Un 2023 desenmascarado

Opinión
/ 3 enero 2023

Nos lo dijeron pero no escuchamos. Nos aferramos a la esperanza de que algo iba a cambiar para bien en un país que parece permanentemente sumido en la corrupción, la pobreza y la violencia. A Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le dimos la oportunidad de transformar a México, lo mismo que a Vicente Fox. Nos engañó pero a dos tercios de su sexenio las máscaras se han desprendido para dejar ver realmente qué clase de persona es. Y lo que descubrimos es mucho peor que la suma de todos los ex mandatarios emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que él tanto critica.

AMLO no es honesto como dice ser, ni tampoco su familia: a su hermano Pío lo grabaron recibiendo fajos de billetes presuntamente para las campañas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). La inexplicable adquisición de dos inmuebles en Houston –valorados en alrededor de un millón de dólares cada uno– por su hijo José Ramón no coincide con los ingresos formales que reporta. Los miembros de su gabinete por igual se encuentran lejos de ser íntegros. El director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, cuenta con un impresionante patrimonio que no se refleja en sus modestas declaraciones ante la Función Pública. Leonel Cota, de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), tiene observaciones y solicitudes de aclaración por 12 mil millones de pesos. Y la lista es interminable. De un plumazo el propio Presidente extinguió 109 fideicomisos de los que desvió más de 380 mil millones de pesos a sus “programas sociales”, es decir, entregas directas de dinero y despensas a la población sin controles ni padrón para temporalmente incrementar su popularidad a costa de la asediada clase media y los empresarios que le generan ingresos y recelo por igual.

Morena nos va a llevar al precipicio si continuamos la actual senda. Las pérdidas millonarias en Pemex y CFE, que juntas superaron 330 mil millones de pesos solo en 2021, son muestra clara del desaseo de la actual administración. Los proyectos megalómanos de AMLO carecen de estudios de viabilidad medioambiental y económica. Obras faraónicas como la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles se las encomendó a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) porque quiere granjearse el apoyo incondicional de los militares y debido a que puede materializar sus promesas de campaña más rápido, sin transparencia –todo se clasifica como asunto de seguridad nacional– ni supervisión. No cuesta mucho imaginar cómo gestionarán los soldados las aduanas, puertos marítimos, aeropuertos, carreteras, sucursales bancarias y hasta posiblemente líneas aéreas y hoteles si la administración de la seguridad pública ha sido un verdadero desastre: casi 140 mil homicidios dolosos desde 2018 y 98 por ciento de los casos en total impunidad.

¿Dudas sobre las genuinas intenciones de Andrés Manuel López Obrador para lo que resta de su sexenio? El intento afortunadamente infructuoso de destruir al Instituto Nacional Electoral (INE) es prueba irrefutable de que desea instaurar una dictadura. Este 2023 es un año clave para impedir que AMLO y Morena sigan socavando la democracia mexicana, con elecciones en puerta en Coahuila y Estado de México. Es nuestra última llamada. Fuimos avisados de que López Obrador es un peligro para México y tenemos que estar a la altura de las circunstancias, por el bien de todos.

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