Tres mil 200 pesos: El precio de la conciencia del electorado en México

Opinión
/ 11 junio 2024

La intelectualidad del país no deja de azotarse en penitencia por haber sido incapaz de prever el apoteósico triunfo del morenismo el pasado 2 de julio. Esto me incluye, no desde luego en la liga de los intelectuales, sino en la de los oráculos fallidos.

Si bien, el triunfo de la candidata Sheinbaum en nada me sorprendió y se cantó en este espacio desde que se formalizó su candidatura, yo al igual que tantos otros aposté a que las pifias del agonizante sexenio serían facturadas en las urnas en forma de votos para la oposición.

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Y ahí estuvo la gran sorpresa, que hasta la tía panista que todos tenemos votó por la construcción del segundo piso de la Transformación.

Analistas, articulistas y opinólogos en general fuimos atropellados por la realidad y ello es un hecho innegable. Pero, al igual que ser arrollado por un microbús, es importante saber de qué ruta era al menos el desgraciado. Quiero decir, que no hay un consenso sobre cuál es la realidad que nos pasó por encima porque existe más de una versión y al respecto se seguirá debatiendo.

Como no podía ser de otra manera, los polos de la discusión tejen historias diametralmente opuestas: Para los regocijados entusiastas del viejito socarrón, es obvio que los analistas, además de padecer una perenne miopía intelectualoide, viven completamente desconectados del sentir de las masas. Y como suele tratarse de gente acomodada (en mi caso, la mayor comodidad de que gozo es el soporte lumbar de mi asiento), no perciben el enorme beneficio que representa la política social de la 4T.

Y no sólo eso, sino que además los opinadores somos gente tan resentida que vemos con frustración el triunfo del humanismo reformador del prócer de Tepetitán.

¡Vale! ¿Por qué no? Es una posibilidad desde luego.

Pero hay hechos que son datos duros, innegables, constatables, que no están sujetos a interpretaciones y que estábamos seguros tendrían que haber calado en la decisión final del electorado. A saber:

-Los índices de violencia criminal. Por más que se diga que se está atendiendo a las causas, por más que el Presidente haga malabares con las cifras (“hoy hay más muertos, pero menos violencia”), el crimen organizado ha recrudecido la ferocidad de su imperio durante este sexenio.

-El combate a la corrupción, que fue durante 18 años la bandera de campaña que ondeó el macuspano, es otro de los fracasos de esta administración, plagada de escándalos por desvíos, adjudicaciones directas, triangulación de contratos a través de prestanombres, defraudación, tráfico de influencias. Nada qué presumir por aquí tampoco.

-Fallidas obras emblemáticas. Por más que el chairo de su confianza defienda al AIFA, la refinería de Dos Bocas o el Tren Maya, es bien fácil constatar que en todos los casos el presupuesto inicialmente estimado se duplicó y hasta se triplicó en relación con su costo final. Tan sólo para estimar lo que costó el Aeropuerto Felipe Ángeles hay que contabilizar la indemnización del NAIM. La rentabilidad de estas obras queda para otro sexenio, si es que esto realmente llega a suceder, porque en tiempos de AMLO sólo se cortó el listón.

-El sistema de salud. Usted, yo, el chairo más recalcitrante y hasta el Presidente sabe que está mintiendo cuando asegura que entregará un sistema de salud modelo. La Megafarmacia fue otra vacilada con la que AMLO ganó tiempo para eludir cuestionamientos respecto al desabasto de medicamentos. Usted puede constatar cuánto se ha reducido el sistema público de salud en cirugías, estudios, análisis, consultas y surtido de recetas remitiéndose a los números oficiales, o puede optar por enfermar y acudir a su clínica más cercana, pero no se lo recomiendo.

-En quinto lugar podemos mencionar la desatención al medioambiente. Desde el ecocidio que representó el Tren Maya, la apuesta por los hidrocarburos, la pésima gestión del agua que se viene acusando en la presente administración así como la total indiferencia del gobierno hacia los grupos ambientalistas y la agenda del cambio climático.

No son todas las fallas de este sexenio desde luego, pero son las que encuentro más fácilmente corroborables y evidentes.

Y aquí es cuando el amigo chairo, la amiga cuatrotera, el amigue transformade respingan y alegan (con justa razón) que durante el PRIANATO (¡qué horrible suena eso!): Quiero decir que durante el régimen del PRI y de Acción Nacional no estábamos precisamente en Jauja y que de hecho muchos, si no es que todos estos males (corrupción, servicios precarios, crimen y violencia, deterioro ambiental) se iniciaron durante lo que el viejito cotonete llama con desconocimiento de causa “el Periodo Neoliberal”.

¡Otra vez, vale! Muy probablemente sea cierto también.

Es entonces que me pregunto: si adolecemos de los mismos males que venimos arrastrando desde hace décadas, si sufrimos hoy las mismas lacras de aquel entonces... ¿Por qué repudiamos entonces al viejo Revolucionario Institucional y celebramos en cambio al actual morenato, si de hecho comparten el mismo ADN y hasta milita prácticamente la misma gente del viejo PRIAN?

Creo que lo que subestimamos los analistas no fue el arrastre del movimiento, ni el carisma de su líder, sino el poder de convencimiento que 3 mil 200 pesos bimestrales ejercen sobre las familias mexicanas y por ende sobre el grueso del padrón de electores.

En efecto, quizás enfrascados todos en el análisis de cómo la presente administración ha desmantelado las instituciones, debilitado al Estado en favor de un presidencialismo “echeverrista”, cómo el gobierno se ha eximido de responsabilidades elementales, olvidamos que todo ese análisis palidece frente a la posibilidad de incrementar un poco el anémico poder adquisitivo de la población cada dos mesesitos.

Vivimos en la misma realidad de antes, pero Morena y mejor dicho, el Presidente Andrés Manuel López, logró que los mexicanos la aceptasen. Logró que aceptasen la realidad con toda su violencia, carencias institucionales, autoritarismo y desgobierno de toda la vida por tan sólo 3 mil pesitos de cuando en cuando.

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Sigue habiendo muertos, sigue habiendo desfalcos, ecocidio y abuso de poder, pero en tanto nos siga llegando esa lanita a casa puntualmente, que la realidad se vaya mucho a freír churros.

El aplastante triunfo de Morena es necesariamente multifactorial (comenzando por la nulidad del bloque opositor y su candidata al vapor), pero vaya que obviamos la capacidad de la gente para entregarse a un régimen por un poco de desahogo financiero.

Alguno de los muchos analistas que fueron cacheteados por la realidad dijo: “Al PRI siempre se le votó con miedo y con enojo. Morena logró que se le votara con gratitud. Y tenerle gratitud al poder es todavía mucho más peligroso”.

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