Tres explosiones en dos meses son demasiadas
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La escena ha sido vista miles de veces por todos en las últimas horas: una edificación que de pronto salta en pedazos y deja escombros esparcidos en el área. Lo que no se ve en las imágenes es el saldo adicional: decenas de viviendas dañadas por la onda expansiva y la zozobra que eso genera entre miles de personas que habitan la zona.
Adicionalmente a eso, está la recuperación de la memoria reciente: en dos meses han ocurrido tres de estos episodios en la ciudad y eso llama la atención de cualquiera. ¿Cuál es la razón por la cual se están volviendo comunes en Saltillo las explosiones por presunta acumulación de gas?
No se trata de una pregunta ociosa sino de una de la mayor importancia. Porque incluso asumiendo que en todos los casos estamos ante accidentes, es decir, ante hechos que no ocurrieron porque alguien deliberadamente los hubiera provocado, la incidencia resulta excesiva.
¿Lo ocurrido es producto
del descuido por parte de los propietarios y/o habitantes de los inmuebles donde han ocurrido los siniestros? ¿Existe un problema de instalaciones de gas
derivado del uso de piezas defectuosas? ¿Se trata de hechos aislados o estamos ante un problema sistémico?
Prácticamente todos usamos gas en nuestras casas y siempre hemos sabido que se trata de un elemento inflamable cuyo uso inadecuado constituye un riesgo. Pero en general, todo mundo guarda las precauciones necesarias para evitar episodios como los que estamos reseñando.
En otras palabras, lo que está ocurriendo no es normal y por ello resulta obligado que las autoridades precisen no solamente la causa genérica del siniestro −la acumulación de gas y el surgimiento de una chispa que lo hizo explotar− sino la mecánica de los hechos, es decir, por qué se estaba fugando el gas y cómo se produjo la chispa que lo detonó.
En el caso específico de este lunes, los hechos ocurrieron en un local que forma parte de una plaza comercial y que, al momento de la explosión, se encontraba solo. Eso implica la necesidad de que coincidan una serie de hechos que, al menos de entrada, se antojan poco probables.
No se trata, desde luego, de provocar alarma de forma irresponsable, sino de que se socialice la información que nos permita descartar la explicación alternativa: que no fue un accidente.
Y si lo fue, entonces resulta indispensable que, ante el inusual número de explosiones registradas en los últimos dos meses, se tomen las precauciones necesarias para evitar que el hecho vuelva a ocurrir en cualquier otro local comercial de características similares, o en una vivienda.
Hasta ahora, solamente uno de los incidentes −el ocurrido el 7 de septiembre pasado− ha provocado víctimas fatales: tres elementos de la Fiscalía General del Estado. Pero incluso ese número es inaceptable porque los accidentes tienen una característica esencial: pueden ser evitados.
Así que si estamos ante una ola infortunada de hechos fortuitos lo mejor que podemos hacer es implementar, de inmediato, una estrategia para frenarla de tajo.