presente. Un rumbo que corrigiera los errores del pasado y diera base para la esperanza de un mejor futuro, sin corrupción, con menores desigualdades, con seguridad y sin violencia, con mejores oportunidades de acceso a una vida digna.
Tal reflexión no se dio. Quizás bajo la presión del propio gobierno de la 4T, los líderes regionales del priismo llevaron a la dirigencia del PRI a un grupo de personas, cuyas historias ofrecían poca base para dar credibilidad a esa nueva narrativa de no corrupción o para construir una visión para impulsar un nuevo modelo de desarrollo que nos lleve a menos desigualdades y mejores oportunidades para todos.
Los resultados de las elecciones de 2021 repiten el mensaje ciudadano: no se confía en el PRI. En las elecciones locales se perdieron varias gubernaturas, y en las federales se ganaron pocos distritos donde el PRI fue sólo, y si bien gracias a la alianza con PAN y PRD y Sí por México, el PRI obtuvo más triunfos, éstos hubiesen sido derrotas si el PRI hubiera ido sólo. Estos resultados revelan el mismo mensaje de 2018. La ciudadanía no confía en el PRI.
La vida democrática de México requiere un PRI fuerte, competitivo, un PRI que impulse el fortalecimiento de las instituciones públicas, instituciones renovadas, fortalecidas y más eficaces, para que así podamos tener éxito en superar los problemas que más agravian a los mexicanos de hoy.
¿Podrá el PRI volver a ser un partido fuerte, en el cual un número importante de ciudadanos vuelva a confiar y aspirar a ser parte del futuro de México? No lo sé. Sé que con la actual dirigencia no lo logrará. Muchas cosas habrían de cambiar para tener al menos oportunidad de merecer de nuevo la confianza ciudadana.
Algunas ideas al respecto.
1. Pedir una disculpa al pueblo de México. La gran desconfianza ciudadana hacia el PRI fue ganada a pulso. Ha habido demasiados personajes, a quienes ese partido llevó a cargos de representación política, que han saqueado y endeudado a sus estados, personajes corruptos y cínicos que abusaron de su cargo y privilegiaron asegurar su situación económica y política personal, sobre la obligación de atender los problemas de las comunidades a las que juraron servir al asumir sus respectivos cargos. Y muchos de estos abusos y actos de corrupción siguen impunes aún hoy.
2. Recuperar el legado de los momentos más lúcidos del PRI, sus aportaciones a la construcción institucional del país y extraer de allí lecciones para el futuro. El PRI nace bajo la divisa de impulsar la transformación del País, de un país de caudillos a uno de instituciones, como lo planteara Calles al dirigirse al Congreso en septiembre 1 de 1928, en ocasión de rendir su último informe de gobierno.
Congruente con lo anterior, los gobiernos priistas, a lo largo de los años, exhibieron una extraordinaria creatividad para crear las instituciones, que en cada época fueron necesarias para la convivencia pacífica y la interacción fructífera entre los mexicanos, en aras de un propósito central y permanente, la promoción de la justicia social.
3. Apoyados en dicha herencia creativa, construir una nueva narrativa para plantear a la ciudadanía cómo vamos a enfrentar los retos del presente:
Desigualdades, corrupción, violencia en general y hacia las mujeres, deterioro ambiental y cambio climático, al menos.
4. Renovar dirigencias, las actuales carecen de toda credibilidad, y prácticas políticas para recuperar el legado de Colosio, un partido de menos simulaciones y más democracia, comprometido con el país, no con resolver la situación personal de los dirigentes o de aquellos a quienes el PRI lleva a cargos de representación política. Basta de tolerar la corrupción.
El PRI de Coahuila, considerado el mejor PRI de México por sus mejores resultados, ante el nuevo periodo electoral que se avecina, haría bien en iniciar el debate sobre los retos que enfrenta Coahuila y los del propio PRI: ¿qué hacer con la carga de la deuda estatal que implica insuficiencias de recursos para muchas de las funciones de gobierno necesarias?, ¿cómo fortalecer la autonomía y eficacia del Poder Judicial, insumo indispensable para reducir la impunidad y la corrupción?, ¿cómo aprovechar mejor las oportunidades que el nuevo tratado, T-MEC, en materia de comercio e inversión, así como la redefinición de las redes de proveeduría asociados al conflicto EUA-CHINA, le brindan a México?, ¿cómo procesar la definición del candidato o candidata al gobierno estatal, sin rupturas?, son sólo algunos temas cuyo análisis y debate, en mi opinión, podrían fortalecer al PRI estatal y beneficiar a Coahuila.