UAdeC, un cúmulo de anomalías sin resolver
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La Universidad Autónoma de Coahuila tiene que ser un referente de carácter permanente para la sociedad. En ese sentido, los actos de corrupción en su seno resultan inadmisibles
La universidad pública, como concepto y como proyecto, tendría que constituir en México un ejemplo de todo aquello que deberíamos hacer en todos los ámbitos de la sociedad. ¿Por qué? Porque en su origen se ubica la vocación esencial de una institución de educación superior: constituirse en vanguardia de la sociedad.
En otras palabras, la conducta de quienes integran su comunidad −académica, estudiantil y administrativa− debería erigirse en el ejemplo a seguir por parte de cualquier integrante de la comunidad. O, si se prefiere verlo desde otra perspectiva, cada vez que necesitáramos un ejemplo de ruta a seguir para resolver un problema comunitario, nuestro principal referente debería ser la universidad pública.
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Hacer énfasis en lo anterior es indispensable para dimensionar la relevancia del reporte que publicamos en esta edición, relativo al hecho de que, en el periodo de 2015 a 2022, la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) acumula denuncias por hechos presuntamente irregulares que implicarían haber ejercido de forma incorrecta 4 mil 731 millones de pesos de su presupuesto.
Se trata de un monto inmenso y, por el sólo hecho de tratarse de recursos públicos, debe llamarnos a preocupación. Pero cuando se trata de recursos destinados a la educación universitaria el tema cobra una dimensión aún más relevante y preocupante.
Y es que resulta muy difícil de comprender cómo la principal casa de estudios de nuestra entidad puede prohijar ese tipo de conductas o cómo puede generar el medio ambiente necesario para que el dinero que se le destina sea utilizado de forma inadecuada.
No debe soslayarse en este sentido que estamos hablando de presuntos actos de corrupción, pues el hecho de que se hayan presentado denuncias penales deriva de una circunstancia puntual: ya se agotaron los plazos y recursos administrativos que permiten solventar lo que en un inicio fueron observaciones al ejercicio presupuestal.
Lo importante en el señalamiento anterior es que los actos de corrupción que conducen a la acumulación de irregularidades por el monto señalado no pueden, en ningún caso, ser producto de la actividad de “lobos solitarios” −nunca mejor dicho−, sino que requieren de la creación de amplias cadenas de complicidad para ejecutarse.
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Por demás preocupante resulta considerar que la máxima casa de estudios de Coahuila, de espaldas a las vocaciones que debiera exhibir y cultivar, se hubiera convertido en un espacio propicio para la recreación de las peores pulsiones humanas, entre ellas la corrupción.
Así pues, además de constituir un referente preocupante, la existencia de denuncias penales por miles de millones de pesos parecen hablar de un estado de deterioro muy preocupante en una institución cuya actividad debiera estar caracterizada justamente por lo contrario.