...tú tenías el amor

tú tenías el amor,
y lo fuiste a entregar por allí
y la muerte que un día,
para ti quería me la das a mí
La radio nació en México en 1923, y pronto se extendió a muchas ciudades —a Torreón llegó en 1931 bajo las siglas xetb, Río Nazas, y en Saltillo nació xeks, hacia 1938—. Con la radio la música nos alcanzó. Los valses, las mazurcas, los foxtrot, los corridos, la norteña, y las orquestas típicas al estilo Lerdo de Tejada, y desde luego, los boleros, sonaban en todas partes. En Saltillo la panadería La Perla, fundada en 1920, fue conocida popularmente como El Radio, porque su propietario, Juan Guzmán, colocaba un aparato de radio en la ventana del local. En las casas las señoritas casaderas aprendían boleros y los canturreaban entre el crochet, el molinillo del chocolate y el suspiro de la esperanza.
La radio era una devoradora de música y músicos. A ella se arrimaron compositores de todas clases, gustos y géneros, y de entre todos quedó el bolero. Éste responde a las urgencias del amor. En cualquier esquina, umbríos, acurrucados, trémulos, luminosos, los amantes se miran a los ojos mientras él musita palabras de amor Tú, la de los ojazos negros / la de boca tan bonita / la de tan chiquito pie.
El bolero pondera la belleza femenina, entroniza a la amada, magnifica sus atributos Cabellera negra / cabellera bruna / noche de romance / noche de mis besos (Agustín Lara) Negra, / negra consentida, / negra de mi vida, / ¿quién te quiere a ti? (Joaquín Pardavé)
Descubierta la piedra filosofal del amor, tríos y boleristas quedaron ...ligados más fuerte que la hiedra: Los tres caballeros, Los tres ases, Los tres reyes, Los tres diamantes, Los Martínez Gil, Los Panchos, Los Tecolines, todos perfectos gentlemans incapaces de ofender ni con el pétalo del desaliño. En la cancha de la composición descuella media selecta docena de letristas: Agustín Lara (1897-1970), María Grever (1885-1971), Augusto Guty Cárdenas (1905-1932), Consuelito Velázquez (1916-2005) Álvaro Carrillo (1919-1969). Sin menoscabo, desde luego para Luis Arcaraz (1910-1963), Ema Elena Valdelamar (1925-2012), o Roberto Cantoral (1935-2010)
Consuelito Velázquez, concertista titulada, hermanó la estructura clásica con la agitación del amor y ahí está Bésame mucho, Verdad amarga, Que seas feliz para demostrarlo.
A la vuelta de la moneda está Álvaro Carrillo, un compositor hijo de la calle. Oaxaqueño-guerrerense, agrónomo, pro izquierdista, y bohemio, heredó las chilenas a las que adaptó sus raíces afro para crear el bolero costeño. Sin saber cómo, se hizo lector en sus días de estudiante en la Normal Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa. Efervescente centro de círculos de lectura, estudio y discusiones ideológicas. La periodista Mónica Ocampo dice en “Cuando Lucio Cabañas secuestró a Álvaro Carrillo”: “...el primer ataque gubernamental que recibieron los alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos. El 2 de abril de 1941, (ayer se cumplieron 84 años) el entonces presidente Manuel Ávila Camacho divulgó que los estudiantes habían reemplazado la bandera nacional por la bandera rojinegra de la huelga estudiantil, por lo que varios alumnos fueron detenidos y acusados de delitos contra la autoridad y ultrajes al lábaro patrio.” Las profundas reflexiones marxistas leninistas, además de ser testigo del fracaso de la Revolución y de la pobreza lacerante en la que vivía los campesinos oaxaqueños y guerrerense, fortaleció en Carrillo el uso de la palabra como herramienta de la elocuencia; si a esto se suma su natural sensibilidad para conocer el alma femenina, el resultado casi obligado son sus castillos retóricos Que al menos tu recuerdo ponga luz sobre mi bruma; o Piensas mal porque piensas / Que estoy llorando, / te equivocas, traidora, / vivo cantando / y de nuevo dichoso / porque te fuiste.
Carrillo tuvo la sabiduría de empatar sus letras con los tiempos que corrían. Era el México pro industrial alemanista en el que los campesinos se convirtieron en obreros citadinos, y las mujeres atisbaron el bullicio urbano, salieron a estudiar, a trabajar, a bailar, sin perder el recato; era el México en el que inició la laxitud moral que acompaña a la bonanza. Carrillo habló públicamente de divorcio y traición Si al querer decir tu nombre / pronuncia el de otro hombre / así le pasó conmigo / por eso vamos mi amigo / te suplico te la lleves, por el bien de los tres. O ni siquiera sientas pena por dejarme / que este pacto no es con Dios. El “atrevimiento” de Carrillo dejaba atrás al de Lara —vende caro tu amor, aventurera— y sus letras resonaron en los oídos de los enamorados, que abrazaron y abrasaron sus corazones.